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viernes, 30 de octubre de 2015

La Llorona 9. Christian Perales

HORA MARCADA.
Después de tantos preparativos, había llegado la hora de entrar a la casa de Vicente, y robar el medallón, de ahí en fuera, no sabíamos que más hacer, pues como de costumbre, la llorona me había dado las instrucciones a medias. 
Estábamos meditando sobre lo que venía después, cuando, para sorpresa nuestra, llamaron a la puerta, al abrir nos encontramos con que la mulata, aquella señora que nos había asilado en su casa en nuestro primer encuentro con aquel legendario espectro, era quien nos solicitaba. 
Ella sin lugar a dudas era la pieza clave que nos faltaba para saber lo que vendría. Sin más preámbulos, nos giró una nueva instrucción:
-Buenas noches señores... me he enterado de que entrarán a la casa de Don Vicente y robarán el medallón de Miquixtli....-
La verdad nos sentimos un poco impresionados por el hecho de que ella supiera tanto de nuestra encomienda, así que las suspicacias y las dudas, no se hicieron esperar, Fargas de inmediato se puso a la defensiva.
-Señora, ¿Cómo supo eso?....-
-El mundo de los muertos no representa un misterio para mi, se muchas cosas que para la gente ordinaria son un verdadero misterio, por lo menos se que ustedes vienen de un mundo que está por construirse, pero son buenas personas, tanto que ella confió en ustedes....-
-¿ella?....-
-La llorona, yo la conocí en vida, vi como, minuto a minuto, su vida se consumía por la desesperación de ver el sufrimiento de sus hijos, pero después no nada más fueron los de ella, aquí y ahora, la injusticia brota como la mala hierba en los campos, cada joven, viejo, padre, esposo o hijo de una familia que sufre, representa el sufrimiento para ella, todos aquí, todos los que sufren son sus hijos.
Pero esta noche, comenzará la batalla por que se haga justicia, en cierta forma la comenzarán ustedes, pero serán otros, será el mismo pueblo, quien la culmine, quizás se lleven años pero parte de estos abusos se acabarán.
Solo no permitan que la ambición de poseer el medallón, los ciegue, como ha cegado a tantos hombres que lo han tenido en sus manos, cuando tengan el medallón en sus manos deben destruirlo.... deben prometerlo.-
-Nosotros se lo prometemos señora, lo único que queremos es volver a nuestro hogar.... también nuestros hijos sufrirían si no volvemos....Cuenca, Trejo, ¿Están listos?-
-Si-
En ese momento Susana, se adelantó a las palabras de Fargas
-Yo voy con ustedes....-
-No Susanita... tú te quedas... es muy arriesgado para el bebé-
Trejo y yo, nos volteamos a ver con mucho desconcierto, pero solo yo me atreví a preguntar:
-¡¿Bebé?!-
Pero Fargas ya sabía de sobra algo que nosotros ignorábamos, volteó a ver hacia donde estaba Susana y simplemente le comentó:
-¿Creíste que no nos íbamos a dar cuenta?....Felicidades niña-
Yo francamente estaba contento con la noticia, pero un poco extrañado con el acontecimiento, Susana había pasado sus últimos dos o tres meses con Fargas y con Trejo.... y yo... no había manera de que ella tuviera una relación con alguien, iba a decir algo más pero Trejo se adelantó a los hechos....
-Amigos creo.... creo que tengo que decírselos... El bebé de... ay esto es difícil...Susana y yo, llevamos algo de tiempo de relación y bueno... yo la amo... bueno, el bebé que esperamos Susi y yo... es....-
Ya no había mucho que aclarar, Fargas simplemente lo sabía o al menos en algún momento lo sospechó....
-Lo se Trejo, pero se que Susanita estará en buenas manos a tu lado.... y ahora tendremos que concentrarnos, tienen una vida por delante, solo que ahora tenemos que pelear para recuperarla, es hora amigos....-
Como en cada aventura, como en cada travesía, volvimos a nuestra armería y nos equipamos con lo necesario, solo que por esta ocasión no contaríamos con las armas de nuestra época, pues tendríamos que explicar muchas cosas a la historia, en caso de que algo saliera espantosamente mal. 
Así que solo tomamos lo esencial, armas de fuego convencionales, de calibre pequeño, y cuchillos de combate. Fargas aún estaba ataviado con su ropa de conde de la época y Trejo y yo volvimos a usar los disfraces de monjes. Todo estaba listo, ahora simplemente faltaba acudir a ese sitio. 
Tampoco contaríamos con mapas digitales de la casa, así que fue de vital importancia almacenarlos en nuestras mentes, como de costumbre, nos teníamos los unos a los otros.
Al salir, le pedimos de manera encarecida a la mulata que cuidara de Susana, y casi al partir nos esperaba una sorpresa más: el sastre, se unía a nuestra causa, empuñando un florete y con una furia inusitada reflejada en sus ojos .
