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miércoles, 17 de agosto de 2016

LA LLORONA Claudia Sinapeido



















LA LLORONA.

Y hablando de la llorona…

En una ocasión asistí a la tocada de un grupo de rock en el que participaba el hermano de una amiga, quien por cierto se llama Alondra, habían inaugurado un bar cerca de mi casa. 

Al terminar el evento, mi amiga me pidió que la acompañara a dejar a los amigos que habían asistido. 

Éramos alrededor de 10 personas las que montábamos una camioneta de carga blanca, la mayoría iba en la parte trasera. 

Fuimos dejando a cada persona lo más cerca posible de su casa; la mía estaba al final del recorrido, por lo cual alrededor de las tres de la madrugada, en la camioneta solo quedábamos mi amiga Alondra, su hermano y yo. 

Recorríamos periférico a la altura de Cuemanco, quien conozca por acá sabrá que todo este lado está lleno de lagos, vegetación y fauna silvestre ya que es una reserva natural. 

Pues veníamos aun con un poco de fiesta y charla muy amena, entre risas y música. 

En un momento curioso los tres nos quedamos en silencio, la música también terminó y en el profundo silencio de la madrugada se escuchó un lamento terrible… algo que nos penetró hasta los huesos, los tres petrificados no hallamos que decir y por un segundo que se hizo eterno escuchamos y sentimos esta sensación indescriptible… un lamento tan hórrido, tan espeluznante, que no es capaz un ser vivo de reproducir, a la fecha lo recuerdo y me causa terror. 

El hermano de mi amiga lo único que hizo fue pisar a fondo el acelerador y transcurridos unos segundos dijo: “¿escucharon eso?” Alondra y yo nos miramos desconcertadas, con las caras pálidas asistimos con la cabeza, coincidimos en que los tres teníamos la piel chinita y que lo que habíamos escuchado era de lo más parecido a lo que muchos llaman el lamento de la llorona… Si es una madre asesina, o una Diosa azteca, NO LO SÉ, lo que sí sé es que JAMÁS LO QUIERO AVERIGUAR.

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