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viernes, 19 de febrero de 2016

BOMBEROS Christian Perales
















BOMBEROS. 
Cada que suena la alarma de la estación empieza un juego macabro: nosotros contra la muerte, tenemos un minuto para estar con nuestro equipo de protección y toda nuestra voluntad y coraje a cuestas, nuestra verdadera fortaleza estará puesta a prueba, listos para ver cara a cara a la desgracia humana, salimos, envueltos en un velo de misticismo y sirenas.
¿qué si hay un recuerdo que me haya marcado? Claro que sí, a veces aunque pones todo lo que está de tu parte, pierdes la partida, apagas las llamas solo para darte cuenta se que una vida se extinguió junto con ellas o no logras sacar a alguien a tiempo de un vehículo retorcido, y te llegas a dar cuenta de que estuviste a solo 5 minutos de lograrlo. Pero lo que pasó esa noche rebasa por mucho todo lo que hasta entonces había vivido como bombero.
La noche del 31 de octubre del año pasado vivimos algo muy raro, como a las dos de la madrugada es cuando los demonios se desatan para nosotros, lo digo en sentido figurado, por que es la hora en la que la cantidad de accidentes aumenta muy considerablemente, por quienes salen de las fiestas más o menos a esas horas, algunos en estado de ebriedad, otros simplemente se topan con los primeros y es cuando viene la tragedia.
Pues en fin, tuvimos un reporte esa hora, un choque múltiple en el circuito interior, cercano al centro médico de La raza perteneciente al IMSS, y cualquiera habría dicho que ante la cercanía de un hospital los heridos serían atendidos con rapidez, pero no, y ahí es donde entramos nosotros, los bomberos, los de rojo. Llegamos al lugar del accidente y estaba como lo esperábamos ver, como una zona de guerra, digo, jamás me he de acostumbrar a ver esas masas amorfas de metales retorcidos, pero con el tiempo aprendes a no horrorizarte tanto. Tres vehículos unos más destruidos que otros, pero en el que más nos necesitaban era uno de color rojo, cuyos pasajeros estaban atrapados, y sus gritos ahogados de dolor y la sangre que impregnaba los vidrios que quedaban del auto, nos hizo entender que debíamos proceder con rapidez si queríamos salvarles la vida. Mientras tanto de uno de los autos -que no había quedado tan destruido-, los pasajeros habían salido por propio pie, finalmente miré hacia el tercer auto y noté que una sábana había sido colocada, sobre este, de tal suerte que una paramédico de la ambulancia lo notó:
-abócate a este colega, en el coche negro ya no hay nada que hacer, los dos murieron-...
Tajante pero cierto, la paramédico tenía razón, así que de inmediato tras haber sacado las "mandíbulas de la vida", comenzamos a cortar el vehículo rojo,, para sacar a sus ocupantes lo antes posible. Cuando ocupas ese tipo de equipo hidráulico tienes que estar muy concentrado, para evitar lastimar o lastimarte, sin embargo, a medida que estaba cortando sentía que alguien jalaba la solapa de mi chaleco de bombero, más cuando bajaba la mirada para buscar que era el motivo del jalón no encontraba nada.
-¡ya cortó, ya cortó!-
Quizá ese grito sea uno de los mejores que pueda escuchar un bombero de la unidad de estructuras colapsadas, por que sabe que su equipo y él mismo, soportaron y superaron la prueba. Quitamos la puerta y un tramo del marco de metal retorcido y esa fue la señal inequívoca de que ya mis compañeros y los paramédicos podían rescatar a los pasajeros
-Siéntate un rato. descansa hermano....-
Fue la sugerencia de uno de mis compañeros, así que con mi equipo en mano caminé hasta un murete de contención y ahí, a medio sentar, me puse a recuperar el aliento, fue entonces cuando sentí otra vez el jaloncito en mi uniforme, cuando volví la mirada, a mi lado estaba un niño pequeño, con los restos de un disfraz de esqueleto, mirándome con tristeza...
-Señor bombero... mi mami no está muerta... está en el coche-
-¿cuál coche?-
El niño sin mediar más palabra, me señaló el coche negro, ese que habíamos dejado a su suerte por considerar que todos en el interior habían muerto, no creí que el niño estuviera bromeando de inmediato me levanté y corrí hasta el auto, retiré la sábana y con mi hacha rompí la ventana de atrás del conductor, ya para ese momento las paramédicos de una de las ambulancias me habían seguido, en el asiento del conductor, yacía una mujer, de inmediato le revisé los signos vitales...
-¡amigo, está muerta!...-
-¡está viva!-
-¡¿en serio?!... ¡corta la puerta!
De inmediato, comencé, las compañeras comenzaron a estabilizar su cuello y signos vitales, y solo tardé veinte minutos para sacar a la señora.... por un momento nos sentimos aliviados, la recostamos en una camilla a ras de suelo, y las compañeras comenzaron a atender sus lesiones, pero ella solo decía en voz muy baja...
-Mi hijo...ayu... ayúdenlo por favor ...-
-Señora, su hijo estará bien , él nos avisó que usted seguía en el auto...-
-mi hijo... salió por el parabrisas... ayúdenlo... por favor-
Hasta ese momento nos había hecho falta una pieza del rompecabezas macabro, y eso fue lo que me hizo observar el auto y la trayectoria que siguió... un enorme agujero en el parabrisas ahora tenía sentido, yo solo se que comencé a correr, más rápido que mis propias ideas, corrí hasta una cuneta, que después se hacía camellón, que después formaba un pequeño barranco al otro lado de la vía, ahí con terror mis sospechas fueron confirmadas, al fondo de la vía yacía un pequeño cuerpo, ataviado con un disfraz rasgado de esqueleto, era él, ese pequeñín que angustiado, solicitó que ayudara a su mami, había muerto instantáneamente en el choque, al salir proyectado del auto, los partes médicos los confirman, fractura de cráneo, fractura expuesta de tibia y peroné... no había manera de que hubiera estado vivo, al momento de buscar mi ayuda, por lo que entendí que lo que vi, fue un pequeño fantasma... y.... oh... debo irme, la alarma de la estación está sonando...nos vemos la próxima

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