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viernes, 29 de enero de 2016

ZOMBIES Christian Perales






ZOMBIES
Los vimos en muchas películas, los vimos en los cómics, en los videojuegos, pero ¿Qué pasa cuando esto sucede en la vida real?¿qué pasa cuando la realidad supera a toda ficción?¿qué pasa cuando un ser querido se convierte en un "no-muerto"?
Recuerdo esa noche, yo estaba dormida, como toda niña de ocho años, tenía un mundo de cuentos de hadas en la mente y trataba de ser feliz, pese a que la nostalgia me invadía al haber perdido a mi mami unos meses antes, así fue como mi mundo cambió de un momento a otro, cuando mi papá entró a mi alcoba, lleno de un terror que se podía leer en la expresión de su mirada...
-hijita...necesito que te levantes... perdóname por favor... hice algo terrible-
De inmediato y sin mediar mayor palabra, me sacó de mi cama, a partir de ahí todo se convirtió en una pesadilla surrealista. Se que mi papá es el responsable indirecto de el apocalipsis zombie real, y yo alguna vez lo odié por eso, pero hoy entiendo de que a fin de cuentas era un científico que trascendió las barreras entre lo oculto y lo comprobable, que desafió tanto a las ciencias más puras, como al esoterismo.
Existió el libro más terrible de toda la humanidad, el libro que por cierto acabó con la civilización como la conocíamos, el Necronomicón, o mal llamado libro de los muertos, fue escrito por alquimistas, hechiceros y adoradores del mal, en él, se encuentran secretos del más allá, que eran demasiado avanzados para el año 1100 de nuestra era, pero que al combinarse con la ciencia moderna crearon un engendro entre ciencia y cosas difíciles de entender aún hoy. 
Mi padre llevó a casa el genuino Necronomicón, lo habían encontrado en un monasterio en Inglaterra que alguna vez perteneció a la secta de los caballeros templarios, era un libro enorme con dibujos aterradores, esquemas, planos de artefactos y conjuros, estaba muy conservado a pesar de tener 900 años, tenía un "elegante" forro de piel en sus pastas, que por cierto al final entendí que los mitos populares no se equivocan pues en verdad esta piel, del forro, alguna vez perteneció a un ser humano. La ciencia y lo oculto tuvieron un bebé y este bebé macabro creció para destruir la vida.
Mi padre lo usó en sus experimentos, aunque el experimento más audaz lo hice yo, cuando solo tenía ocho años leí el libro y encontré en él un conjuro que prometía traer de vuelta a la vida a mi mamita, o sea que en realidad no fue mi padre quien hizo "algo terrible" fui yo, con los pocos conocimientos que tenía a esa edad. 
Mi mamá había muerto hace unos meses a consecuencia de un extraño padecimiento y mi padre decidió conservar su cuerpo en hibernación criogénica, para investigar más acerca de la enfermedad, yo usé una noche, uno de sus artefactos para hacer el conjuro que venía en el libro, con el afán de revivir a mi mamita.
Ahora volvamos a aquella noche...Salimos de mi alcoba a la sala y pese a los esfuerzos de mi padre intentando evitar que yo volviera la vista hacia el baño de nuestra casa, vi que ahí estaba mi madre, mi papá la había encadenado a los tubos del baño. ¡tenía vida de nuevo! pero no era ella, sus ojos estaban enrojecidos, su piel estaba verdosa, sus labios estaban amoratados y sus dientes llenos de sangre, se movía de una forma errática y no podía hablar, solo gruñía y su cabello estaba ensortijado y sucio, nos miraba a mi papá y a mi con algo que no puedo describir como odio, más bien era un afán irrefrenable de atacarnos, hoy se que quería comernos. 
Salimos al jardín y ahí estaba nuestro perro, un enorme rothweiler, había muerto, su cuerpo estaba destrozado y lleno de sangre, hoy supe que fue la primera víctima de efecto zombie.
Abordamos la camioneta de mi papá, y fuimos a un laboratorio donde él trabajaba, al llegar, nos aguardaba una teniente del ejército, la teniente robles que era amiga de mi padre, eso es todo lo que recuerdo de aquella noche...me dejó a su cuidado, con la sola mirada se comunicaron bastó solo eso para que aquella hija del ejército mexicano entendiera la magnitud del caso
-esa cosa... despertó... no se que sucedió... eso no tenía que pasar...-
-arréglalo, en una hora, si no haz vuelto te mandaré refuerzos...¿dónde fue?-
-en mi casa... ¿te puedo encargar a mi hija?-
-claro... ven pequeñita esta noche dormirás conmigo... ¿quieres un chocolate?-
Caminamos hacia el interior del laboratorio, mientras volvía la vista atrás, pude ver a mi padre abordar su camioneta, y algo me decía que aquella era la última vez que lo volvería a ver.
Después, a las pocas horas, empezaron a sonar las sirenas y a volar los helicópteros de una forma frenética, escuchábamos disparos y gritos por todos lados, no sabíamos que estaba pasando, luego la teniente me llevó a un cuarto enorme debajo del laboratorio. 
