LA CASA DE "LA VICARIO"
CAPÍTULO 4
Era más que obvio que no podía decirle a mi mamá lo que había sucedido en la iglesia, tenía que callar, pues existía una gran posibilidad de que alguien pensara que estaba padeciendo los terribles efectos del "Síndrome del Golfo Pérsico" que consiste básicamente en una locura desatada por haber participado en combate en aquella región.
Para fortuna mía en ese instante, cuando mi madre estaba a punto de pedirme una explicación, nos interrumpió un grupo de vecinos, algunos me abrazaron, y definitivaente todos me felicitaron por haber vuelto de aquella guerra, por lo que al menos a mi, se me ovidó lo vivido minutos antes en el interior de la iglesia.
-Oye que bien que no te pasó nada, ya ves lo que le pasó a los hijos de doña Bertha... ellos ya no regresaron....-
Decían algunos de mis vecinos, haciéndome recordar que tarde o temprano tendría que rendir cuentas ante doña Bertha, pues sus hijos y yo habíamos entrado casi al mismo tiempo al servicio armado y por azares del destino, los tres habíamos sido solicitados por el gobierno de Estados Unidos al de México, solo que servíamos en diferentes compañías, yo pertenecía a la 123, y ellos, a la 127, es por eso que cuando su convoy fue atacado yo estaba a mucha distancia de ellos. Ahora sentía más cargo de conciencia por haber sobrevivido, más cuando un par de años antes de ir a esa guerra, ya había intentado suicidarme al menos dos veces, pero en todas la muerte me había despreciado.
Después de despedirnos de los vecinos, seguimos caminando a nuestra casa, caminamos por la calle Abelardo Rodríguez hasta toparnos con la calle Leona Vicario y como era una costumbre, ya aquella calle se iba engalanando con las decoraciones propias del día de muertos, bueno: casi toda la calle, pues siempre existía un obscuro, un hueco que dejaba la casa de los homicidios, la de los Nolasco, solo que ahora, con el paso de los años se veía un poco más tétrica, y parecía que ni siquiera el vandalismo se atrevía a tocarla, pues pese a que en la colonia se observaban algunas pintas, aquella construcción nunca había sido tocada, no tenía grafitis, solo eran los estragos del tiempo los que habían desprendido casi toda la pintura de la fachada, amén de que los marcos de madera que constituían las ventanas lucían apolillados, los vidrios obscurecidos por el correr de los años te hacían imaginar que dentro, alguien podía observarte con toda calma, esperando el momento en el que te descuidaras para hacerte los más inimaginables tormentos.
-má...-
-¿qué cosa?....-
-me parece increíble que esta casa siga aquí como si nada pasara...-
-Hace tiempo vinieron unos agentes de bienes raíces, y se decías que querían demolerla para construir un oxxo....-
-¿y que pasó?....-
-Pues de la noche a la mañana dijeron que siempre no, que el terreno no se prestaba para la tienda, y muchas otras cosas, pero la verdad es que ya hasta habían venido a revisar para la demolición.... quien sabe, la verdad es que siento que nadie quiso estar.....¿ya pensaste que vas a hacer ahora?-
Vaya manera que tenía mi mamá de hacer que me olvidara de mis fantasmas, en parte tenía razón, tenía que encontrar una ocupación, pues el dinero fruto de mis días como combatiente, duraría poco si no me ponía a trabajar pronto....
-Había pensado en poner un taller mecáni......¿viste eso madrecita?-
-¿qué?-
Yo se que no imaginé lo que vi, cuando ya nos acercábamos a la acera frente a la casa de los homicidios, pude ver claramente como Javier, uno de los hijos de doña Bertha, caminaba lentamente, su aspecto era aletargado, y aún portaba el uniforme de combate con el que fue encontrado por nuestra unidad el día en que murió, solo que estaba desgarrado, muy sucio, a tal punto de que incluso en la oscuridad, se notaba el cruel embate que había sufrido, aún cargaba entre sus manos un lanzagranadas, y su casco estaba ensangrentado. No me detuve a pensar ni por un momento, de inmediato crucé la calle para ir a su encuentro, y aunque solo eran unos pasos, no pude darle alcance si no hasta que con un rechinido ensordecedor abrió la pesada reja de aquella casa e intentó entrar en ella, yo lo alcancé en ese preciso instante y lo sujeté por el hombro, y pude sentir un escalofrío recorriendo mi espalda..
