LA VERDAD DEL VIAJE A LA LUNA. PARTE 1.
Siempre estuvo ahì, el hombre primitivo alzò tambièn la vista hacia ella y sintiò curiosidad. Despuès llegò el miedo y la luna fue adorada.
Màs adelante los seres humanos la convirtieron en un sueño, a veces bello, a veces terrorìfico, y el satèlite natural de la tierra se convirtiò en emblema de lo utòpico, de lo inalcanzable.
Hasta el siglo XX la luna fue propiedad de poètas y soñadores, algunos màs audaces llegaron incluso a describirla.
En el año 499 a. C. el filòsofo griego Anaxàgoras enseñaba que la luna es un astro habitado con infinidad de valles y montañas, y otro tanto pensaba Demòcrito, el creador de la teorìa atòmica, nacido tambièn en el siglo V a.C.
Pitàgoras creìa igualmente en una luna viva y habitada, y su discìpulo Filolao irìa màs allà, asegurando que nuestro satèlite natural se hallaba habìtado por seres 15 veces màs grandes que los humanos, y acertò al afirmar que el dìa lunar equivale a 15 dìas terrestres.
Despuès llegaron los libros y con los libros los viajes.
Plutarco en el siglo I de nuestra era describe la luna como una segunda tierra
Fue hacia el año 160 d.C. cuando el griego Luciano de Samosata escribe el primer viaje a la luna, en su obra "Historia verdadera" "una tromba de agua arrastra un barco hasta la superficie lunar".
Ariòsto en el "Orlando Furioso" asegura que la luna es un gran valle en èl que se encuentra todo lo que hemos perdido en la tierra "riquezas, coronas, honor y esperanza".
En 1638 aparece en Inglaterra "El hombre en la luna", otro libro que causa sensaciòn, su autor el Obispo Francis Goldwin, envìa a la luna al aventurero español Domingo Gonzàlez, con la ayuda de una pareja de gansos amaestrados.
Fue con Galileo en el siglo XVII cuando las viejas ideas de los griegos sobre la luna empiezan a tomar consistencia, Galileo inventa el telèscopio y queda asombrado al contemplar los cràteres y las grandes superficies oscuras que son identificadas con mares.
En 1647 John E. Veluz traza el primer mapa lunar y lo publica en su libro CelenografÌa,.afirmando que la luna estaba repleta de ciudades.
Entusiasmado con èstos descubrimientos Cyrano de Bergerac publica en 1648 su cèlebre "Viaje a la Luna", un libro asombroso en el que por primera vez se habla de cohètes.
Cyrano describe dos astronaves, una impulsada por la evaporizaciòn del rocìo, la otra por un cohete de tres fases.
Serìa èste trabajo justamente el que servirìa de inspiraciòn a Julio Verne y a los Padres de astronàutica moderna.
En 1671 Querubìn de Orleans publica un segundo mapa lunar, el interès del pùblico es tal que en 1865 se publican 6 libros sobre temas espaciales, el màs conocido fue sin duda "De la Tierra a la Luna" del genial Verne.
Y en 1903 el ruso Konstantín Tsiolkovski proporciona las pautas que servirìan de modelo a la coheterìa del siglo XX.
Ademàs de esas viejas y romànticas ideas sobre la luna y de la literatura màs o menos fantàstica sobre los viajes a nuestro enigmàtico satèlite natural, la historia de la humanidad aparece igualmente repleta de otros no menos misteriosos fenòmenos registrados en la superficie lunar.
En el verano de 1178 al poco de ponerse el sol un grupo de monjes de la Catedral de Canterbury, observò en el filo de la luna, un formidable resplandor acompañado de gigantescas llamaradas.
En 1789 el astrònomo Schròter contemplò atònito una enorme zona iluminada en la llamada Regiòn de los Alpes Lunares.
A lo largo de ese año otros observadores dieron fè de la presencia en la superficie de la luna de incrèibles y desconcertantes luces que se movìan entre mares y cràteres.
En 1820 el tambièn astrònomo Francois Arago publicò en los anales de Quimica y Fìsica, el relato de otra asombrosa observaciòn "Durante un eclipse toda una formaciòn de luces evolucionò sobre la luna manteniendo el òrden de vuelo durante los virajes".
En 1843 el mencionado astrònomo alemàn Johan Schròter asistiò a otro fenòmeno para el que tampoco se ha encontrado explicaciòn, al observar el cràter Linne en el mar de la tranquilidad, el cientìfico comprobò algo desconcertante, el citado cràter de unos 7 kilòmetros de diàmetro cambiaba regularmente de forma, poco despuès para asombro de la comunidad cientìfica, el cràter en cuestiòn desapareciò por completo.
¿Què habìa ocurrido?
En 1971 Apolo XV sobrevolò la zona y fotografiò Linne, el desconcierto de los astrònomos fue total, el cràter Linne solo tenìa 2700 metros de diàmetro, y estaba allì.
En 1877 el astrònomo inglès Klaine fue testigo de otras intènsas y ràpidas luces que se dirigiron al centro del cràter Platòn, una vez en la caldera las luces se reunieron formando un triàngulo.
En 1950 el Dr. Wilkins era tèstigo de otro suceso aparentemente imposible, en el centro del cràter Aristarkus se encendiò de pronto una gran luz, iluminando una amplia regiòn lunar.
¿Grandes llamaradas en la superficie de la luna? ¿Luces en formaciòn?
¿Què estaba pasando en la luna?
Y en Julio de 1969 al fin el ser humano cumpliò su viejo y añorado sueño, el Apolo XI se posaba en el Mar de la Tranquilidad.
Y el mundo vibrò con aquellos primeros y tìmidos pasos de Neil Armstrong.
Pero el mundo, una vez màs fue engañado.
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