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miércoles, 8 de junio de 2016

EL HOMBRE QUE VIAJÒ MÀS ALLÀ DEL SISTEMA SOLAR Ely Ortiz


EL HOMBRE QUE VIAJÒ MÀS ALLÀ DEL SISTEMA SOLAR.
Cuando un hombre se ve ante sus peores temores, uno corta inmediatamente la imaginaciòn, porque a veces es insoportable pensar en ello..
Es del conocimiento comùn que la primera persona en ir al espacio, fue Yuri Gagarin, un ruso, que ascendiò durante la era soviètica y se convirtiò en una de las personas màs famosas de la historia.
Acordemos que astronauta es un tèrmino empleado por la NASA, pero los sovièticos en su programa espacial, llamaban a sus hombres cosmonautas, Yuri Gagarin encabeza la lista como el màs legendario, no solamente entre cosmonautas, sino tambièn entre astronautas.
Pero quizà no se le deberìa llamar el primer hombre que subiò al espacio, quizàs se le deberìa llamar el primer hombre que subiò y regresò con vida.
La era Soviètica esconde muchos pecados abominables, el comunismo ruso fue brutal, sanguinario y totalitarista, con totalitarismo quiero decir que se podìan hacer cosas y se guardaba el màs privado secreto respecto a ello, nadie podìa saber lo que sucedìa.
Los sovièticos querìan vender el comunismo como el mètodo por excelencia, la forma de vida del futuro, el sistema econòmico sublime.
Por lo tanto todos los errores que se cometìan en el comunismo eran tapados, por decirlo de una manera amable, porque en realidad eran eliminados.
Y con algo tan importante y con algo que era tan determinante, para hacerle ver al mundo el "avance" maravilloso de un paìs, como por ejemplo el viaje espacial, se guardaba el màs celoso y estricto secreto.
Si uno pregunta a una persona comùn, cuàl fue el ser humano en ir màs lejos, seguramente muchos tras pensarlo un poquito, diràn Armstrong, la primera persona en caminar sobre la luna, el norteamèricano, quien pudo haber ido màs lejos que èl.
El problema es que quien te diga èsto, està equivocado, la persona en ir màs lejos, es alguien que no lo disfrutò para nada, es alguien que quizà dentro de los pròximos años estarà por cruzar la frontera de Neptuno, para salir del Sistema Solar..
Dos hermanos del norte de Italia, de la familia Judica-Cordiglia, eran radioaficionados, era una tecnologìa bàsica, era una tecnologìa simple, pero en aquel entonces, todo el mundo la utilizaba, y cuando me refiero a todo el mundo eran personas como tambièn gobiernos, el internet no existìa, eran los años 50s.
Los hermanos Judica Cordiglia, aparte de ser radioaficionados, habìan logrado construir su propia antena, nuevamente, esto no tiene nada de extraordinario, si eran niños muy inteligentes, niños que alimentaron su aficiòn, y estudiaban bastante y pedìan ayuda de maestros.
Maestros que al ver semejante entusiasmo los ayudaron, hasta que finalmente lograron construir su propia antena, con la que se divertìan intentando hablar con otras personas alrededor del mundo.
Pasaron los años, los hermanos fueron aprendiendo màs, y de ser niños se convirtieron en adolescentes, era un fin de semana, estaban disfrutando de una noche libre y comenzaron a jugar con su radio en el àtico de aquella vieja casa italiana.
Comenzaron, pero poco a poco el risueño y tierno rostro de ambos adolescentes, se fue convirtiendo en una cara de horror, en un rostro de tragedìa, de miedo.
Ambos guardaron silencio absoluto al escuchar los gritos, no era el idioma que ellos hablabàn, no podìan entender absolutamente nada de lo que este pobre hombre desesperado, aterrorizado, gritando a todo pulmòn, gritaba o clamaba, pero sabìan que era una llamada de auxilio, era alguien pidiendo ayuda, era alguien que incluso estaba llorando.
Ellos se quedaron frios y les tomò mucho trabajo voltear la cabeza para verse las caras, pero la transmisiòn durò màs de 30 minutos, y cada vez se hacia màs tètrica, y cada vez se hacìa màs horrible, porque la voz de èste hombre era cada vez màs tenue, se estaba perdiendo la señal, se estaba perdiendo la señal y el hombre jadeaba, perdìa el aliento.
Los chicos tuvieron a bien grabar la mayor parte de la conversaciòn, o por lo menos la mayor parte del dialogo de èste hombre, tenìan un miedo tan grande, que casi se quedan congelados pero grabaron una buena parte.
Armados con èsta grabaciòn, le preguntaron a un profesor en que idioma hablaba èste señor, el profesor escuchò y les dijo que no tenìa idea, pero que èl podìa contactar con otro profesor, retirado ya, un hombre muy anciano, que quizà pudiera saberlo.
Pasò una semana y cuando los chicos fueron finalmente a hablar con el profesor, escucharon una revelaciòn que los aterrorizò, resulta que el idioma era ruso, y el susto fue tal que desmontaron la antena, porque tenìan miedo de que pudieran haberlos rastreado, de que pudieron haber escuchado una conversaciòn secreta.
Se dieron cuenta de que en efecto, habìan captado una comunicaciòn con un cosmonauta, la radio de los chicos fue lo suficientemente potente, para que la señal, el radio de la señal fuera hasta allà arriba y captara la conversaciòn del hombre que estaba en la capsula.
En efecto, era una llamada de auxilio, el hombre lo ùnico que repetìa, era "por favor contestenme, ¿que hago, que hago?, por favor contestenme ¿que hago, que hago?, por favor contestenme, no puedo respirar, no puedo respirar, ¿que hago, que hago? por favor contestenme" y cuando su voz se quebrò "no me hagan esto, no me dejen asì, por favor no me dejen asì"
Teniendo èste dato, los chicos no necesitaron que ningùn profesor les dijera, que la razòn por la que la señal se estaba perdiendo a lo largo de los minutos era porque la capsula en la que tenìa que estar ese hombre se saliò del eje gravitacional del planeta y se perdiò en la nada, en la inmensidad del espacio.
Pasaron los años y se atrevieron a llevar la cinta a un doctor italiano eminente, el doctor les confirmo que los jadeos eran propios de un hombre que se estaba quedando sin oxìgeno, era bastante obvio lo que habìa pasado.
Y recièn hace poco, èsta historia se conociò, muy para vergûenza del programa espacial soviètico.
No toma mucho pensar como habrà sido para un pobre hombre darse cuenta lentamente de que no solo no iba a poder regresar nunca a casa, de que no solo el oxìgeno se iba a acabar eventualmente, sino que allà en la tierra su familia ni siquiera lo iba a poder enterrar, iba a ser solamente un punto perdido en la nada, en el vacio còsmico, y hoy preservado a menos de 270 grados bajo cero el cuerpo de ese desafortunado cosmonauta sigue viajando en la negrura absoluta.

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