Bruno Amadio (1911-1981), más conocido cómo Giovanni Bragolin .
Se dice que estos cuadros atraen desgracias a quienes lo poseen.
No obstante, ha sido un cuadro el de mayor difusión de este artista, siendo muy solicitadas sus reproducciones en países como España o Inglaterra.
Frustrado por su nula fama como artista, Amadio hizo un pacto con el diablo para que sus pinturas tuvieran éxito en la sociedad.
A partir de entonces realizó cuadros en los que aparecen niños llorando.
Uno de ellos fue un retrato de un niño que vivía en un orfanato que, una vez finalizado el cuadro, se incenció y acabó con la vida del niño.
Su alma, entonces, habita en el cuadro.
En Chile, por ejemplo, se conoce al cuadro cómo El niño que llora y, si se gira 90º hacia la derecha, puede verse a un pez comiendo la cabeza del niño.
La gran expresividad y el simbolismo que reflejan, emanada de la sensibilidad de autor influida por los acontecimientos sociales del momento, han llevado a la creación de fábulas que nunca han sido corroboradas.
Todos estos cuadros tienen una oscura leyenda que acompaña a estas obras ya reconocidas por todos como las de "el pintor maldito", y es que, no se sabe como, empezó a circular el rumor de que los niños representados en los cuadros eran residentes de un orfanato y que todos ellos murieron abrazados en un incendio.
Lo cierto es que algunas casas donde se exhibían estos cuadros se incendiaron, quedando, para asombro de bomberos y propietarios, los cuadros intactos entre los restos calcinados…
La cuestión es que, de la noche a la mañana, sus cuadros se hicieron muy populares y a mediados de siglo eran un tesoro preciado del que se hacían cientos de reproducciones todos los años.
A más de uno les sonarán las caras de estos niños pues más de una de nuestras abuelas seguro que lució una de estas copias en el salón.
En algún lugar debió de ocurrir un incendio en el que lo único que se salvó fue el cuadro del niño llorón y aquí fue donde se desencadenó la leyenda que conocemos hoy en día.
Las casas donde se cuelga uno de estos originales arden en llamas y son fuente de misteriosos poltergueist y fenómenos extraños.
En fin, al final de los años setenta la leyenda se extendió como la pólvora y los testimonios sobre la mala suerte de todos aquellos que poseían uno de los cuadros de la colección se multiplicaban por momentos.
Nadie quería tener uno de estos cuadros en su casa y las copias dejaron de realizarse por falta de pedidos, todos fueron descolgando sus cuadros y arrinconándolos en los desvanes si no deshaciéndose de ellos lo más rápido posible.
Cuentan, que en determinadas fechas, si uno se ponía delante del niño llorón podía pactar con el diablo, y éste te podía mirar directamente a los ojos a través de los enrojecidas y llorosa mirada del niño.
Hoy en día todavía quedan muchos de sus cuadros en circulación, y todavía son muchos los que aseguran que en sus hogares suceden hechos extraños.
Muchos de ellos han grabado psicofonias en sus casas, concretamente, debajo del cuadro del niño llorón.
Lo más tenebroso es que la voz que se graba corresponde a un niño, quien sabe, si al niño del cuadro.
Muchas leyendas y muchas invenciones seguramente, pero tenemos la historia de Rebeca, poseedora de dos ejemplares del pintor, donde en decenas de ocasiones se le ha indendiado la casa, además de sufrir fenómenos extraños de caracter aparentemente paranormal en el interior de su inmueble.
Rebeca adquirió los cuadros hace diez años en una tienda de su barrio, al mes de comprar los cuadros, la tienda cerró de repente sus puertas y nunca más supieron de sus propietarios, incluso el hijo de los dueños era amigo de Rebeca, se juntaban de niños en la calle con el resto de sus amiguitos.
Desde que adquirió los cuadros la casa se le ha incendiado en multitud de ocasiones, nunca ha hecho falta llamar a los bomberos, pero la situación es alarmante, ya que podríamos estar hablando de más de treinta incendios leves en diez años, además según Rebeca en muchas ocasiones retiran sartenes y ollas del fuego y éstas siguien friendo o hirviendo durante un buen rato, como si estuviesen todavía a fuego vivo.
Lo más interesante de la historia de Rebeca y sus cuadros, es que ella desconocía la leyenda de los niños llorones de Bragolin, y fue al verlo en Cuarto Milenio cuando se dio cuenta que tenía dos de esos cuadros en su pasillo y encima firmados, momento en el que relacionó los incendios y fenómenos extraños a los dichosos cuadros que poseía en su casa.
Espero les haya gustado...Para comprobarlo tan solo hay que comprar uno de estos cuadros y colgarlo durante una temporada sobre la cabecera de sus camas.
Eso sí… tengan un extintor bajo la almohada.
Puede que algunos cuadros tengan cierta relación con las tragedias ocurridas pero no todos los cuadros. Tengo familiares y amigos que exhiben en sus casas el famoso cuadro del niño que llora hace mas de 30 años y jamás han tenido un incendio ni cosas trágicas para relacionarlas con la pintura. Una casa puede incendiarse de muchas maneras y la mas común es por desperfectos en instalaciones eléctricas. Los cuadros colgados si no tienen un mueble debajo que ocasione llama directa hacia él nunca se va a quemar, incluso el papel soporta elevadas temperaturas mientras no exista llama directa. Desde mi punto de vista pienso que hay mas culpabilidad por negligencia de los dueños de la pintura que por el supuesto pacto que hizo Amadio con el diablo. No hay certeza que haya ocurrido dicho pacto, tampoco hay registros de que todos esos niños hayan muerto en un incendio. Una tragedia de esa magnitud debería estar registrada con el día, mes y año que ocurrió; ya que no hace tantos años de esto.
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