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jueves, 29 de octubre de 2015

La Llorona 3. Christian Perales




ELLOS SE LOS LLEVARON.
Las cosas se ponían más y más obscuras, como una espiral de tinieblas y obscuridad de la que no puedes salir, después de unos segundos que parecían una eternidad, esta mujer fantasmal me sujetó de ambos brazos y denotándose poseedora de una fuerza descomunal, me levantó y me puso a la altura de sus ojos....
-¿mis hijos....?¿dónde están mis hijos....?-
Seguía preguntándome entre sollozos de angustia, pero yo no estaba solo, después de esos amargos instantes pude ver una sombra que se abalanzaba hacia mi y hacia aquel fantasma, pero esta sombra era una muy terrenal, era Víctor Fargas que venía en mi ayuda, al saltar sobre mi, ambos caímos al suelo para ver como, la silueta de aquella mujer permanecía flotando en el aire, pero ahora su expresión pasó de reflejar una gran congoja a ser portadora de la mayor ira que había tenido que presenciar en mi vida. Habíamos enfrentado en el pasado a toda clase de seres, algunos capaces de una gran saña a la hora de atacar a sus victimas, pero definitivamente estábamos indefensos antes este ser, que a diferencia de otros, no era de carne y hueso.
Por un breve instante pude notar miedo y confusión en el semblante de Fargas, quien solo atinó a arrastrarse por el suelo, más que como defensa, como un intento desesperado de escapar de ahí...
-¡Cuenca: corre!-
Ambos sabíamos de sobra que era inútil correr, cuando la llorona podía simplemente alcanzarnos al desplazarse en esa forma etérea, de todos modos lo mejor era morir en el intento de escapar, así que perdiendo toda noción de tiempo y espacio corrimos tan rápido como nos fue posible, escapando por el empedrado de la calleja desierta. La densa neblina nos hacía tropezar con las irregularidades del suelo que pisábamos, estábamos perdiendo aquella batalla, cuando una luz de esperanza de abrió en nuestro camino, alguien, en alguna de lasa casas de aquella calle, había abierto la puerta, vimos como una mano, nos hacía señas de que entráramos ahí, y si bien, lo que nos aguardaba tras aquel portón de madera era bastante incierto, cualquier opción era mejor que seguir a merced de aquel espectro de ultratumba que nos perseguía. Así que entramos a la relativa seguridad de aquella casa. Una vez dentro vimos la silueta de una mujer interponerse entre el ente y nosotros, aquella mujer, viva y con un valor superior incluso al nuestro, le estaba haciendo frente, manteniéndonos a salvo. No recuerdo exactamente sus palabras precisas, pero vi que empuñando un crucifijo le decía que se marchara.
-Ellos no lo hicieron.... ellos no lo hicieron... déjalos en paz... busca la luz... déjalos en paz...-
Si hasta ese momento todo había sido extraño, la forma de espantar a esa mujer fantasmal lo fue aún más, pues en ese momento ella se detuvo y tras mirar con cierto temor el crucifijo, desapareció entre la obscuridad de la noche, no sin antes proclamar un grito tan desgarrador que podíamos sentir como un escalofrío se apoderaba de nosotros... después de eso, nuestra benefactora, la mujer que nos había salvado y refugiado en su hogar, volteó a mirarnos y encendió una vela que reposaba en una de las mesas de su hogar... ella sabía de cierta manera que éramos un elemento que no encajaba en ese lugar, pero no se si también podía entender que tampoco encajábamos en esa época, sin embargo ella, parecía tener más respuestas a nuestra preguntas que nosotros mismos.
-Pueden quitarse el hábito.... yo se que ustedes no son frailes....-
Fargas se descubrió la cabeza y era claro que estaba admirado al encontrarse con otra persona poseedora de una sagacidad similar a la de él.
-¿y cómo lo sabe?....no nos conoce....-
-Se lo que tengo que saber, un verdadero Fraile no tendría el miedo que ustedes le tuvieron a la llorona...-
-¿me está usted diciendo que esa mujer que vimos era la llorona....?-
-Tiene munchos nombres, pero los peninsulares la pusieron así, por que creen que burlándose de ella o poniéndole un nombre de debilidad evitarán que ella cobre justicia...-
-Está bien... solo digamos que no somos frailes, en eso tiene razón... pero miedo... no, no lo creo, nos tomó por sorpresa, pero en realidad nosotros simplemente no supimos como enfrentarla, por eso nos tomó ventaja.... pero hemos peleado con demonios peores que ella...-
-Se que demonios los persiguen a ustedes, son los mismos que los trajeron hasta aquí... ustedes no son ni de este lugar o de este tiempo... pero eso no importa....-
-Entonces lo sabe.... déjeme presentarme mi nombre es Vic....-
En ese momento tuve que interrumpir a Fargas, pues noté en mi brazo una quemadura, que incluso parecía brillar con la mortecina luz de aquella vela que alumbraba la pieza donde estábamos, era una marca como una cruz, pero estaba inclinada, es decir, los ángulos de esta no formaban noventa grados, aún así, esa marca era una cruz perfecta....la mujer la miró con cierto terror en sus ojos....
.-¡esta es la marca de la llorona!....-
-¡¿qué?!....-
-Has sido marcado con una de las más grande penas... ahora serás su siervo, y tendrás que ayudarle a que se haga justicia....-
Fargas no tenía mucha paciencia en cuanto a declaraciones misteriosas se trataba, así que le pidió a aquella mujer que se explicara un poco mejor y más directa.
-Bien señores, tomen asiento.....-
