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miércoles, 28 de junio de 2017

ANËCDOTAS DE LA ABUELA Roci H Murrieta

La foto de Ely Ortiz






ANÉCDOTAS DE LA ABUELA.

Mi abuela siempre creyó en que había un lado oscuro, el bien y el mal , al fin y al cabo tenía a una hermana que había vendido su alma al diablo y conocía toda la maldad de la que era capaz .
En fin mi abuela siempre nos contaba historias antes de dormir , nosotros la íbamos a visitarla todos los veranos , así que la pobre nos tenía que soportar dos largos meses.
Visitar a la abuela era ya de por si toda una aventura , en el pueblo no había electricidad y como a las seis de la tarde empezaba a oscurecer, mi abuela alumbraba su casita con candiles hechizos y las veladoras de su altar que de verdad era grande.
Siempre nos daba de cenar a las seis de la tarde y a las siete y media u ocho ya estábamos en la cama , entonces mi abuela nos decía que nos durmiéramos rápido porque no tardaba en pasar la llorona, la carreta o el volar las brujas, entonces nosotros curiosos le preguntábamos si ella ya había visto a la llorona , ella nos contestaba que no , sin embargo mi abuelo era ‘’cliente ‘’ frecuente de la llorona , pues se cuenta que a los infieles se les aparece y para eso mi abuelo se pintaba solo .
– A ver tu Aurelio , -le decía mi abuela a mi abuelo - , cuéntales a los nietos por que se te aparecía la llorona -.
Mi abuelo nos contaba que cuando salía a tomar aguardiente a la tiendita del pueblo y venía de regreso con la oscuridad de la noche, de repente veía a una mujer delgada , alta con pelo largo y negro y lo trataba de seducir con su contoneo.
Mi abuelo la seguía , pero dice que había un momento en el trayecto que no recordaba , invariablemente despertaba en el cementerio, en una lápida ante una cara de yegua horrible.
Empezaba a correr y lo mismo, había un pedacito del trayecto que no recordaba, de repente se encontraba frente a su casa.
En otra ocasión en que alcanzó a oír el aullido de la llorona , mi abuelo que nada más iba medio tomado acelerò el paso para llegar a su casa , sin embargo el sentía que por cada paso que daba, la llorona daba tres, al grado de sentir que le pisaba los talones.
Entonces sacò su caravana cuata y le apuntò y le disparò, pero las balas se trabaron dentro de la carabina, mi abuelo tocò a la puerta de su casa con desesperación, mi abuelita que también había escuchado el grito de la llorona abrió la puerta pero se puso detrás.
Entró mi abuelo a la casa y el aire les dio a una gallina y sus pollitos que estaban cerca de la entrada, tanto a la gallina como a los pollitos se les torció el cuello, se les fue hacía atrás.
Al día siguiente, cuando mi abuela les enseñò a sus vecinos lo que les pasò a la gallina y a sus pollitos todos se aterraban.
Por consejo del sacerdote, enterraron a la gallina y sus crías en el campo santo.

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