....".Y cuida a mi mami, a mi papi, a mi abuela y mis hermanos, ah, y por favor cuida mucho de Lucifer, pues nadie pide por el, yo lo hago en su lugar, amén".
Y el tiempo paso pero lamentablemente las condiciones en las que la pequeña y su familia vivían no eran del todo "Optimas" con frecuencia caían en enfermedades y hambrunas, sin embargo, esto no era motivo para que la pequeña Alondra dejase de rezar por el diablo, "Y cuida de mi mami, mi papi, mi abuela y mis hermanos, ah, y por favor también cuida mucho de Lucifer, pues nadie pide por el, y yo lo haré en su lugar, amén" y así lo decía cada noche.
La familia era tan humilde que no podían dar sepultura a su bebita y lloraban su miseria, cuando de la nada arribó a la humilde vivienda el mas majestuoso cortejo fúnebre que nunca se había visto en ese lugar u otra parte del mundo, rosas, coronas, una carroza elegantísima jalada por seis percherones negros y al frente del cortejo, un hermoso joven de piel blanca como la nieve, cabello negro y sedoso ataviado finamente en un traje de gran gala negro, tanta belleza cautivaba, pero lo que más impactaba eran sus ojos, rojos como la sangre, como carbón encendido, pero hermosos y cautivadores, bañados en lágrimas que ocultaban la verdadera fiereza de su dueño.
Inició la misa de cuerpo presente, la iglesia estaba a tope y el joven en primera fila seguía llorando sin mirar a nadie sino la pequeña cajita blanca de finísimo alabastro que contenía aquel angelical cuerpo.
Los padres de la niña no se animaban a agradecer o cuestionar a su distinguido benefactor, quien cabizbajo seguía ahí en un solemne y silencioso llanto que desgarraba el alma del más valiente.
Finalmente el cortejo partió al cementerio en donde los padres, hermanos y familiares de la pequeña tan solo pudieron contemplar el sepulcro más majestuoso jamás visto, al ingresar el pequeño féretro a su nido de descanso eterno aquél joven estalló en un llanto que dobló a mas de uno, los padres no sabían que hacer.
Cómo aquella persona desconocida podía haber amado y sentido tanto la muerte de la niña?
Y como si hubiera leído sus mentes, volvió su fiera pero enternecedora mirada y con pena y dulzura infinita dijo: "Por miles de años el mundo ha buscado la manera de tacharme de lo peor, desde tentador, ladrón, traidor, enemigo, hasta lo más ofensivo y blasfemo, pero ella, ella con su dulzura, su inocencia, su amor infinito, todas las noches sin falta y a pesar de que era castigada por hacerlo nunca dejó de orar y pedir por mi, ni una sola noche".
Los padres pensaron que se trataba de un maestro de la bebé y le preguntaron pues por su nombre. El joven se alejó y dio la vuelta diciendo: Debes recordar el final de las oraciones de tu propia hija:" Y bendice a Lucifer porque nadie pide por el así que yo pido por todos."
Dicho esto el joven desapareció.
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