-¡Javier!....¿Javier?.....-
Cuando dio la vuelta, apenas pude contener el grito que quería salírseme, pues efectivamente tenía yo ante mi a Javier, que había sido mi vecino desde la infancia, el mismo Javier a quien yo vi dentro de una caja de madera en medio oriente y lo aterrador es que lucía igual que en aquella ocasión, su cara estaba destruida por una explosión, faltaba su ojo derecho, que había reventado, en la piel de su rostro tenía metralla que se había incrustado cuando una bomba acabó con su convoy y lo peor: le faltaba una parte de su cráneo dejando expuesto parte de su cerebro, pero lejos de aparentar algún sufrimiento, tenía una especie de sonrisa, en el lado de la cara que no había sido destrozado por la bomba....
-¡¿pero qué?!....-
-Hola Martín.... ¿verdad que no hay mejor cosa que esta?... ya estamos en casa...-
-¡tú estás muerto!....-
-No lo se... pero seguramente tienes razón.... después de todo eres el especialista en la muerte ¿no?....-
-¡¿Qué quieres de mi?!....-
-Nada... de hecho.... quise venir a saludarte...-
Traté de mantener la calma tanto como me fue posible, pero definitivamente las emociones me estaban aniquilando, era horrible ver así a una persona con la que alguna vez jugaste canicas, en la niñez, pero ahora necesitaba escapar de él pues me estaba mostrando la parte más aterradora de haber participado en una guerra, aquel cruel destino del que yo apenas había logrado salir con vida. Mas me fue imposible huir, antes de que yo pudiera dar un paso, me sujetó del antebrazo, su temperatura era gélida y a un tiempo su fuerza era descomunal, a tal punto de que me paralizó ante él.
-¡Aléjate de los ecos mortales!....-
-¡¿qué?!....-
-¡aléjate de los ecos mortales!.....-
Después de decir estas palabras me señaló hacia una de las ventanas de la parte de arriba de la lúgubre casa, miré hacia donde apuntaba con su dedo y pude ver que la luz de aquella pieza estaba encendida y no solo eso, si no que alguien estaba parado ahí mirando hacia la calle, lo cual, si lo razonamos detenidamente, era imposible, al menos lo de la luz encendida, pues desde que yo recuerdo, esa casa no tenía ya ni agua corriente ni electricidad.
-¡los ecos mortales!....los has despertado... están aquí.....-
Volví a mira hacia aquella ventana, y la figura que había visto hacía solo unos segundos, ya no estaba, y cuando regresé la mirada a donde estaba Javier, para sorpresa mía, él también se había evaporado en medio de la noche. De inmediato di la media vuelta y apreté el paso para salir del umbral de aquella casa, y cuando estaba a punto de cerrar la pesada reja, tropecé con algo, más bien alguien, se trataba de Marianita, la hermana menor de mi amiga, estaba agazapada entre la enredadera de la fachada de la casa, y parecía que su intención era entrar en ella.
-Marianita ¿Qué haces aquí?....-
-Tengo miedo, pero.... tengo que entrar a la casa y tocar el timbre....-
-¿por qué querrías hacer eso...-
-Es que las niñas grandes no me dejan jugar con ellas hasta que no pase la prueba para ser parte de la banda....-
-No tienes que hacerlo, es muy peligroso... mejor mañana pasaré por ti y por tu hermana e iremos a las quesadillas o a donde tú quieras....-
-¿En serio?....-
-Si, pero ahora ya vámonos, te acompaño a tu casa....-
-Si-
Ya un poco más tranquilo tomé a Marianita de la mano y crucé la calle para encontrarme con mi mamá, ella lucía apesadumbrada....
-¿a qué fuiste a esa casa Martín?....-
-No... a nada mamá... solo quise ver como es por dentro.... al menos el jardín...-
-Y ¿Qué viste? .-
-nada....-
De verdad esa era una gran mentira, pero tenía que averiguar primero si en verdad lo había visto, o era producto de un trauma postguerra, lo cierto es que mientras nos alejábamos de la casona en cuestión, de reojo pude ver como la luz se encendía de nuevo en aquella pieza del segundo piso....yo solo quería salir de ahí y volver a casa lo antes posible.
CONTINUARÁ.....
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