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viernes, 15 de enero de 2016

DIA DE LOS INOCENTES CAP. 2. Christian Perales.

DÍA DE LOS INOCENTES CAPÍTULO 2.
Ya no pude soportar más tiempo, el miedo que antes sentí se convirtió en un instinto de conservación, eran muchos los que  venían a mi encuentro y si no me movía correría la misma suerte que mis amigos, corrí un poco y subí a mi coche que se había mantenido encendido, aceleré y tuve que conducir en reversa para terminar de sacarlo del cajón de estacionamiento.

Fueron los cinco metros más angustiantes que habìa  vivido hasta entonces.

Con todos ellos corriendo tras de mí, era técnicamente imposible maniobrar, por lo que me detuve en seco cuando la defensa trasera de mi auto golpeó con otro coche y fue entonces cuando ya conduje hacia adelante, ellos se agruparon al lado pero el acelerón hizo que de inmediato se quedaran atrás, me sentí a salvo por unos momentos, pero después me di cuenta que iba directo a una encrucijada. 

Frente a mi, en la rampa que conducía a la salida del estacionamiento, una camioneta pick up había sido abandonada, su motor estaba encendido y la puerta del conductor estaba abierta dejando entrever que el asiento del conductor y la portezuela estaban llenos de sangre, después de meditar por un segundo recordé que esa era la camioneta del licenciado Robles

-¿se lo llevarían?- pensé mientras vi en el espejo retrovisor la cercanía de "ellos" ya era imposible ir de reversa, ahora estaba acorralado, solo quedaba una opción un pequeño paso muy estrecho pero aunque el coche se golpeara y raspara contra la pared era posible pasar e intentar llegar a la rampa de salida, volví a pisar el acelerador a fondo, brinqué las dos banquetitas que dividen los cajones y sentí como la lámina del vehículo raspaba la pared al tiempo que una cascada de vidrios rotos del auto se me venían encima. 

Lo había logrado, con muchos daños pero había salido de ese sitio y ahora me enfilaba por la rampa hacia abajo, y como siempre sucede, cuando estás a cincuenta metros de salir bien librado, algo sucede, yo me distraje viendo el espejo para ver si habían dejado de seguirme, por lo que no vi el momento en el que llegué al final de la rampa y en ella había un muro que separaba la salida de la entrada, di el volantazo, solo por instinto, solo para no chocar de frente, de lleno contra el muro, pero el impacto inclinado ocasionó que el coche se volteara quedando sobre su costado. 

Perdí la noción del tiempo, serían como tres minutos en los que estuve intentando tomarle sentido a lo que había sucedido, además de que me dolía el cuerpo por el impacto, de pronto vi, frente a mi sobre el cristal estrellado del a auto, una mano que arrancaba los despojos, a tientas busqué algo, cualquier cosa con la que pudiera defenderme, pero parecía inútil, todo dentro de la cabina estaba fuera de su lugar, cerré los ojos imaginando mi cruento fin, pero en ese instante escuché una voz...

-Señor Santana ¡¿está usted bien?!....-

Era la voz del guardia de seguridad, se había percatado del accidente y acudió en mi ayuda....

-No se preocupe señor Santana... voy a llamar a la ambulancia, usted no se mueva....-
-¡no, ambulancia no! está pasando algo muy grave allá arriba, sácame de aquí...-

Con algo de forcejeo pero logró sacarme, tenía una herida en la cara pero fuera de eso estaba bien, apenas salí y quise ponerlo en sobre aviso.

-Mira, si te digo lo que está pasando en el nivel de arriba no me los vas a creer, pero te voy a pedir que llames a la policía y que digas que tienes una situación de epidemia...-
-Pero ¿Qué pasó?-
-Te lo digo al rato, ve a la caseta y llámales....-

Me doy cuenta de las ironías del destino, yo conocía al vigilante hacía ya muchos años y era sabido que tenía una relación estable con Sara, ella era de mercadotecnia y era muy sabido que ella se quedaba después de terminar su jornada y cenaba con él, eso fue lo que desató la ironía pues ella siempre le decía  "Te comeré a besos"  y en unos instantes aquella promesa estaba a punto de volverse literal. 

