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jueves, 29 de diciembre de 2016

EL ESPANTAJO. Christian Perales.

La foto de Cuentos de Terror para antes de ir a dormir
La foto de Cuentos de Terror para antes de ir a dormir
El espantajo
A partir del 14 de diciembre de 1943 todas las mañanas son de un frìo insoportable o por lo menos eso decía don Carlos Gómez…
Todos los días don Carlos salía de su casa muy temprano, de madrugada a trabajar; se ganaba la vida matando cerdos y vacas en el rastro de la colonia Canal de San Juan; aunque su trabajo era un tanto rudo, don Carlos era un hombre muy educado y amable, un caballero de aquel entonces.
Una madrugada, mientras caminaba apurado en la calle desierta para llegar puntual a cumplir con su jornada, vio a lo lejos lo que parecía ser una mujer sentada en la esquina de la calle, sobre la banqueta, justamente sus pasos se dirigían hacia allá. Cuanto más se acercaba escuchaba más un sollozo que aquella mujer dejaba escapar. A don Carlos le pareció extraño que una mujer estuviera sola en una calle tan poco transitada a las 4:00am, y peor aún que tuviera en brazos un bulto que parecía un bebé bien arropado entre cobijas y su rebozo, como buen caballero que fue, don Carlos conmovido por la situación de aquella mujer que vestía ropas muy humildes y que no paró de llorar aun con su ya cercana presencia, le preguntó que si necesitaba ayuda; ella, que más allá de la apariencia femenina era un ser aterrador, con globos oculares blancos como perlas, sin pupilas, de rostro joven pero con los dientes negros, putrefactos; se volvió hacia él y levantando el rostro soltó un alarido. El hombre al ver aquél engendro quiso echar a correr pero el espantajo con criatura en brazos (criatura con la boca babeante llena de dientes filosos y puntiagudos, y en lugar de ojos cuencas vacías) se levantó y vino sobre él con lamentos horripilantes, Don Carlos Gómez en su intento por huir de la gélida mano de esa monstruosidad , cayó y se golpeo la cabeza, perdió el sentido. Cuando lo encontraron estaba tendido en el suelo.
Aquel hombre que era tan esforzado en su trabajo, de noble carácter y preciso en su actuar, después de aquella mañana era más parecido a un sucio roedor metido en su agujero, temeroso de su depredador que lo avizora; a nadie nunca le contó su fatal experiencia y jamás volvió a salir, solo miraba a la calle por el espacio entre las cortinas con los ojos repletos de miedo, el terror era su compañero inseparable. Y cuando su familia le preguntaba por que ya no quería ir al trabajo , don Carlos Gómez solo respondía - ¡no! Las mañanas son de un frío insoportable.

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