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jueves, 28 de enero de 2016

LAS BRUJAS Alex Muñoz C.











LAS BRUJAS. 

Hace 3 años, el 23 de junio en la noche ibamos llegando mi familia y yo a un pueblo llamado Hutzilac en el estado de Morelos, ahì se llevan a cabo las festividades religiosas en honor al Santo Patrono San Juan Bautista el dìa 24, asi que esa noche llegamos a casa de unos familiares y ahi nos quedamos a dormir.
Al otro dìa, despuès de comprar algunas imagenes religiosas, crucifijos, etc., nos pasamos a llevar a los niños de la familia a la feria, los subimos a los juegos y los llevamos a comer antojitos.
Como a las 8 o 9 de la noche, decidimos regresar al D.F., a pesar de las protestas de mi madre y mi abuela. pero realmente habìa cosas importantes que hacer.
El autobùs de regreso estaba bastante lleno, venían señoras, señores y niños, traían crucifijos y demás objetos religiosos de recuerdo, venían muy tranquilos cuando de pronto se descompuso el autobús.
Los señores bajaron a conseguir leña del cerro para prender en el camino como aviso de que había un auto averiado, en lo que otros más revisaban el autobús.
Los señores que fueron por la leña, cada vez se alejaban más de la carretera , hasta que de pronto escucharon el grito de una mujer que dijo: “¡¡Ahí vieneeen, corraaaan”!!!,
Los hombres levantaron la vista y vieron como unas bolas de fuego venían a toda velocidad detrás de ellos, corrieron a toda prisa y lograron subir al autobús que gracias a Dios ya había encendido de nuevo, así chófer y compañía eramos perseguidos por las bolas de fuego que golpeaban al autobús una y otra vez queriéndose meter en el.
Las señoras pusieron sus imágenes en las ventanas y rezaban acompañadas del llanto y susto de los niños al ver esas luces golpeando el autobús, a lo lejos vimos una iglesia y decidieron salir del camino para entrar a un territorio bendito.
Pero al acercarse vimos que no era una iglesia, sino una carpa de circo abandonada, volvimos sobre el camino, siempre seguidos por estas bolas de fuego.
Cuando al fin vimos a lo lejos la incorporación a la pista y la caseta de cobro, al llegar ahí las bolas de fuego habían desaparecido y todos bajamos del autobús asustados contándole a la gente de la caseta lo que nos había pasado y dijeron que eso suele ocurrir a la gente que pasa por ese lugar, justo en la fiesta del Santo.
Toda la gente quedamos muy asustada y sorprendida al ver que la imagen que llevaban, así como las de los crucifijos se habían derretido quedando solo las cruces de madera.
Yo no creìa en estas cosas hasta que me tocò vivirlo en carne propia.

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