Me recargué en los restos de mi coche a recuperar el aliento pensando que una llamada telefónica me separaba de la salvación y además mirando hacia la rampa  parecía que "ellos" no habían tenido la inteligencia para seguirme, los había desorientado. 

De pronto escuché el grito de nuestro vigilante y vi como intentó correr y ponerse a salvo, detrás de él Sara venía corriendo, ya le había mordido el cuello, era horrorizante darme cuenta que ahora estas cosas se movían rápido, pese a que los de mi primer encuentro eran muy lentos y poco racionales .

-¡Señor Santana corra!....-

No tenía que repetirlo, el problema es que correr a la ciega era muy peligroso, tenía que escapar con estrategia, y desafortunadamente para mi el único lugar seguro al que podía ir era a la cabina donde se producía el programa, la puerta era lo bastante gruesa como para servir de refugio por unas horas mientras la policía, el ejército o alguien se hacía cargo de el asunto, y había un teléfono, eso era suficiente hasta el momento; además de que la puerta de salida que desembocaba a la calle, estaba más lejos y era peligroso intentar llegar corriendo. 

El único problema era que tenía que pasar por enfrene de Sara, que después de derribar al vigilante ahora comenzaba a comérselo.
Como una cosa fortuita y afortunada para mi, la llave con la que se aflojan las tuercas de las llantas de mi carro, se salió con el impacto y estaba ahí al alcance de mi mano, con eso me defendería, lo tomé y sigilosamente y me encaminé hacia la puerta que daba al corredor, que a su vez desembocaba a las escaleras que conducìan a las cabinas de grabación.

A medio camino Sara ya había hecho trizas el abdomen del vigilante y se percató de que yo estaba ahí lo que hizo que se levantara y comenzara a observarme como un animal salvaje acecha a una presa antes de cazarla, mientras yo me quedé quieto pues sabía que algún movimiento brusco rompería ese  frágil equilibrio de la situación, eso si, en ningún momento solté la barra que empuñaba, estaba preparado para defenderme pues sabía que en cualquier momento ella correría a tratar de devorarme también ....

-Sara... escúchame... estás enferma... no quieres hacer esto... va a venir la cruz roja y te van a ayudar.... ¡Sara!....-

Pero eso era inútil, Sara se abalanzó sobre mi y no me dejó más alternativa que defenderme, casi cerrando los ojos asesté el primer golpe, fue certero, en la cabeza y eso la hizo caer a suelo, aunque lo más raro es que pese a que le destrocé la mitad del cráneo, ni siquiera una gota de sangre salió de su herida, pero estaba a salvo, eso era suficiente para mi, mi intención no era matarla, después de eso corrí y llegué hasta la puerta del corredor, todavía cuando la iba cerrando vi levantarse a Sara y corría detrás de mi nuevamente, pero no logró llegar, alcancé a cerrar la puerta, más cuando estaba recargado en ella, tratando de recuperar mis fuerzas caí en la cuenta de que todo eso, apenas era el inicio del caos.
-¿qué son estas cosas?....¿y si aquí dentro hay más de ellos?...-

Fuese como fuese era más peligroso volver al estacionamiento así que decidí apegarme al plan, caminé por el corredor hasta las escaleras y de ahí en minutos que parecieron una eternidad, llegué a la cabina, todo estaba solitario, de haber sucedido en otra época del año el lugar estaría lleno, pero por ser fin de año, casi todos los programas eran grabados, y casi no había nadie a partir de las siete de la noche. 

Era más que obvio que ya estaba paranòico así que antes de entrar revisé cuidadosamente la cabina, no había nadie, pero sobre todo no había nadie que me pudiera devorar.

Después de cerrar bien la puerta tomé el teléfono y llamé a la policía...la llamada entró de inmediato.
-emergencias 060 ¿Cuál es su emergencia?...-
-Señorita se que lo que voy a decirle es un poco disparatado, pero aquí donde estoy hay una epidemia o algo así, la gente se está matando vengan rápido....-
-Entiendo... mire, le voy a suplicar que no llame para hacer este tipo de bromas, por favor señor se que es día de los santos inocentes, pero hasta para hacer una broma hay límites, le voy a pedir que ya no llame...-
-¡¿qué?!, oiga señorita pero....-
Eso fue todo, la operadora de la policía me colgó pensando que aquello era una broma de los santos inocentes.

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