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sábado, 7 de mayo de 2016

EN MAZATÀN Rogelio Ramos Miranda




Una vez hace treinta años, me fui a vivir a Chiapas.
A un lugar llamado Mazatàn, era una casa muy rùstica, con mucha vegetacion, tuve una huerta, me gustaba mucho ese lugar. 
Pero sucediò que mi hijo el màs pequeño, tenìa cuatro años, veìa yo que volteaba mucho hacia la ventana que daba precisamente al huerto, a veces como que reìa con alguien pero tambièn varias veces me abrazaba llorando. 
Me decìa "mira, el señor, que se vaya el señor", yo le decìa que no habìa nadie, que no se espantara y lo distraìa para que dejara de llorar.
Una tarde casi oscureciendo, estaba mi niño con otro de mis hijos que tenia 15 años en ese tiempo, estaban subiendose a un àrbol, tomè mi càmara y por la ventana les tome la fotografìa.
Cuando llevè a revelar me llevè una gran sorpresa, en la ventana habìa un hombre, parecìa un monje, con capucha.
Su mano se veìa como si estuviera palpando el vidrio.
Mi niño seguìa viendo hacia la ventana y cada vez se asustaba màs, ya no reìa cuando lo hacìa como al principio, comenzò a estar abrazado de mi pierna o de la pierna de mi esposa, no nos dejaba para nada, no jugaba, tenìa mucho miedo.
En otra ocasiòn y al ver asì a mi hijo, quise investigar que era eso que se aparecìa, y volvì a tomar otra foto, la misma imagen, pero ahora se veìa adentro de la casa.
Cuando vi eso me espantè mucho, y decidì ir por un sacerdote para que bendijera la casa.
No funcionò, cada vez que tomaba yo una foto, ahi seguìa, pero ahora ya dentro de la casa, a veces estaba de espaldas junto al fregadero,
No aguantè màs y decidimos mi esposa y yo cambiarnos de casa.
Nos fuimos a otro lugar un poco màs chico y màs incomodo, ya no tengo huerta, pero la tranquilidad que tuvimos en esa casa, hizo que nos olvidaramos de los malos momentos en la otra. .

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