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jueves, 16 de febrero de 2017

VENGO POR LO QUE ME QUITASTE Christian Perales

La foto de Cuentos de Terror para antes de ir a dormir
VENGO POR LO QUE ME QUITASTE.
Como bomberos siempre estamos ahí, sin esperar nada a cambio, es el solo hecho de salvar una vida lo que mueve nuestro espíritu. Lo cierto es que somos seres humanos y tenemos fallas, defectos como cualquier persona y a veces nos equivocamos al hacer nuestra labor.
Recuerdo la etapa más triste de la ciudad de México: los sismos de 1985 que dejaron centenares de muertos, miles de heridos y un enorme hueco en nuestros corazones. El 29 de septiembre de ese año -diez días después de consumada la tragedia- nos encontrábamos en las ruinas del edificio de la marca de ropa Topeka, soportando el penetrante olor a muerte y el profundo sentimiento del dolor ajeno, con la constante amenaza del gobierno de meter maquinaria pesada para retirar de tajo todos los escombros. Nosotros aún así esperábamos un milagro, después de todo esa mañana en otro lugar, una cuadrilla de voluntarios había encontrado con vida a una mujer, que de alguna manera había logrado burlar a la muerte después de pasar diez días bajo toneladas de concreto y varillas retorcidas. Pero pasaban los minutos, las horas y nuestro milagro simplemente no llegaba. A las seis de la tarde nuestro capitán dijo que reduciríamos la brigada, ya que otros de mis compañeros eran necesarios en las ruinas de Televisa, pues desmontarían un tanque de gas, que hasta ese día no había sido descubierto.
De tal suerte de que me quedé solo con tres de mis compañeros, Martín de la Vega, un novato que llevaba escasos veinte días como bombero y Artemio Santos, veterano con más de veinte años de servicio. Casi entre la obscuridad, encontramos una habitación que había formado una especie de cámara y había protegido a al menos quince costureras, pero desafortunadamente eso solo les había prolongado la agonía, ya que estuvieron vivas al menos tres o cuatro días, en una obscuridad total, sin agua ni alimentos, algunas de ellas lesionadas de gravedad, y sintiendo como lentamente se les acababa el aire que respiraban. Cuando descendimos el cuadro era más que aterrador, la mayoría de ellas tenían las manos destrozadas, se habían hecho tanto daño en su angustia por salir que habían rascado con las manos los escombros hasta literalmente arrancarse la piel de los dedos. En sus cuerpos, la inflamación se había hecho presente, incluso las que habían sobrevivido más tiempo, tenían una mueca de dolor y angustia, a consecuencia de que intentaron respirar en ese ambiente cada vez más carente de oxígeno. Artemio fue el primero en romper el silencio incómodo en el que nos estábamos refugiando.
-Llegamos tarde compañeros.....-
-¿ninguna está viva?....-
-No... ya no mi comanche....-
-Hay que decirles que se preparen para recuperar los cuerpos.... ya después podrán meter la maquinaria pesada... ya no hay nada que hacer.....-
-¿qué hacemos?...¿nos vamos?...-
-nos vamos en lo que nos mandan los amarres....-
-Si... creo que ya no hay motivo para quedarnos...-
Dimos la vuelta por el túnel que habíamos escarbado, Artemio empezó a subir primero hacia la superficie, e íbamos a seguirlo, hasta que con un grito nos pidió que nos detuviéramos.
-¡espérense!... no avancen, el agujero se cerró.... voy a escarbar un poquito y ahorita ya nos salimos.... ahí quédense-
-Si....-
Me quedé con Martín, sabíamos que a lo mucho en quince o veinte minutos, saldríamos de ese sitio, después de todo ya habíamos vivido situaciones como esa durante algunos rescates. Martín comenzó a explorar aquella mórbida cámara, aquella tumba de escombros con su linterna, hasta que algo llamó su atención.
-Comanche ¿ya vio?....-
Señaló hacia una parte que no habíamos detallado, entre una enorme viga había una mujer más, que yacía atrapada, de una forma tan cruenta que solo asomaba su rostro destrozado y cubierto de polvo, no tenía el uniforme como las demás, definitivamente en vida había jugado un rol distinto en esa fábrica, lo que quedaba de sus ropas era elegante a medida que descubrimos un poco el polvo pudimos ver que tenía un blazer y falda ejecutiva, sus medias rasgadas difuminaban un poco la sangre de sus piernas destrozadas y sus zapatos de tacón hacían juego con el resto de su ropa, y ahora se veía bien su brazo,en cuya mano estaba aquello que en realidad había llamado la atención de aquel novato: Era un anillo de compromiso, se veía muy costoso, y realmente lo era, y resaltaba con fulgor ante la mortecina luz de la linterna de Martín. quien ya se había aprestado cerca de aquel cuerpo inerte de la desafortunada mujer.
