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sábado, 20 de febrero de 2016

LA OUIJA Anthony Sànchez







LA OUIJA.

Hola,  hoy les voy a contar una anécdota que me pasò cuando yo estaba en la secundaria.

En el año del 1989 yo estaba en primer grado en ese entonces no habíamos tenido la ultima clase, y alguien del grupo había llevado una ouija. 

Varios de los compañeros estaban afuera del salón y los que nos quedamos dentro nos juntamos alrededor de una banca para jugar la tabla eramos como unos 6 hombres y unas 4 o 5 mujeres. 

Empezaron a jugar con la ouija y conforme le hacían preguntas se movía el cursor, nosotros nos sorprendíamos y decíamos que los que tenían la mano sobre el cursor eran los que lo movían, pero ellos decìan que no. 

Llego un momento en que ya no quiso responder porque había alguien que solo estaba de morboso,  entonces después de tanto insistir se comenzò a oír que alguien movía una bancas.

Aquí hago una pausa para describir un poco el lugar,  el salón en donde estábamos estaba pegado a los talleres donde haciamos los prácticas, los cuales estaban hasta el fondo de la escuela y a un lado de los talleres había un pequeño callejòn en donde estaban apiladas las bancas que ya no servían, nosotros teníamos que darle la vuelta al salón para poder entrar a ese lugar, pero desde las ventanas se alcanzaba a ver un poco el callejón. 

Y entonces fue en ese lugar donde se escucharon los ruidos de las bancas. 

Cuando èste sonido o ruido comenzò,   nos asomamos por las ventanas pero no vimos nada,  el piso de ese lugar no era de cemento, tenía grava de la roja y bien claro se escuchaba como alguien estaba caminado, pero no se veìa a nadie.

Ya espantados, todos nos quisimos salir del lugar pero de repente vimos como una compañera se había quedado con la mirada perdida. 

Le hablaban, no respondia, le dieron un par de cachetadas y tampoco reaccionaba. 

Seguía con la mirada perdida y mirando hacia el techo de salón. 

Para ese tiempo ya se había acercado la hora de salir de la escuela. 

Nos salimos del salón y los que tenían la tabla la rompieron y la fueron a tirar al callejón y salimos todos de la escuela.

Por fortuna habìa una iglesia en la otra esquina  y nos dirigimos ahi para que nos ayudaran con la compañera.

Solo entraron con ella sus amigas, a nosotros nos dijeron que ya nos fuéramos a nuestras casas. 

Así lo hicimos y al otro día nos contaron  que la compañera en cuanto entrò a la iglesia se desmayo y empezó a decir cosas que no entendían y que las sacaron a ellas de la iglesia.

De la iglesia llamaron a los papás para que estuvieran con su hija. 

Ya no supimos màs hasta que regreso a la escuela después de varios días y  nos contó que había pasado con ella.

Nos dijo que estuvo desmayada y que le hicieron unos rezos y le pusieron agua bendita, que no recuerda realmente lo que pasò pero que se habìa recuperado bien en esos dìas. 

La tabla el conserje la quemò porque èl era muy creyende de esas cosas y para evitar futuros males de deshizo de ella de esa manera. 
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