EL DESCENSO A LA LOCURA
CAPÍTULO 5.
Roberto y yo no entendíamos nada de lo que estaba sucediendo, no entendíamos nada de psiquiatría, después de todo, nosotros éramos los pacientes, no los psiquiatras, pero ahora sabíamos que el Kavner tenía un origen, y ahora también sabíamos que en esa oficina abandonada, podríamos tener respuestas a lo que estábamos padeciendo. Seguimos indagando entre los archivos, aún cuando no sabíamos lo que estábamos buscando, la doctora nos hizo ve que mientras más mentes estuvieran concentradas en ese fin, quizás más pronto entenderíamos lo que estaba pasando.
En aquel sitio encontrábamos de todo, era como una perturbadora galería de la aberración humana, con la lectura de los materiales que íbamos encontrando, supimos que ese tal doctor Kavner había servido a las fuerzas Nazis durante la segunda guerra mundial, y esto se hizo patente, por los restos de su uniforme de gala del ejército nazi que pendía de un gancho y la cantidad de suásticas en las paredes, y así supimos entonces que al término de esta guerra , lejos de ser castigado por sus acciones simplemente había encontrado refugio en México, donde había sido contratado por el hospital que tras darle libre albedrío, incluso le asignó un presupuesto para continuar con su mórbido trabajo, y así hizo toda clase de horrores hasta su muerte a mediados de la década de los 50.
Conforme íbamos leyendo más nos asqueaba saber que un ser humano podía hacerle semejante vejación a otro, los experimentos de este doctor, incluían los choques eléctricos, sumergir al paciente en materia fecal o sanguijuelas, y me llamó la atención uno en que describía que dejaba al paciente en lo que él mismo llamó "cámara de Kavner" que consistía en un artefacto de madera que por dentro era de color muy negro, ésta se cubría, tras introducir al paciente en ella, con otro paño, también negro, por lo que la víctima quedaba en una completa y total obscuridad a veces por días, a veces por semanas enteras, él a este procedimiento le llamó "ayuno de luminosidad" Como si esto fuera poco, a mi me dio pavor encontrar un cuaderno que se titulaba "apuntes del Necronomicón" definitivamente ahí sentí un vuelco en el corazón.
-Muchachos...-
La doctora nos llamó hasta una mesa, donde había encontrado un gran número de fotografías la gran mayoría eran de los procedimientos efectuados por este doctor, per había una en particular que difería mucho de las demás, una que era a color y que por el tipo de papel, había sido tomada muy recientemente, en ella se apreciaban un doctor y su paciente, éste último, atado a la cama, padeciendo desnutrición y seguramente dolores inconmensurables, pero esa foto, pese a decir mucho, no decía nada, pues el doctor en la foto, usaba una cofia y cubre bocas, lo cual hacía imposible revelar su identidad.
Y eso no era todo entre las fotos estaba una lista detallada de todo el cuerpo médico y de enfermeras que habían acompañado al doctor en su atentado a la humanidad, la doctora, comenzó a murmurar los nombres que iba leyendo en aquella lista...
-Imelda Márquez....Teodoro Santos... Clementina Garza... Florence de la Croix...¡¿Sara Velázquez?!.... pero ella ahora tendría... más de 80 años-
-¿quién?-
-Hay una paciente en el cuarto de aislamiento número 18... lleva al menos 30...ó 35 años en estado catatónico, no ha hablado jamás, y lleva por lo menos 15 años de estar postrada en la cama por voluntad, pero si le mencionas... le preguntas del pasado... de su juventud, comienza a gemir de una manera horrible y a llorar... ¿Será ella?....el expediente que tengo allá arriba dice que era enfermera... Oigan tenemos que salir de aquí por favor ayúdeme a llevar esto, al hospital... esperemos que esa cosa ya nos de tregua...-
Tomamos cuanto pudimos, entre fotos y documentos, no sabíamos si ello nos llevaría a algo, pero al menos ya éramos tres trabajando por una causa común, después empezamos a buscar una salida, después de caminar entre pasillos, encontramos un corredor, de roca, se veía algo de luz al final, así que de inmediato entramos en el, y por fortuna -o desgracia- conducía a una especie de zona boscosa, un error de construcción, pues si un paciente lograba escapar, seguramente tardaría días enteros en ser encontrado... si es que era encontrado. Salimos de ese bizarro hospital sin saber cuanto tiempo pasamos en él, pero ya comenzaba a ocultarse el sol, afortunadamente para nosotros, habíamos caminado en un círculo casi perfecto, y ahora estábamos viendo la entrada trasera del ala principal del hospital. Todo se escuchaba tranquilo, bueno la tranquilidad relativa que ofrece un manicomio, así que justo en el momento que comenzamos a caminar hacia la puerta, vimos una silueta que ya nos era aterradoramente familiar: Era el Kavner, que venía hacia nuestra posición, de inmediato corrimos a ocultarnos entre la roca del corredor y una pila de basura, y él, simplemente pasó de largo, en su mano traía su macabra pala y en la otra su bolsa de yute.
Nos quedamos quietos mientras lo observábamos pasar, al llegar a la orilla de la zona boscosa se acuclilló, y con su pala comenzó a escarbar, después de hacer un hoyo en la tierra, sacó de su bolsa la cabeza que horas antes, había cercenado de la paciente, y la enterró para después irse, perderse en ese bosque esbozando una sonrisa macabra. Después de ver eso, corrimos, corrimos tan rápido como pudimos, hasta entrar en el hospital mientras veíamos como este ente desaparecía entre las sombras-
CONTINUARÁ
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