LUCES ROJAS. NORBERTO ALEJANDRO RAMOS OLGUÍN.
Hola, amig@s. Hace ya algunos ayeres, fuimos a Paso de Cortés unas amistades y mi ex a hacer una ceremonia en el 22 de diciembre para recibir las primeras luces del sol al amanecer.
Para llegar a dicho lugar tuvimos que recorrer la carretera que va a Amecameca y de ahí subir hacia Tlamacas, pasando por San Pedro Nexapa.
Desde que llegamos a la altura de San Rafael, empezamos a notar que los bordes de la Ixtaccíhuatl no eran muy claros, como que se veían algo borrosos y costaba trabajo tratar de fijar la vista en la cumbre de la misma, cosa que no sucedía con la cumbre del Popocatépetl el cual era completamente nítido.
Al mismo tiempo parecía como si algunas luces o algo se moviera sobre la cumbre de la Ixtaccíhuatl pero no le hicimos mucho caso.
Al llegar a San Pedro Nexapa, lo pasamos y nos detuvimos un momento al salir del pueblo en un claro que permitía ver las cañadas que estaban hacia el norte del lugar.
Se veía una serie de luces casi todas rojas que se movían como si fueran una cascada que caía por el lomo de una de las colinas lejanas.
El que iba manejando, una alemán nos dijo: "Vámonos, en Alemania decimos que las brujas son bolas de color rojo que se mueven de la misma manera como las que estamos viendo".
Así que sin más nos subimos al coche y emprendimos el camino de ascenso hacia Paso de Cortés lo más rápido que se pudo ya que la carretera de dos carriles es muy sinuosa, cabe aclarar que las sombras que nos rodeaban parecían moverse solas.
Para esa fecha tenía apenas unos dos años que había dejado de participar en el Socorro Alpino de México, por lo que conocía bastante bien el camino y las diferentes rutas para subir a las montañas.
A pesar de ello la sensación de urgencia por llegar a la cumbre iba en aumento pues muchas de las sombras parecían querer detenernos (no iban con nosotros ningún niño o niña).
Al llegar a donde se encuentra la barra de acceso conocido como la forestal, las sombras dejaron de seguirnos.
Así que llegamos a lugar donde dejamos el coche y empezamos a caminar hacia el lugar donde creíamos que podríamos hacer nuestro rezo.
Como caminamos en silencio, casi al llegar al lugar que era un claro que permitía ver al Popocatépetl y al Ixtacciíhuatl al mismo tiempo, escuchamos el retumbo rítmico de tambores los cuales nos acompañaron toda la ceremonia.
Durante la misma todos tuvimos la sensación de que una gran cantidad de personas, todas ellas indígenas mexicanos, nos rodearon y nos acompañaron toda la ceremonia.
Al regresar nos dimos cuenta que en el lugar donde habíamos parado para ver las cañadas, había una cruz que señalaba el lugar donde una persona había fallecido.
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