Aquella mujer nos mostró una mesa, en la que un par de botellas de mezcal habían sido dispuestas y la situación ameritaba que Fargas y yo tomáramos aunque fuera un sorbo de aquella bebida, tras servirnos un vaso a cada quien la mujer continuó hablando.
-La llorona es una mujer que padeció en carne propia la traición y la injusta muerte de sus tres hijos.... hace cien años existieron tres hermanos, Jacinto, Emilio y José, ellos eran hijos de Tochtli y de un español, un catalán de nombre Elías Pedraza de la Toja, que toda su vida la dedicó a generar una pequeña fortuna con su esfuerzo y trabajo y al mismo tiempo crear en sus hijos, hombres de bien....hasta que un día la enfermedad, tocó a la puerta de la familia, y don Elías murió, víctima de la fiebre amarilla, dejando a los muchachos en la orfandad, pero con la semilla del bien plantada en su interior.... con el tiempo, los muchachos crecieron y se convirtieron en un ejemplo de vida, trabajadores igual que su padre y madre y con unos ideales de justicia muy superiores a los de cualquiera.... Eran buenos, no permitían que los peninsulares abusaran de los indígenas, o que los estafaran en los contratos mercantiles, pero eso les acarreó muchos problemas, muchos enemigos, pero principalmente fue su propio tío, Martín Pedraza de la Toja, el hermano de su difunto padre quien más se encolerizó con ellos, pues estando de por medio su defensoría, no se cometían abusos en el tianguis del Tlatelolco.....
Y fue su propio tío quien planeó la ruina de los jóvenes, defendieron a otros, pero no pudieron evitar el terrible destino que se cernía sobre ellos, el primero: Jacinto, murió a manos de su tío, o por lo menos es lo que dicen en la ciudadela, cuentan que Jacinto estaba en camino hacia la casa de una parturienta junto con el doctor, cuando de uno de los portales le salió un hombre con un puñal de misericordia y se lo clavó en el pecho, después de eso, también arrebató la vida del doctor que acompañaba a Jacinto, pero ese antes de morir alcanzó a decirle al cura que había sido Martín quien había clavado el puñal.
Después, fue Emilio, su tío lo invitó a la fiesta del santo patrono de las Merceditas, y una vez que estuvieron allí, le dio un té que contenía un veneno de una serpiente que trajeron desde las meritas arenas de Arabia....el pobre murió en segundos, y ahora solo quedaba José quien ya se había dado cuenta de las traiciones de su tío y simplemente era muy cauteloso, pero aunque puedas con uno, no puedes con todos lobos si te atacan en manada, cuando José estuvo solo, después de ver como sus hermanos eran devueltos a la tierra, los demás comerciantes se le echaron encima y buscaron una forma de acabar con él....
Pero en este caso no pudieron con él, tan fácilmente se salvó de dos intentos de matarlo a mansalva, de ser envenenado, así que una tarde, simplemente llegaron demasiado lejos, sobornaron a un cardenal, para que éste lo acusara de herejía. Lo habrían condenado a sesenta azotes y quizás habría vivido, si hubiera aceptado que servía al enemigo, pero su fe fue más fuerte, y no aceptó los cargos, Tochtli intentó convencer a su hijo de aceptar un cargo menor pero fue inútil, y una tarde, los verdugos del santo oficio, le prendieron fuego atado en una estaca en el centro de la plazuela de Santo Domingo... Su muerte... fue espantosa y cuando por fin su cuerpo se apagó, su madre lo sostuvo en sus brazos, su llanto fue lo único que se escuchó después, lloró por días incluso semanas y nadie logró apartarla del cuerpo calcinado de su hijo.
Después de eso cada noche salía a llorar su pena, noche tras noche lloraba amargamente, hasta que un día, se colgó de la viga de lo que alguna vez fue la tienda de ultramarinos que fuese de su esposo e hijos.... pensamos que era el fin de esa amarga historia, hasta que en una noche de luna llena volvimos a escuchar su grito desgarrador, yo, me escondí en las alacenas, pero se dice que uno de los comerciantes que salió a asomarse se topó de frente con ella.... la vio a los ojos y al amanecer lo encontraron muerto.... pero su cuerpo se había secado, como el de una momia.... tiempo después otro de los comerciantes corrió la misma suerte al asomarse cuando escuchó los gritos... y así uno a uno de los comerciantes que asesinaron a sus hijos, fueron muriendo, hasta no quedar ninguno... pero esta noche ella ha vuelto.... y vino a acabar con los hijos de los mercaderes, esta noche inicia el día de muertos y el fuego nuevo... muchas personas van a morir....-
Pude ver en la expresión de Fargas que creía lo que aquella mujer le decía, pues de hecho habíamos presenciado la prueba más tangible de la existencia de la llorona, pero como fuera, no era nuestra lucha, ni nuestra guerra, nosotros solo queríamos volver a casa....
-Señora de verdad es terrible lo que pasa aquí.... pero debemos irnos... en serio-
-Usted no entiende Fargas....-
-¡¿Cómo supo mi....?!-
-¡cállese!..... ¡¿no se da cuenta?!... su amigo recibió la marca de la llorona... ahora es su siervo, ya se lo dije, si la ignoran y se van, la misma maldición pesará... sobre ustedes....Pero la muerte de su amigo será mucho peor que la de los hijos de Tochtli.-
En ese momento la marca comenzó a arderme y a fulgurar con más intensidad, al mismo tiempo que sentí un ardor parecido al de las llamas quemando mi cuerpo, sentí miedo, ahora más que nunca necesitaba la ayuda de Fargas....
-No... Fargas.... no quiero morir así-
CONTINUARÁ.....

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