La energía eléctrica falló, solo teníamos las luces de emergencia, luego las comunicaciones lo último que alcanzamos a escuchar fue una orden a las fuerzas armadas, de que protegieran los laboratorios, hospitales y lugares estratégicos, y así la teniente y yo, nos quedamos aisladas en ese bunker.
Pasaron siete meses y nosotras seguíamos refugiadas en ese lugar, no padecimos de alimentos, bebidas o higiene, la teniente, a quien con el tiempo aprendí a llamarle por su nombre de pila Bety, me cuidó como una madre cuida de sus hijos.
Durante ese tiempo, ella, esporádicamente subía a la azotea del edificio, llevando con ella un rifle de asalto, y un radio, al volver yo notaba que su semblante era de pavor, de desesperanza. Hasta que un día me lo confesó, me explicó la cruda realidad de lo que estábamos viviendo.
-nena, algo muy malo pasó en la ciudad, hay personas allá afuera... que deberían estar muertas, pero no... no lo están... y... tu sabes que se nos está acabando la comida... tendremos que salir y buscar refugio en otro lado, y me tienes que llevar a donde está un libro muy especial que tiene tu papi.-
Los días siguientes puso en mis manos una pistola de calibre 9 milímetros y aún siendo yo muy niña me empezó a enseñar a dispararla, subíamos a la azotea a practicar, ella me decía que eso salvaría mi vida, y al mismo tiempo estaba preparando una vagoneta del laboratorio que serviría para que las dos saliéramos de allí. 
Hoy comprendo lo que sucedió con más claridad, mi madre había muerto por una enfermedad bacteriana, y el conjuro o el experimento del libro la habían reanimado, también a la sepa de bacterias que se alojaban dentro de su cuerpo, mi madre era una zombie, tenía solo los instintos más básicos del ser humano, comer y caminar esencialmente, ella, por mi culpa, fue la paciente cero, y se habría quedado así, sin propagarse, de no ser por que las bacterias hicieron que fuera contagiosa.
Así que después atacó a un vecino que entró a la casa al escucharla gritar cuando mi padre la encadenó a la tubería del baño, este murió pero a los pocos minutos se convirtió en un zombie de las mismas características de mi madre.
Atacó a mi papá cuando fue a detener los efectos del experimento, entonces, en menos de una hora ya teníamos tres de estos "no muertos", fue entonces cuando la velocidad de propagación del efecto zombi se aceleró exponencialmente, a tal grado que en ese lapso de unos meses, la ciudad había sucumbido ante la ola de contagios, mucho peor, eso ya se había propagado a otros países y Betty y yo estábamos a pocas horas de salir a ese mundo infestado de zombies hambrientos y ni siquiera teníamos una idea de la magnitud de la epidemia, hasta el momento en que salimos.
Al abandonar la seguridad del laboratorio, todo era una zona de guerra, lo primero que encontramos fueron cuerpos mutilados de policías esparcidos en las calles, ellos mismos se habían disparado en la cabeza cuando vieron que habían sido mordidos por zombies, vehículos volcados, incendios por doquier, en pocos minutos, eso se volvió común para nuestra vista, hasta que nos topamos con el primer grupo de "reanimados", eso es lo más aterrador que recuerdo. 
Vestidos con ropas desgarradas, de piel amarillenta, o verdosa en algunos, labios amoratados, mirada vacía y sin alma así lucían los zombies, la ventaja que tuvimos aquella noche, es que la vagoneta nos protegió y que esta clase de zombies  no reaccionaban ante el ruido, por lo que no notaron nuestra presencia.
Así pasaron semanas, que se hicieron meses y luego años... debo decirles que al llegar a mi casa el Necronomicón ya no estaba en su pedestal, por lo que desde aquel momento, sobrevivir y buscar el libro se ha convertido en nuestra prioridad, creemos que la clave para detener esto, se encuentra en ese diabólico libro.
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Vivimos la vida en constante zozobra, buscamos alimento, balas y combustible, y vivimos como podemos, a veces tomando autos para continuar, aunque a veces a veces encontramos algunos sobrevivientes, pero procuramos no encariñarnos con ellos, pues a veces toman rumbos distintos al nuestro, y otras son devorados por los "no muertos", y peor, ellos mismos vuelven a la "vida" transformados en esas cosas, y tenemos que dispararles. 
Betty y yo, somos muy unidas, y ella es mi única familia ahora, por eso, no logro entender como no logré disparar a tiempo, un zombie la atacó por la espalda y logró morderla, antes de quedar inconsciente me pidió que le disparara en la cabeza. 
No se si exista un futuro, pero no es nada alentador cuando llegamos a este final, hoy en cuanto Betty despierte, transformada en un ser hambriento de carne, tendré que dispararle, tendré que acabar con su sufrimiento, estoy sentada frente a ella, y no se si tendré el valor de jalar del gatillo... 
FIN

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