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viernes, 30 de octubre de 2015

La Llorona 8. Christian Perales.

OBSCURIDAD...
Fargas no esperó ni un segundo más, se puso en guardia ante su oponente que sin mediar más palabra se abalanzó sobre él.
Realmente uno no acaba de conocer bien a las personas así que yo nunca habría imaginado que mi amigo manejara con tanta maestría un florete, simplemente se escuchaba el choque de metales, entre las dos espadas.
El oponente de Fargas era rápido pero él le llevaba ventaja en fuerza, así que mientras aquel noble que había tenido la osadía de retar a mi amigo luchaba ferozmente, parecía que Fargas solo jugaba.
Llegó un momento en el que aquel hombre arreció sus ataques y en algún momento la punta de su florete amenazaba el rostro del detective, y en un par de ocasiones su pecho, pero es no fue suficiente para intimidarlo, mucho menos las aseveraciones verbales de su oponente.
-¡Ríndase conde Fargas y a lo mejor le perdono la vida!....-
-¡pelea mariquita....!-
Creo que esa es de las pocas veces que vi molestarse a Fargas, y decidió que estaba perdiendo mucho tiempo, así que con nuevos bríos comenzó a ser más ágil en su esgrima, más fuerte en sus lances y cruces de espada, las puntas brillantes de aquellos aceros relucían con cada movimiento y comenzó a acorralar a su adversario contra una de las paredes de una iglesia que era fiel testigo de aquella pelea. 
Finalmente la estocada final, un lance en recto y eso fue todo: El cuerpo inerte de su adversario, que con miedo en los ojos veía como la mano de Fargas, con serenidad y firmeza había recorrido el obscuro sendero por el cual un florete clava a una persona en la pared.
De pronto Fargas, con la misma serenidad regresó la mano y terminó por tirar aquella espada al suelo...al darse cuenta del noble gesto del detective, aquel "noble" simplemente no lo podía creer, Fargas, había decidido no matarlo.
-Acabe de una vez Fargas....-
-¡largo de aquí....!.... he decidido perdonarte la vida esta noche, pero si regresas o si vuelves a hablar mal de mi hija o de la hija de alguien más, te buscaré y esta vez te clavaré el florete en....!-
-¡padre!- Interrumpió Susana
-En el corazón.....-
Aquel hombre se levantó, y como era un ritual clásico en aquella época, le tendió su sable con amabilidad, dándose cuenta de que había perdido...
-Conde Fargas, quiero que usted conserve mi florete, tómelo como símbolo de mi rendición, y por perdonarme la vida créame que seré su fiel súbdito?-
-Está bien, lo tomaré pero ya no busques pelea...Susana creo que debemos irnos....-
No terminó de decir esta frase cuando sucedió: una especie de aire comenzó a soplar, pequeñas ráfagas de viento muy, muy frío se empezaron a sentir, era como percibir el paso de una hoja de rasurar por el rostro, y ese viento creaba un sonido muy peculiar que a la vez reflejaba una especie de nostalgia.
Despúes de eso se escuchó el sonido característico de quien hace sonar un caracol prehispánico, y mientras que la luna se refugiaba entre las nubes espesas, la obscuridad anunciada por la llorona comenzaba a invadirlo todo. 
Las personas que hasta ese momento habían estado espectantes de la pelea entre caballeros corrieron a buscar la seguridad de sus casas, pero Fargas y Susana eran de otro calibre, decidieron no correr, pues sabían que no importara qué se escondiera en las tinieblas, ellos sabrían como combatirlo.
Y entonces sucedió, las ráfagas de viento fueron apagando cualquier fuego que se encontrara en la calle, las antorchas que servían como alumbrado público fueron las primeras, luego las fogatas que alguien, tras haberse calentado en ellas, las habían abandonado ante el temor por la llegada de la obscuridad. 
Finalmente en el interior de los hogares también se apagó el fuego, a través de la ventana se podía observar como se extinguían las luces de las velas, como se apagaban los fogones en las cocinas y la ciudad iba siendo devorada por las tinieblas a pasos agigantados, Susana y Fargas no se habían movido, simplemente contemplaban ese raro fenómeno, pues era muy extraña la manera en la que el fuego comenzaba a morir. 
Pero lo alarmante fue la cantidad de sombras y de fantasmas que por irónico que parezca se hicieron visibles con la ausencia de la luz.
Sombras caminaban por las callejas vacías, unos arrastrando los pies, en señal de eterna fatiga, otros flotando entre la neblina, muchos de ellos gimiendo una honda pena, también estaban unas sombras que chocaban con todo, con las paredes, los árboles, las carrozas abandonadas a su suerte.
Esas almas tenían fulgurantes ojos amarillos, pero lo peor fue, que a lo lejos se escuchaba el galope de un caballo, a medida de que se fue acercando a ellos.
