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jueves, 14 de enero de 2016

LA OPERACION. HECTOR ORDOÑEZ.


















LA OPERACIÒN.

Antes de contar mi anècdota quiero dejar bien claro que lo que les comparto es sin afán de ser pretencioso ni nada parecido.

Dios y la vida han sido generosos conmigo y he tenido la fortuna de viajar por el mundo y conocer gente maravillosa que me ha dejado experiencias de vida igual de maravillosas.
Bueno por cuestiones del destino pertenezco por hobbie y convicción a un grupo esotérico serio y discreto que no busca reconocimiento y del cual me reservare el hacerlo público ya que va en contra de nuestras ideas, no así las experiencias que son las que quiero compartirles.
Corría el verano del 93, Jorge y yo estabamos de descanso de una comisión universitaria en la ciudad de Arauca en Colombia, era un sábado caluroso acabábamos de desayunar un rico sancocho de gallina preparado por Pochita, mujer robusta y llena de vida.
Jorge comenzò a sentirse mal del estomago, comenzò a sudar y Pochita se acercò a èl y lo tocò, le frotò el estomago y mi amigo se quejaba y gritaba de dolor.
Pochita continuó frotando a la vez que sacudía la cabeza con desaprobación, se levantó y dirigièndose a mí con un gesto de desánimo me dijo -no se va a poder- , -¿no se va a poder que Pochita?- contesté -Tu amigo esta muy enfermo, grave, trae algo en la panza desde endenantes, no sé por que lo manifestó hasta ahora, no lo lleven al médico por que se muere ahí.
Conozco un gitano que lo puede curar, está en Cravo Norte, como a dos horas de aquí y es el único que lo puede salvar -habían pasado como dos horas desde que Jorge empezó a quejarse, para entonces ardía en fiebre.
Dejo de quejarse y parecía estar en trance, balbuceaba como delirando, de vez en vez abría los ojos con espanto y decía "vete no te conozco" y después parecía desvanecerse.
Salimos Pochita y yo, buscamos a nuestro coordinador y le informamos la situación.
Fué a casa de Pochita para confirmar lo que le decíamos, cuando vió a Jorge se asustó, inmediatamente buscó un telefono e intentò comunicarse con los padres de Jorge pero no contestó nadie.
Cuando Pochita le expresó su sugerencia se negó rotundamente y además la amenazó con acusarla como responsable de lo que le pasara a Jorge ante las autoridades.
Pochita sin hacer caso a lo que le decía saltò sobre èl coordinador y tomó su cabeza entre sus manos colocando sus dedos pulgares en las sienes, quedó paralizado, de inmediato se puso pálido y su rostro dibujó un gesto de miedo, salió e informó al comisionado encargado de ser nuestro anfitrión que saldríamos pero no comentó nada del estado de salúd de Jorge.
Pochita a su vez habia conseguido ya quien nos llevara hasta Cravo Norte, Antioco vecino y nativo de Arauca se ofreció, me hubiera gustado conocerle más pero en todo el trayecto apenas si cruzamos palabra.
El coordinador viajaba en el asiento del copiloto, atrás Jorge enmedio, Pochita y yo a su lado, ella colocaba una especie de compresas de agua y hierbas cada 15 minutos aproximadamente, mientras lo hacía hablaba en dialecto.
Al llegar Pochita bajó del vehiculo y enseguida lo hicimos todos, aproveché el momento para preguntar al coordinador que le hizo cambiar de opinión (la curiosidad me corroia por dentro) y despuès de mucho insitir me dijo: te lo voy a contar pero despues de hacerlo quedará en el olvido, si me entero que lo contaste negaré todo y tu quedarás en ridiculo.
-Has de cuenta que vi todos sus órganos internos (de Jorge) vi sus pulmones llenarse de oxigeno, vi su corazón palpitar y sus entrañas... los intestinos estaban negros, como en descomposición, vi lo mal que estaba, y ya no me preguntes que me da esacalofrio nada más recordarlo.. 

El lugar estaba a las afueras de la zona urbana de Cravo Norte.

Veredas entre vegetación, un lugar muy parecido a algunas comunidades de nuestro bello Chiapas, las casitas salpicadas aqui y allá eran humildes pero acogedoras, especie de palapas de madera y techo de hojas, me sentí  como en mi México, aunque ninguna era tan peculiar como la del gitano Anselmo (así lo conocián sus vecinos) serían ya como las 6:00 P.M. la tarde empezaba a caer, Pochita salió corriendo, -bájenlo rápido no esta Anselmo pero ya no tarda en llegar, su mujer dice que lo recibe-., 

En ese momento vi pasar una sombra a mi lado, pasó tan cerca y a la vez tan rápido que sentí como abanicó el aire a mi costado derecho, alcancé a ver una figura humana y al pasar junto a mí toco mi hombro, -¿viste?- le pregunté al coordinador, -¿vi qué? -nada- justo en ese momento en que la sombra tocó mi hombro se dispararon sensaciones en mi, algo difícil de explicar, fué como si mis sentidos se potenciaran, vi colores que no había visto ántes, empatía es lo que mejor describe como sentí a mis congéneres.

