Luisa había cumplido once años, y sus padres pensaron que era tiempo de que dejara de compartir la habitación con su hermana menor, construyeron una habitación sobre la cochera, y mudaron ahí todas sus cosas.
La niña estaba muy contenta, tenía mucho espacio para sí, y la privacidad que comenzaba por necesitar de acuerdo a su edad.
Aun no tenía muchas cosas con las cuales llenar la habitación, así que su madre la invito a un bazar, donde se pueden encontrar todo tipo de cosas, algunas de segunda mano, con dueños anteriores, se encontró con un pequeño armario de madera, con detalles de enredaderas, ya estaba muy maltratado, pero aun así lo llevaron a casa para que papá la reparara, junto con otras cosas.
El padre de Luisa lijó y pintó el armario dejándolo como nuevo, lucia hermoso en la habitación. Ella pensaba guardar ahí su diario y cosas privadas que necesitaba estuvieran fuera de la vista de los demás.
Esa noche se escuchó desde dentro del armario un golpeteo, como si alguien tocara, abrió las pequeñas puertas, no pudo ver nada, pero el sonido continuaba. Ella estaba segura que venía de ahí, pero decidió creerle más a sus ojos.
La siguiente noche, ella dejó las puertas del armario abiertas, no se escuchó el golpeteo, así que lo hizo costumbre, pero no podía guardar cosas en él, porque cuando lo hacia estas eran arrojadas hacia fuera en su primer descuido.
Pidió a una amiga viniera a dormir a su casa para montar guardias juntas. Se divirtieron un poco al ver que el armario “escupía” lo que le ponían dentro, se desvelaron un poco hablando de sus cosas, cuando desde el pequeño mueble un hombrecillo regordete y diminuto, asomó su cara entre las repisas, era de color verde grisáceo, estaba desnudo, tenía una especie de cuernos a los costados, sus ojos apenas parecían abiertos, en su boca redonda había dientes delgados, largos y afilados, sus dedos largos y delgados se tomaban de las puertas para impulsarse hacia fuera, las niñas corrieron a la habitación del padre, este para evitar más escándalo por la noche se llevó el mueble a la cochera, pero como esta estaba debajo del cuarto de las niñas, la criatura subió a través de las paredes, golpeteando dentro del armario de ropa dijo -1,2,3 Aquí estoy otra vez- dando un salto a la cama y devorando a las dos pequeñas.
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