Aunque me avergüenza confesártelas, hoy he decidido hacerlo. Disculparme, porque no he tenido tiempo de escucharte, pero la verdad, siempre consideré que contigo no iba a poder hacer negocios. Sentía que contigo no tenía sentido conversar. Sé que me buscaste, porque necesitabas que te escuchara, pero dediqué mi tiempo sólo a aquellos que me dejaban dinero.
Ahora entiendo lo importante que es tener amigos y no solamente socios en la "utilidad". Ahora sé que la amistad es un solo corazón que late en dos cuerpos y que es la mayor expresión de la convivencia.
He comprendido, como decía Facundo Cabral, que sólo lo barato se compra con dinero y que no hay suficiente dinero en el mundo para comprar una amistad.
A mis hermanos, lazos de sangre olvidados...
A mis amados hijos, parte de mi ser y tiempo que no ha de repetirse...
Pero sobretodo a tí, Señor, amigo mío, ahora que conoces mis fallas y debilidades, suplico tu perdón y un poco de tu tiempo para que me acompañes en esta última etapa de mi vida, porque hoy estoy vivo, mañana... no sé.
Y te pido que nos hagas comprender que el tiempo no perdona y que es nuestra vida lo único valioso que podemos ofrecer a los seres que amamos y que nos aman.
Quisiera tener tu presencia cerca de mí ahora que me he decidido a vivir. Pero, Señor, amigo...
¿No será demasiado tarde para amar?
Hoy, en este que es el primer día del resto de mi vida, de este mes llamado "del Padre", te prometo, Señor... amigo mío, que tendré el tiempo suficiente para ser feliz, aunque sea las próximas horas.
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