LA VERDADERA HISTORIA DE LA BELLA Y LA BESTIA.
Su origen se remonta de un relato puramente moralista de la Europa Medieval.
Aquì no hay prìncipes, no hay caballeros cultos ni guapos con los que bailar en una gran sala iluminada por candelabros, en lo absoluto.
En esta historia hay hambre, muerte y piedad.
La historia empieza con tres hermanas, ahì donde dos de ellas son realmente malvadas.
La tercera es utilizada para hacer las màs penosas tareas. Desde limpiar la casa hasta prostituirse para que las hermanas obtengan rentabilidad por mantenerla en el hogar.
Cada noche era atada en una lòbrega habitaciòn donde observaba la vida exterior desde una ventana.
Esa vida que jamàs podrìa tener porque a ella se le habìa negado la libertad.
Un dìa, se asomò un leproso por esa ventana, lleno de enfermedad y miseria le clama a esta muchacha algo de piedad.
Tiene mucha hambre y solo desea un simple mendrugo de pan.
Nuestra protagonista lo invita a pasar, dejando que agarre todo aquello que desee a cambio de que, simplemente, le quite las cadenas que lleva al cuello, que sus malvadas hermanas le han puesto para que no escape.
El leproso accede, quita las ataduras de la jòven y despuès sacia su hambre.
Cuando las hermanas vuelven y ven sus alacenas vacìas de comida, culpan a su hermana de haber robado todo puesto que la ven sin sus cadenas y no dudan en culparla y castigarla.
Cruelmente la azotan casi hasta la muerte y la encierran en el sòtano cuando ya casi està agonizando.
.
Al dìa siguiente vuelve el leproso, se asoma por la ventana en busca de la muchacha que tan amablemente lo habìa ayudado, pero no està.
Preocupado llama a la puerta y las hermanas lo reciben con desdèn y repugnancia al ver su aspecto.
El mendigo leproso entra en la casa y se quita sus harapos, mostràndose ante ellas como lo que en realidad es, LA PROPIA MUERTE.
Les indica a las hermanas malvadas que ha dejado el inframundo porque sabia de la existencia de una mujer enormemente desdichada, maltratada por sus propias hermanas y que ha decidido acudir al mundo terrenal para castigarlas, para llenar sus cuerpos de pùstulas e inmundicia, de suciedad y enfermedad y ofrecerles la muerte màs lenta y dolorosa posible, por hacer daño a tan noble mujer.
Una vez aplicado el castigo, la muerte, baja hasta el sòtano para tumbarse ante la muchacha que la ayudò, ofrecièndole un descanso plàcido y un paso al màs allà lo màs tranquilamente posible.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario