ESTA HISTORIA ES REAL, SUCEDIÒ EN ESPAÑA Y NOS LA COMPARTIÒ NUESTRA AMIGA ROCI H. MURRIETA.
LA EXTRAÑA MUERTE DE ESTEFANÌA GUTIÈRREZ LÀZARO POR LA OUIJA.
Nada hacía presagiar en la casa de los Gutièrrez Lázaro, que el año 1990 marcaría un antes y un después en sus sencillas vidas.
Todo comienza en marzo de 1990, cuando Estefania Gutierrez Lázaro de 18 años de edad, practicó el juego de la Ouija en compañía de varias compañeras de Instituto.
Una de ellas estaba empeñada en conectar con un novio fallecido en accidente de motocicleta.
Es entonces cuando la profesora las sorprende jugando y rompe el tablero de la Ouija, tirando el vaso que utilizaban al suelo, el cual se rompe en mil pedazos.
El vaso que instantes antes estaba lleno de un humo blanco, sale al romperse el vaso y entra por la nariz de Estefanìa Gutièrrez.
Desde entonces, la joven comenzó a tener unas enigmáticas convulsiones y estados alterados de conciencia en los que afirmaba que veía figuras a su alrededor que la llamaban por su nombre.
Estas figuras eran un grupo de personas altas, famélicas, delgadas, que dándose la mano la llamaban y la decían: “Ven, ven hacia nosotros”.
Había situaciones en las que su cuerpo parecía poseído por una fuerza sobrehumana, en las que arremetía rabiosamente contra sus propios hermanos y otras en las que hablaba con voz ronca de hombre, de una fuerza poderosa que llegaba incluso a proferir graves insultos.
Durante seis meses, Estefanìa visitó distintos Centros de Salud y ningún médico pudo certificar, qué tipo de enfermedad padecía.
Desgraciadamente el 14 de agosto de 1991 entra en el hospital Gregorio Marañòn en coma profundo y fallece en extrañas circunstancias.
Según palabras de los Doctores Pedro Cabeza y Gregorio Arroyo “su muerte fue súbita y sospechosa”.
A partir de entonces, en la casa de Estefanìa comenzaron los fenómenos paranormales.
Las puertas de los armarios y habitaciones se abrían y cerraban violentamente, los aparatos eléctricos se encendían y apagaban solos y pequeños objetos decorativos como cuadros y fotografías parecían cobrar vida propia.
La virulencia de los fenómenos fue en aumento.
Sombras y figuras etéreas comenzaron a acosar a los Gutièrrez Lázaro.
Una noche, estando Concepción Lázaro acostada en la cama, sintió que había algo que le estaba aprisionando y le tocaba aquellas zonas del cuerpo que tenía fuera de las sábanas, como eran los pies y las manos.
Al principio le parece sentir la mano de su hija Estefanìa, pero sin embargo de inmediato siente inquietud, no hay confort ni recuerdo amable.
La situación se volvió tan desesperada que incluso instalaron alarmas de movimiento en diferentes estancias de la casa.
Una de ellas la pusieron en el pasillo y una noche sonó la alarma.
La familia salió corriendo al pasillo, pero allí no había nada ni nadie.
En una de las habitaciones en donde dormían dos de las hermanas de Estefanìa en una litera pegada a la pared, escuchan un sonido peculiar que las despierta y describen la visión de una figura o sombra negra que reptando por el suelo poco a poco va entrando en la habitación.
La agresividad de la fenomenología llegó a tal punto, que una de las fotografías de Estefania ardió sin motivo quedando intacto el marco y cristal que la sujetaban.
La fotografía la tenía la madre de Estefanìa encima de un cubre radiador de mármol.
Cuando ésta se da cuenta de que falta la foto de su hija, mira hacia el suelo y allí encuentra ésta boca abajo, al recogerla y darle la vuelta, observa con estupor como la fotografía de su hija aparece medio quemada y sin embargo el marco y el cristal de la misma, están intactos.
La madrugada del 27 de noviembre de 1992, la Comisaria de Vallecas Moratalaz, recibe una llamada sorprendente.
En la calle Luis Marín número 8, se estaban produciendo una serie de fenómenos paranormales.
Según el testimonio del padre de familia, los cuadros y crucifijos de la casa estaban dando vueltas y en mitad del pasillo han visto una figura oscura, alta y sin pelo que estaba allí esperàndoles.
Hasta allí se desplazaron dos coches patrulla de la Policía Nacional y el Inspector Jefe José Negri.
Eran las 2:30 de la madrugada y el inspector lo primero que se encuentra es a la familia Gutièrrez Lázaro en la calle aún a pesar del frío que hacía en aquella noche de noviembre.
Estando los seis policías en el salón junto con la familia, se quedan atónitos al ver cómo una de las puertas del mueble bar se abría violentamente y oscilaba con fuerza durante varios segundos.
Es entonces cuando a tenor de este fenómeno, cuatro de los seis policías deciden irse y quedarse en el portal del inmueble.
Mientras uno de los policías se queda en el comedor junto a Concepción Lázaro, el Inspector José Negri y Máximo Gutierrez entran en la habitación de la hija de éste.
Al parecer algo había arrancado un Cristo de la Cruz de madera en la que estaba adherido y había dejado la marca de tres arañazos en el póster sobre el que estaba colgado el crucifijo.
Por otro lado, la habitación tenía salida a una terraza y mientras revisaban la habitación, escucharon un gran estruendo en la terraza, en donde al salir corriendo a ésta no hallaron nada ni a nadie.
Allí le cuenta Máximo al inspector que estando un día con su hijo charlando en la habitación, una fuerza extraña lanzaba a su hijo de un lado a otro de ésta.
Por otro lado, pudieron comprobar que en el mantel que tenía la mesita en la que estaba el teléfono, aparecía una mancha de color marrón.
También es inspeccionado el baño por el inspector Negri, centro de todos los fenómenos de voces, bajada de temperatura y fuerza extraña, el cual ante el pavor que producía a la familia lo utilizaban de trastero.
Al entrar en él José Negri, sintió como se le ponían los pelos de punta y como un frío helado le llega a hasta los huesos, según sus propias palabras: “Un frío que no había sentido nunca”.
El resumen de lo acontecido de madrugada en aquel domicilio, quedó reflejado en un informe oficial que ha pasado a los anales de la historia paranormal en ese Paìs.
La familia Gutièrrez Lázaro acabó vendiendo su vivienda y por fin encontraron la tan ansiada paz, en un nuevo domicilio.
Aunque hay que destacar que cuando el equipo una prestigiosa revista fue a ese nuevo domicilio para grabar la entrevista a los padres de Estefanía, hubo una serie de voces susurrantes que se colaron en el audio de las cámaras.
Una de los voces decía “No puedo”, otra correspondiente a una voz femenina “déjala está tarada” y “ojo no hemos comenzado”.
Los inquilinos de la antigua casa de Estefania, nunca han notado nada extraño en ella.
De este extraño expediente X español, podemos sacar como conclusión que la Ouija es un juego al que no se debe jugar en colegios ni institutos por adolescentes.
La Ouija es una herramienta que ciertos profesionales suelen utilizar para contactar con ciertos entes, pero no un es un juego de mesa para pasar una tarde de domingo.
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