LA CASA DE "LA VICARIO" PARTE 3.
...
Esa fue mi primera reacción simplemente fue ese grito todo lo que pude decirle, aunque no había duda de que sí albergaba algún miedo dentro de mi.
Ya no me quedé otro instante en la casa, tomé mi chamarra y salí con rumbo a la iglesia de la colonia, como era una costumbre desde mi aolescencia llegué tarde a la misa y esta ya había comenzado, y debo decir que los oficios religiosos del padre Mateo -clérigo de nuestra parroquia- eran muy solemnes y apegados al pie de la letra, de tal forma que era muy mal visto que alguien llegara tarde a estos, o que alguien tuviera el atrevimiento de hacer ruido al caminar dentro de la iglesia mientras se oficiaba la misa.
Yo no quería ser el centro de atención, así que entré despacio, en silencio y tratando de no interrumpir en lo absoluto, por lo que me senté en la banca de hasta atrás.
El sermón del padre hablaba del perdón, de la paz y de la unión entre hermanos, mientras que yo intentaba concentrarme y evitar que vinieran a mi todas aquellas imágenes de la guerra, concretamente una: la del cuerpo destrozado de aquella niña, cuyo fantasma me había seguido desde Medio Oriente, y es que hay actos que definitivamene no tenían perdón, y yo había cometido uno de esos actos.
Mientras escuchaba o mejor dicho: medio escuchaba la misa, vino a mi mente el recuerdo de aquella noche: habíamos salido en patrulla a recorrer las calles, pues se hablaba de que un màrtir estaba preparando una gran carga de explosivos caseros y debíamos detenerlo, pero al llegar a lo que fue su casa, no encontramos nada ni a nadie, simplemente todos se habían marchado pues el día anterior se había lanzado una ofensiva con bombas.
Cuando regresabamos al cuartel vimos delante de nuestro convoy pasar una sombra, apenas era visible, y la detectamos rápido, solo se trataba de una niña, que huyó de nosotros para esconderse entre las ruinas de una casa, pensábamos ignorar ese hecho, pero en las condiciones en las que nos encontràbamos cualquier cosa era una amenaza, incluso so se trataba de un niño, recordando que incluso algunos niños se habían hecho inmolar antes, así que nos detuvimos y fui uno de los soldados que fueron enviados a revisar el perímetro.
-Cuevas: entra, Rodríguez y Smith: cubran a Cuevas, procedan con estricta discreción...-
Esa fue la orden de nuestro capitán, y estricta discreción significaba que no podíamos encender las linternas e intentar hacer un ataque sorpresa, en caso de que aquello fuera una emboscada, por lo que desde aquel momento todo eran sombras y siluetas, nada reconocible..
Yo entré a las ruinas de la casa y una vez dentro de ella me separé algunos pasos de mis compañeros, y si bien aquello era una terrible guerra, yo no estaba dispuesto a usar un rifle de asalto contra un niño, así que lo colgué en mi espalda, sin embargo alisté una granada de ácido, eso por seguridad, en caso de que alguien aguardara pacientemente el momento de atacarnos, una vez quitándole el seguro de alambre que evita que detonen, solo bastaba soltarla, lanzarla, para que aquel artefacto del demonio cumpliera con su macabra misión. Al ir entrando vi pasar de nuevo la silueta de aquella niña y caminé tras ella, tratando de hablarle....
-¡oye!...-
No hizo caso así que apreté el paso para alcanzarla, hasta que llegamos a un cuarto que si bien estaba derruido, en el, me aguardaban las siluetas de otras cuatro personas, la niña se refugió tras ellos, que en si todos eran adultos que no se habían inmutado en lo más mínimo ante mi presencia, de tal manera que sintiéndome acorralado lancé la granada, y retrocedí a esconderme tras una de las bardas.
Debo señalar que un artefacto de esos a diferencia de las granadas convencionales, no hacen ruido al explotar, pero si lanzan una carga de ácido en un radio de tres metros, y me quedó muy claro que la niña había sido herida por la granada en el momento que la escuché gritar y llorar ante el dolor de las quemaduras.
No obstante cuando salí de mi escondite, aquellas siluetas de adultos seguían de pie, inmóviles pero todo estaba sucediendo demasiado rápido, así que mis compañeros que ya se habían reunido detrás de mi, comenzaron a disparar, y vimos de inmediato caer a aquellas figuras... por fin después de que a decir de nosotros había pasado el peligro, encendimos las linternas.
Resultó ser que aquella niña era el único ser viviente en aquel lugar, y las siluetas adultas contra las que disparamos eran unos maniquíes; días después nos dimos cuenta de que aquel sitio, en otro tiempo era una tienda de ropa, y ahora habíamos cometido un terrible error.
De inmediato levantamos el cuerpo de aquella desafortunada niña, y corrimos hasta el vehículo, nuestro comandante de inmediato supo lo que sucedía y condujo hasta la base, donde comenzó el verdadero infierno para aquella pobre víctima, su piel estaba quemada en un setenta por ciento, en su brazo se apreciaba el hueso que había sido expuesto por el ácido, también estaban a la luz los huesos de su rostro.
El doctor estaba horrorizado, todos lo estábamos, además de que a mi me invadía el cargo de conciencia, el cual me hizo entablar algún tipo de conversación con ella, con el paso de los días que duró su agonía, logré entender que en el bombardeo su hermanito menor se había separado de sus padres y se había refugiado en las ruinas de la ciudad, así que la noche en la que tuvo la desgracia de toparse con nuestra unidad, ella había aprovechado para escabullirse entre las ruinas y buscar algo de comer o alguna medicina, pero lo que más la movía era pensar que encontraría a su hermano.
Y así murió, no sin antes hacerme prometer que buscaría a su hermano.... y fue una promesa que rompí muy pronto....
A pesar de estar tan inmerso en mis pensamientos, pude sentir que alguien me observaba y esa sensación me trajo de nuevo a la realidad, al momento actual sacándome de mis recuerdos, era doña Laura que me miraba desde la banca de al lado, en su rostro había mucho enojo, y su mirada era de total repulsión hacia mi, a tal grado de que pude escucharla murmurar:
-¡Estás manchado!... ¡tu alma está vacía y putrefacta!....¡el infierno es poco para ti-
-Tranquila señora....-
En ese momento el padre Mateo ya tenía puesta toda su atención en mi, pues en mi intento por acallar los reclamos y maldiciones de Doña Laura, había causado que casi todos los presentes, voltearan a mirarme.
-Hijo: ¿puedo saber que es tan importante como para perturbar la palabra de Dios?... acércate....quiero que leas los sacramentos-
Ya no tenía alternativa, mi mamá me miraba con algo de inquietud en su rostro, así que subí al púlpito y comencé a leer...
....-Y Jesús dijo a sus apóstoles... quien.... dichosos los invitados... por que...-
No alcancé a decirlo, cuando ante mi, los vasos que componían la serie de veladoras frente al altar, comenzaron a quebrarse, ante la mirada atónita del padre Mateo y de la congregación.
Sin lugar a dudas el padre sabía que algo estaba mal, pero lo disimuló muy bien, me indicó que pasara a sentarme y continuó con el servicio religioso...
-Se pueden sentar-
Hizo una pausa....
-Como Dios en su misericordia nos enseña el perdón, nuestro hijo Martín Cuevas fue perdonado por él, Martín ha vuelto de la guerra y está de nuevo entre nosotros, y les voy a pedir que no le juzguen, que no le critiquen, pues ha vuelto al redil y para Dios es suficiente con su arrepentimiento.....-
Así se fue el tiempo, cuando la misa terminó, fuimos saliendo de la iglesia, yo tomé de la mano a mi mamá y caminé hacia la salida y ya el padre Mateo me esperaba en la puerta.
-Martín, necesito hablarte ¿puedes venir mañana?-
-Claro que si-
-Bien: te espero a eso de las siete de la noche por favor-
-Está bien padre, lo veo mañana-
-Dios te bendiga-
-Dios lo bendiga padre-
Después de eso seguí caminando con mi mamá, necesitaba comentarle lo ocurrido....
-Oye mamá... doña Laura está más loca cada día ¿no?-
-Hijo ten respeto... ella ya es una alma juzgada-
-¿como? no te entiendo....-
-Doña Laura falleció apenas una semana después de que te fuiste a la guerra....-
CONTINUARÁ.....
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