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viernes, 25 de marzo de 2016

EL DESCENSO A LA LOCURA. CAPÍTULO 6. Christian Perales








EL DESCENSO A LA LOCURA.
CAPÍTULO 6.
Entramos al pabellón común del hospital y todo parecía normal, bueno en esa dimensión nada es normal, a lo que me refiero es que todo el personal médico hacía sus actividades normales, como si no hubiera sucedido nada, como si el monstruo no hubiera acabado con una vida, seguimos a la doctora e hicimos lo mismo: disimular y hacer como que no sucedía nada, ella, saludó a las enfermeras y unos doctores que se habían congregado en el pasillo, luego siguió caminando con nosotros siguiéndola, después nos murmuró algo apenas entendible.
-oigan, estos tipos son muy leales al doctor Cárdenas... ´nadie ha dicho una sola palabra.. quiero que ustedes se vayan a sus habitaciones y no salgan hasta que yo vaya o mande por ustedes ¿está claro?...-
-¿y qué pasa si nos llegan a preguntar algo?-
-pues van a tener que decir algo muy loco.... lo siento... lo siento... solo digan que fueron a una terapia de campo de acuerdo...-
-¿usted va a estar bien doctora?-
-claro... yo me iré a mi casa, pero ustedes se quedan... mañana veremos a la paciente que les dije..no les voy a fallar... si comprobamos que hay una criatura en este lugar tú y Roberto saldrán de aquí, solo tendrán consulta externa....-
En ese momento una enfermera terminó con nuestra charla... abordó a la doctora con un expediente...era el ingreso de un paciente nuevo, una alma más que sería prisionera en este infierno.
-Doctora... acaba de llegar... es un joven, 17 años... su expediente afirma que jugó tanto un videojuego, que este lo llevó a las alucinaciones-
-Muy bien... quiero que lo ingresen al pabellón de aislamiento... solo por esta noche...-
Después de eso la doctora desapareció en el pasillo con la enfermera, nosotros nos quedamos ahí con cientos de preguntas.
Vimos unos minutos más tarde, a la doctora recogiendo sus cosas para ir a casa, me sentí ansioso y al mismo tiempo esperanzado de la noticia de que había una muy pequeña... diminuta posibilidad de salir de esa institución mental, ahora solo tenía que mantenerme vivo el tiempo suficiente para lograrlo, esconderme del Kavner, Roberto también estaba contento así que después de un rato, cada quien se fue a su habitación.
A las dos de la madrugada, volvimos a escuchar la conmoción causada por este ente, volvía entrar por la puerta sin que custodios y enfermeros lo notaran, me asomé por la diminuta ventana de mi habitación y mi cara se volvió a topar con la de él, me miró a través del cristal y nuevamente ostentaba esa sonrisa macabra, su aliento empañaba el cristal ligeramente mientras que con una mano dibujó algo en ese cristal empañado: "Tú"... eso fue todo, yo solo me dejé caer en el piso de la habitación en posición fetal, esperando que esta cosa se fuera, y me sentí aliviado, al escuchar sus pasos alejándose de la puerta de mi habitación.
Me recosté e intenté dormir un poco, pero por extraño que pareciera escuchaba que algo era tallado repetidamente contra el suelo, una y otra vez, después una pausa otra vez ese ruido de fricción, yo me cubrí la cara con la almohada e intenté al menos dormitar, olvidándome de lo que había sucedido durante todo ese día. A la mañana siguiente desperté en medio de una conmoción, los enfermeros corrían, estaba eufóricos y para ese momento yo ya sabía lo que estaba sucediendo, se trataba de un suicidio... pero el dolor se hizo muy presente en mí y la desesperanza llegó de golpe a mi cuando supe quien era el suicida de la semana, era Roberto, había pasado toda la noche, después de la aparición del monstruo, afilando el mango de un cepillo de dientes contra el suelo y después de ordenar todas sus posesiones personales, en estricto tamaño color y forma, se había cortado las muñecas, pero cuando entré a la habitación donde yacía el único amigo que tenía en ese lugar fue cuando me estremecí aún más, en las paredes y el suelo escribió con su sangre: Kavner.
La doctora volvió en la mañana y después de enterarse de la noticia de la muerte de Roberto... me mandó llamar, me dio las condolencias pero no como lo habría hecho un doctor de manera fría y ensayada, lo hizo como ser humano, después, de una charla comenzamos a hablar de lo importante:
-Doctora.... fue la cosa... anoche estuvo en mi habitación...-
-¿regresó?... pareciera que se está haciendo más fuerte y más comunes sus ataques...tenemos que actuar de inmediato...-
Salimos de su oficina, para subir al tercer piso, su autoridad en el hospital era tanta que simplemente camilleros, enfermeras y vigilantes, se hacían a un lado para dejar pasar a la doctora, nadie le interrogaba, acerca del por que se hacía acompañar por un paciente por todo el hospital.
Llegamos a la habitación 202 al abrir la puerta encontramos a una anciana, con la mirada perdida en el infinito... no hablaba, ni siquiera se movía. La doctora se acercó a ella y abandonando toda sutileza de inmediato entabló conversación:
-Sara.... Sara Beltrán... necesitamos que nos ayudes...-
La paciente no se inmutó para nada, simplemente seguía con la mirada perdida y distante...la doctora me miró con el afán de hacerme entender que era necesario... estrictamente indispensable hacer lo que estaba a punto de llevar a cabo...
-Tapa la ventanilla...-
En ese momento cubrí la ventanilla con mi cuerpo, nadie que estuviera en el pasillo podía ver lo que sucedía dentro, la doctora, ya más en confianza, se acercó al oído de la paciente y le susurró:
-Kavner...-
En ese momento el semblante de Sara cambió totalmente, veía a la doctora con horror en sus ojos y dejó escapar un grito de miedo, como hasta ese día no había escuchado otro, después de la conmoción inicial, la paciente salió de su estado catatónico y comenzó a hablar...
-¡Kavner...! El vendrá por que he fallado...todos vamos a morir...-
-¡¿quién vendrá Sara?!-
-¡El kavner... el devorador de almas...!. Nosotros lo creamos... el doctor Cárdenas... el el el Kavner...-
-Escúchame... ¿fue el doctor Cárdenas?-
-Si, hace diez años... yo le ayudé... necesitaba el dinero... nosotros le dimos vida a ese demonio.. viene por mi...-
En ese momento Sara no resistió más, al principio creímos que había vuelto al estado catatónico y solo fue hasta varios minutos de silencio después que la doctora sostuvo la muñeca de Sara y constató que ella, había muerto.
-Así que el doctor Cárdenas está detrás de esto-
-doctora...¿ya vio?... -
Nos asomamos por la ventana que daba al estacionamiento, y al lado del coche de la doctora, se estacionaba otro que era muy familiar: El del doctor Cárdenas
CONTINUARÁ....

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