CAPÍTULO 10.
Debo decir que aquel viaje interdimensional no fue un viaje de placer, en cuanto se encendió la máquina sentí como mi cuerpo se diluía, como mis moléculas perdían solidéz para finalmente fusionarse en un caudal de energía, sentí un intenso calor y después de eso un mareo que culminó en una momentánea pérdida de la conciencia. Cuando aquel remolino terminó por soltarme, ya no me encontraba en aquella misteriosa bodega, ahora estaba solo, en medio de la obscuridad y un silencio sepulcral.
Tardé unos minutos en recuperar el aliento y la energía suficiente para ponerme de pie, y a medida de que fui recuperando la conciencia, me dicuenta de que estaba en una especie de carretera, era un lugar solitario, un páramo en medio de la nada, como sacado de esas películas que se remontan apueblos pequeños, cuya única comunicación era precisamente esa cinta asfáltica que parecía no tener fin. Como pude y solo en el momento en el que mi visión se adaptó a aquella obscuridad pude ubicar una casi laguideciente luz a la distancia.
-Creo que ahí hay algo... o alguien-
Pensé mientras trataba de encaminarme hacia ese sitio, pero algo estaba tremendamente mal, mi cuerpo parecía más elástico de lo normal, el más mínimo movimiento hacía que mis brazos o piernas aumentaran su longitud dos o tres veces más de lo que era humanamente normal. y eso no era todo, una terrible sed se había apoderado de mi. Con cierta dificultad remonté el camino y me pareció extraño no toparme con una sola alma, y que el silencio parecía devorarlo todo, pues ni siquiera se escuchaba algún canto de los grillos o el paso de algún animal nocturno, ese lugar era el más solitario del mundo.
Al llegar a aquella luz, pude darme cuenta de que aquello era un motel, estaba en el abandono, con las puertas abiertas y as paredes herrumbradas, que exhibían las ruinas de lo que alguna vez fue papel tapiz. Llegué hasta lo que parecía ser la recepción de aquel sitio, con la esperanza de encontrar a alguien.
-Hola.... disculpen.... ¿hay alguien?....-
Nadie atendió a mi llamado, el lugar estaba abandonado como todo lo demás, observé detenidamente aquel sitio y pude notar que en un calendario en la pared, era el año 2034, pensé que aquello se trataba de una muy elaborada broma, así que seguí explorando esa sala y pude encontrar algo que se salía de lo común: en el suelo, a poca distancia del mostrador, encontré una pequeña maleta, era sin lugar a dudas, las cosas que previamente había enviado el doctor Cuenca a ese sitio, pude deducirlo por que esta no tenía esa extraña cobertura de polvo que cubría todo en aquel lugar. Al abrirla encontré ropa, era algo juvenil para mi gusto pero serviría, también encontré un equipo de radiocomunicación tal como Casas lo había dicho, y finalmente encontré también una pistola, una enorme escuadra calibre nueve milímetros. De inmediato tomé el equipo de comunicación y lo encendí.
-¿Alguien me escucha?....Cambio...-
Nada, nadie, ni siquiera se escuchaba la estática que caracteriza a esos equipos de comunicación, así que decidí dejarlo por un momento y vestirme, después de ello, seguí revisando ese lugar, en la recepción no había nada que pudiera serme útil, así que con cierto recelo y cierto temor, comencé a revisar las habitaciones, una a una al fin que no eran más de diez, algunas carecían de puertas por lo que asomarse al interior era una cuestión muy simple, otras, si bien conservaban dicha puerta, su picaporte había sido arrancado, hubo una habitación que llamó poderosamente mi atención, la siete: la puerta conservaba el picaporte, pero eso no era lo raro, lo raro era el hecho de que habían unas huellas de algún pie descalzo, era uno mediano de tamaño y parecía que quien hubiese dejado esa huella había caminado previamente por agua. Decidí abrir aquella puerta que al menos no contaba con seguro, por lo que ante el más mínimo giro del picaporte, se abrió con un crujir y un letárgico rechinido.