No entendí, me sentí parte de mi entorno, de la tierra, del universo, estaba en cuerpo pero no en alma, la sombra me arrastró hasta una puerta trasera de la casa y en ese momento sentí como si regresara de golpe a mi cuerpo el coordinador tuvo que sacudirme fuerte para hacerme reaccionar y caminé mecanicamente hacia la casa.

Al entrar pregunté a la esposa de Anselmo: -¿ya llegó verdad? -a lo que asintió-.

Pochita preguntó extrañada -¿como sabes?- le contestè -Lo ví pasar-.

Enseguida Anselmo salió de otra habitación y Pochita aún más extrañada preguntó -¿en que momento entró que no lo ví?- 

Anselmo me dirigió una mirada de complicidad, volví a ver la figura de la sombra pero materializada.

Jorge yacía recostado en el suelo en una cama de cobijas y Anselmo se dirigió a donde él estaba, pidió a su esposa un cuenco de agua y un cuchillo, -¡apartense!, ¡tu no!, te quiero aqui a mi lado derecho- dijo dirigiendose a mí, se enjuagó las manos en el cuenco y procedió a descubrir el vientre de Jorge, cerró los ojos y tomo mis manos, -toma el cuchillo-, lo tomé y volvi a sentir esa sensación, no habló sentí como el dirigía mis manos, vi lo que el coordinador describió, todos sus órganos vivos.

Yo no sentì el miedo que sintió èl momentos antes,  yo me sentí maravillado ante ese organismo vivo, me dirigió a los intestinos, en la parte baja había tejido necrosado, vi a ese tejido moverse como con vida propia, -eso es lo que hay que quitar- dijo Anselmo -córtalo con el cuchillo-, procedí a hacerlo con una precisión asombrosa, la confianza me la daba Anselmo, en todo momento sentí que él sabía lo que hacía, al separar el tejido de el intestino se pegó a mi mano izquierda, sentí como invadía el tejido de mi mano y se impregnaba en él.

Anselmo en un movimiento rápido lo separo de mi mano y lo echó en el cuenco de agua, tapo el cuenco con sus dos manos y gritó en voz alta "DESDE EL PUNTO DE LUZ QUE EMANA DEL MAESTRO DONDE SU PROPÓSITO GUIA Y ES OMNIPOTENTE, RECLAMO EL ESPACIO Y ARMONÍA EN ESTE PLANO, EXHILIADO ENTONCES, ANULO TU PROPÓSITO OSCURO".
Enseguida en el mismo dialecto que le había escuchado a Pochita siguió hablando sin parar por aproximadamente 20 minuntos más, del cuenco algo parecía querer escapar moviendose frenéticamente, al terminar de hablar aplastó el cuenco haciendolo pedazos enmedio de un estruendo ensordecedor.

En ese momento fué como regresar otra vez de un plano astral, Jorge abrió los ojos y dirigió su mirada hacia Anselmo como agradeciendole, asombrósamente todo síntoma y dolor desapareció, sudoroso se incorporó como si nada. 

Fué hasta 6 meses después de nuestro regreso que los involucrados volvimos a platicar sobre esta experiencia, fué tal el impacto que causó que algunas cosas preferimos guardarlas para nosotros, hasta entonces supe según el coordinador que nunca nos quitaron la vista y tampoco vió todo lo que Anselmo hizo con mis manos, solo veia como moviamos las manos en el aire haciendo una especie de pantomima de una cirugía y el aplastamiento del cuenco y el estruendo.

Jorge por su parte conoció a Anselmo en su delirio, a el le decía  -Vete no te conozco- sintió el trabajo con las manos y la experiencia de paz que ya les relaté.

Anselmo falleció en cuerpo el 15 de Abril de 1994, casi a un año de conocernos, desde entonces es mi Maestro espiritual, él me visita en alma de vez en cuando, dice haberme mandado a traer ese dia que nos conocimos.

Pochita me llama por teléfono cuando tiene algo que consultarle, me usa de conducto la muy condenada, quise traerla a México pero le teme a los aviones. 

¿Que si guardo algún recuerdo? solo el cuchillo que Anselmo me regaló y que tuve que esconder en mi maleta al regresar.

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