-Esto debe valer... unos cinco millones (*)-
-Martín, no me importa lo que estés pensando... deja eso en paz... somos bomberos no ratas....-
-Ella ya no lo necesita y a nosotros nos caerían cien esos centavos....-
-Que lo dejes.... no quiero tener que reportarte....-
-Ya... está bien comanche... por eso aquí no pasamos de perico perro-
Nuestra discusión fue interrumpida por el júbilo de Artemio, quien nos avisaba que ya podíamos salir de ahí.
-¡Comanche!... sube tú primero, tienes más experiencia después entre los dos jalamos a Martín....-
-Va, ya voy subiendo....-
Después de eso salimos de ese sitio, perdí la noción del tiempo mientras explicábamos a los peritos como debían recuperar los cuerpos ya usando la maquinara pesada, por donde tenían que comenzar y como tenían que ir abriéndose paso, Después de eso ya no fuimos necesarios y se nos ordenó volver a la estación a esperar un nuevo llamado.
La estación estaba sola y en un silencio total, silencio al que nos habíamos acostumbrado pues nadie quería hablar de la situación que enfrentábamos, era algo que aunque fuera por unos minutos queríamos olvidar. De tal suerte que mientras Martín y Artemio subían al área de descanso, en la oficina principal me encontré con una compañera operadora.
-que gusto que hayan vuelto con bien... bienvenidos....-
-Gracias.... oye, ¿por qué no descansas un rato? Trata de dormir, yo atiendo los teléfonos mientras....-
-¿De veras?...¿no vienes muy cansado?....-
-Si de veras.... la verdad no creo poder dormir.....-
-Te tomo la palabra, ya con media hora que pueda dormirme....-
-ándale ve....-
Y se fue al área de descanso, mientras yo me quedé en la caseta de comunicaciones atendiendo el teléfono y el radio. Pasaron dos horas, vi el reloj y eran las tres de la madrugada... Todo estaba en calma relativa.... de pronto, en medio de aquel silencio escuché el ruido de unos tacones que se dirigían hacia la estación, después, ante mi se dibujó la silueta de una elegante dama, ella estaba bien vestida, pero algo en su mirada denotaba mucha tristeza, además de que su cabello estaba cubierto de polvo, que a mi no me parecía raro, pues el polvo estaba en todos lados, todos teníamos nuestra dosis diaria de polvo por tantos edificios colapsados. Me incorporé y recibí a aquella dama.
-¿puedo ayudarle en algo?....-
-Gracias... Estoy buscando a Martín de la Vega....-
-¿Martín de la vega?....Permítame lo voy a vocear....-
Tomé el micrófono y lo llamé....
-Martín de la Vega... tiene visita... Martín de la Vega.... tiene visita....-
A los pocos minutos Martín bajó por el tubo y al ver a la dama que le aguardaba, se quedó petrificado..... La dama de inmediato lo abordó.....
-Hola Martín.... ¿te acuerdas de mi?....-
Martín ni siquiera contestaba.... de pronto ella sacó la mano del bolsillo de su abrigo... y mostró que en esta faltaba un dedo, a juzgar por la lesión tenía poco de haber sido cortado, entonces caí en la cuenta de lo que había sucedido, pero la dama siguió hablando.
-No te voy a hacer daño... solo quiero que aprendas a no tomar lo que no es tuyo....dame mi anillo por favor....-
-¡¿Tomaste su anillo Martín.....?!....-
-¡Fue un error! ¡Tú estás muerta!.....-
-Claro que lo estoy... y tú me cortaste el dedo para quedarte con el anillo...¡Dámelo!.....-
Lo último que recuerdo es a Martín devolviéndole el anillo a aquella dama, que después de dar unos pasos fuera de la estación desapareció ante nuestra mirada, después de eso me desmayé... recobré la conciencia doce horas después. No dije nada de lo ocurrido pues me enviarían al hospital psiquiátrico junto con varios compañeros que perdieron la cordura en aquella época. Martín se suicidó dejando una nota póstuma que decía.
"perdónenme, quiero quedarme pero ella vendrá por mi"....
Hay quienes dicen que enloqueció... pero solo yo se lo que realmente sucedió esa noche.... que espero jamás se vuelva a repetir....
FIN....
(*) NOTA: En 1985 la moneda mexicana tenía tres ceros más por lo consiguiente 5 millones de pesos, en la actualidad equivalen a cinco mil pesos

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