-¿hola?.... ¿hay alguien?....-
-no debemos tener miedo, este es nuestro legado.....no debemos tener miedo, este es nuestro legado.... no debemos tener miedo este es nuestro legado....-
-¿Hola....?-
-No debemos tener miedo este es nuestro legado... no debemos tener miedo, este es nuestro legado.....-
Sobra decir que aunque me esforzaba por enfocar la vista en la obscuridad, no podía ver quien era quien repetía esa frase una y otra vez, lentamente en la obscuridad, busqué el apagador, y no tardé en encontrarlo, ahora con una especie de mezcla de terror con cierta esperanza vería si había luz pero sobre todo resolvería la incógnita de si estaba solo en aquel sitio o no... Al encender la luz no encontré nada, ni nadie, la voz que segundos antes emitía una frase programada y repetitiva, se había esfumado, pero lo que había en las paredes aún así resultaba un poco perturbador: En letras rojas, sin dejar un solo hueco en las paredes y el techo, estaba escrito aquel enunciado que tanto había escuchado
....-No debemos tener miedo, este es nuestro legado.....-
Nada tenía sentido ahora, me senté en la cama esperando una respuesta, miré a todos lados, nada parecía fuera de lo convencional, claro: con excepción de las inscripciones en las paredes, pero todo lo demás hacía una habitación de motel normal, estaban la televisión pendiendo del techo, la amplia cama con colchas de mal gusto, los burós con un teléfono a la mano que solo servía para comunicarse a la recepción, en fin, todo normal hasta que volví a ver esas huellas en el piso, ahora iban buscando la salida de la habitación. Me levanté de la cama y comencé a seguir las huellas; resultó que estas se perdían en un armario, era todo, tenía que abrir la puerta y seguramente ahí estaría alguien, lentamente deslicé la puerta, esperando encontrar algo, lo que fuera, pero no había nada.
-¿Doctor Ortega?... ¿puede oírnos?....-
El radio me acomodó un tremendo susto, pues en medio de aquel inexorable silencio de repente escuché la voz del doctor Cuenca....
-Lo escucho claro doctor Cuenca... cambio-
-Tal parece que lo logramos... lo enviamos a esa zona por que es la que tiene cargas de energía estables, ahora, esto solo es la puerta de entrada a donde está Finn, ese sitio le parecerá bastante extraño... en fin, tiene que guiarse hasta ahí, no le será difícil, pero tenga en consideración que si lo hieren en ese sitio, usted puede morir, es tan vulnerable... como aquí....-
-Oiga: mi cuerpo, se estira, se deforma....-
-Lo llamamos híper elasticidad, es una especie de facultad que tienen todos en ese lugar, también eso lo hace un poco más resistente...recuerde que en este momento usted es más energía que materia...-
En ese momento escuché la voz del doctor Casas.
-Está en el peor de los escenarios doctor Ortega... muévase rápido y haga lo que haga no se distraiga, ese es un lugar peligroso....-
-¿a qué se refiere?....-
-Suerte....-
En ese momento lo entendí, al menos el concepto de lugar peligroso, había un espejo frente a mi y en él pude ver la figura de una mujer, su reflejo me indicaba que estaba a mi espalda, en el baño, y que esta mujer se había suicidado colgándose del tubo de la regadera. Volteé de inmediato y la vi con más claridad ella estaba con el rostro amoratado, los ojos, sus globos oculares se habían salido de sus cuencas y pendían mórbidamente sobre sus mejillas, ella al verme se incorporó y esbozó una sonrisa burlona, para decirme algo que me heló la sangre:
-Finn se va a morir... Finn se va a morir... él no respeta nuestro legado...-
Después de eso su cabeza volvió a asumir la posición de quien ha muerto... me acerqué de nuevo y puse mi dedo índice sobre su nariz para comprobar si respiraba, estaba muerta... desde hacía ya mucho tiempo, y el más mínimo toque la hizo que su cuerpo se pulverizara, eso me dejó ver algo escrito en la pared del baño, algo que no había notado: había una estaca de madera tirada en el suelo, y al lado, escrito con sangre: "Marceline". Eso me parecía sin sentido, pero como dijo el doctor Casas... era hora de moverme, aunque no sabía hacia adonde todavía.
CONTINUARÁ
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