 Fargas ocultó a Susana tras de una pileta de agua que por alguna razón estaba en plena calle. y lo vieron pasar, un caballo negro, que parecía emanar lumbre de la nariz, jineteado por un enorme charro, vestido totalmente de negro, éste venía buscando a algo o a alguien.
 Cuando pasó cerca de Fargas y Susana, disminuyó la velocidad con la que su caballo corría, de pronto, más adelante de ellos un hombre se refugiaba tras la cornisa de la puerta, pero no le valió de nada el charro lo encontró y aún cuando aquel desventurado hombre intentó correr, el charro le dio alcance y sujetándolo de la ropa lo hizo flotar en el aire.
Después de eso aquel hombre tornó su semblante de terror a un gran esfuerzo, pues sin que el charro lo tocara, se estaba asfixiando, su tez se ponía verde sus ojos rojos y exorbitados.
Después de eso, arrojó el cuerpo tras de él, y vino a caer cerca de Susana, quien vio el enorme dolor y angustia de aquel hombre reflejada en su rostro antes de morir. 
Fargas la abrazó y cubrió su boca para que no gritara, pues eso los delataría y aquel espectro de obscuridad vendría tras ellos.
Trejo estaba igual de asustado que yo, mientras veíamos que esto sucedía afuera y que la cámara en la gargantilla de Susana nos hacía partícipes indirectos de aquella noche obscura.
-Salgan de ahí-
Le murmuré a Susana pues sabía que podía escucharme a través de audífono que tenía uno de sus aretes, no me contestó absolutamente nada, todo era estática y obscuridad, pero nuestro mayor terror se hizo patente cuando el charro encaminó los pasos de su cabalgadura hacia aquella pileta donde se refugiaban nuestros amigos.
Las patas del caballo quedaron a pocos centímetros de una de las piernas de Fargas, y durante segundos que parecieron una eternidad, aquel demonio se quedó mirando a su alrededor, como presintiendo que algo o alguien se ocultaba cerca de él, pero por fortuna nunca miró hacia abajo. después de un momento salió a todo galope, y se perdió en medio de las sombras.
Después de pasada la impresión Fargas y Susana salieron de detrás de aquella pileta. Ahora Fargas se veía un tanto asustado y al mismo tiempo algo intrigado ante lo vivido aquella noche, después se acuclilló y cerró los ojos del recién fallecido, Susana estaba algo horrorizada.
-Jefe ¿Qué es ese olor?-
-Azufre y carne quemada.... este pobre ardió por dentro....-
-¿podemos irnos?....-
-Pero ya.... oye, tal pareciera que lo menos raro en este lugar fuera la llorona ¿No?-
-Jefe, en serio, ya vámonos...-
-Si....-
Emprendieron el camino mientras Trejo el sastre y yo esperábamos en el edificio con mucha impaciencia, los oímos platicar cosas poco relevantes.
-Jefe, ¿ahora si me vas a decir por que acabaste paleando con ese tipo?-.
-Dijo que si ya tenías 28 años y no estabas casada... eras una solterona....y marimacha... eso me irritó... sabes que de cierta forma eres como mi hija...-
Era tal la obscuridad que tropezaban con el empedrado de la calle a cada momento, pero si alguien tenía ases bajo la manga ese era Fargas, de su saco, extrajo una especie de licorera que había llevado consigo, pero en la tapa se encontraba una lámpara de led, que les permitía alumbrar el camino.
Pero el peor riesgo y error fue encenderla, pues atraídos por la luz, todos los espectros se comenzaron a agrupar frente a ellos, cuando la apagaban, estos se dispersaban, pero al encenderla, ellos querían alcanzarla, llegó un momento en el que se acercaron tanto, que aquello se volvió muy peligroso. así que Fargas terminó por tirar esa tapa luminosa a la cloaca.
-Muy bien Susi, hay que seguir caminando...-
-Oiga jefe... yo... no crecí con mi padre, y usted es el único padre que he tenido... tengo... tengo algo que decirle...-
-Shhh ¿oíste eso?....-
Estaban en esa conversación cuando de pronto se toparon de frente con la mismísima llorona, ella estaba ahí como esperándolos ellos un tanto asustados se quedaron petrificados, la llorona en silencio los observó se acercó a Susana y le palpó el vientre... después de ello solo dijo algo más, algo que hasta ese momento no tenía sentido:
-Si.... la luz vence a las tinieblas de nuevo... esa es la luz...-
Acto seguido desapareció entre las tinieblas, con su grito desgarrador... Susana estaba buscando una respuesta a lo que acababa de pasar... Fargas la miró y trató de reconfortarla con lo primero que le vino a la mente.
-Y eso que no estaba de malas....-
Después de un rato y de tanta confusión llegaron y entraron de nuevo al edificio. Fargas ya se estaba cansando un poco de todo lo que estábamos viviendo.
-Cuenca, al fin tenemos todo, y esta obscuridad que pude ayudarnos a atacar... procederemos esta misma noche....-
CONTINUARÁ.

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