-Yo también voy amigos... he esperado veinte años una oportunidad así... esta noche, creo que haré justicia a mi hija....-
-oiga pero ¿está seguro?....¿y si algo sale mal?... esto ya dejó de ser justicia, es venganza, brutal y salvaje venganza....-
-Seré bien recordado... solo que si algo sale mal, señor Fargas, usted habrá de prometerme que le arrancará el corazón a don Vicente....-
-No es mi estilo arrancar corazones... pero quizás sea necesario... tiene mi palabra, el nombre de su hija será retribuido.-
-Eso me basta señor Fargas....- .
Así que con nuestra determinación a cuestas, salimos rumbo a la casa de Vicente.
El camino hacia aquella finca transcurrió sin novedad, como si por fin el destino se hubiese puesto de oferta y los espectros y demonios hubieran ido a buscar refugio ante la guerra que estaba a punto de comenzar. 
A los pocos minutos estábamos ya, frente a le entrada principal, ocultos entre las sombras, Fargas se tomó unos minutos para idear la mejor estrategia para entrar.
-Bien, están dos guardias en la entrada principal, dos más en el jardín, esos no serán problema, pero en el interior la casa está resguardada por ballesteros, son cinco, así que una vez entrando, la obscuridad será nuestra mejor arma....-
-¿usamos las armas de fuego?-
-Solo si las cosas se ponen muy malas... no somos buenos esgrimiendo, pero ¿ya vieron el tamaño de los soldados?-
-Si, como que les faltó crecer-
-Exacto, usaremos eso a nuestro favor...?-
Unos minutos después dos monjes y el sastre de la localidad tocaban a la puerta de aquella casa, los guardias levantaron una especie de compuerta que permitía observar a quien llamara a la puerta, después de observarnos bien se escuchó como del otro lado de aquel enorme portón de madera se corría el pesado cerrojo, después de ello uno de los guaridas se asomó.
-¿que quieren frailecillos?-
-Hermano, venimos con nuestro hermano el sastre, suplicando caridad....-
-Ja, si buscan caridad, sepan que aquí no la hallarán, esta es la casa de don Vicente-
-Es que la caridad es para un difunto....-
-¿si?...¿y quién es el difunto?....-
-Tú-
Esa fue la última palabra de Trejo antes de abalanzarse sobre el guardia, por sorpresa lo tomó por el cuello y antes de que pudiera exclamar algo, le torció la cabeza con tal velocidad que cayó inconsciente o muerto de un solo golpe, el sastre por su parte, entró a la casa sin hacer el menor ruido, con el florete desenvainado, después entré yo y por último Fargas.
Ya habíamos hecho una de las partes más difíciles del trabajo, así que seguimos nuestro camino hacia el interior pero al cobijo de la sombra que nos proporcionaba la barda de la finca. 
Poco tiempo tardamos, antes de toparnos con el segundo guardia,, a este también lo tomamos por sorpresa, cuando se percató de que su compañero yacía en el suelo se acercó a él, descuidando la guardia, así que Fargas lo pateó en el rostro con tal potencia, que lo hizo salir proyectado contra la pared, golpeándose la cabeza con tal fuerza, que quedó inconsciente también. 
Ahora solo nos faltaba que los hombres armados con ballestas opusieran la misma resistencia tan escasa, como la que habían ofrecido los dos primeros guardias.
Ahora, con movimientos rápidos pero sigilosos entramos a la casa, y el sitio era muy distinto ahora que no estaba iluminado, era una casona tan grande que formaba un verdadero laberinto.
-¿por dónde Cuenca?-
-Espera, estoy desorientado... es por ahí....-
Subimos a la planta alta, tal como lo recordaba en las imágenes que había recopilado la gargantilla de Susana, pero cuando apenas íbamos a tomar el camino señalado por uno de los pasillos, escuchamos las voces de los ballesteros, ya estaban detrás de nosotros y nos apuntaban con sus armas.
En medio de la obscuridad los filos de las flechas que estaban amenazando nuestro pecho, cobraban un brillo sisniestro, lo que nos hacía entender la agudeza que poseían aquellas jaras, que solo esperaban el menor pretexto para ser disparadas.
-¡alto ladrones!-
Íbamos a pelear, cuando nos dimos cuenta de que las cosas estaban peor de lo que habíamos pensado, a ambos lados del pasillo, los guardias se habían dispuesto de tal forma en la que nos habían rodeado, ahora estábamos acorralados sin poder avanzar o retroceder.
-¡muy bien... tiren sus armas..!.-
Lo que nunca imaginé de Fargas era que un día dejaría de pelear, pero supe que estábamos perdiendo esa batalla cuando Fargas tiró al suelo el florete que le servía de defensa, eso hizo que después yo también me rindiera, luego Trejo, también tiró el cuchillo con el que se había defendido hasta el momento y finalmente nuestro amigo el sastre. 
Después de eso los ballesteros nos hicieron caminar por el pasillo, hasta que al final de éste, nos topamos con la silueta de don Vicente, que enojado y al mismo tiempo, con un cinismo cruel esperaba a que los guardias nos llevaran a su presencia.
-¿conde Fargas en serio pensó que podría robar mi casa así nada más como así? y estos monjes, son una verdadera vergüenza para su iglesia....llévenselos al patio y mátenlos, después de eso quiero que lleven sus cuerpos a los canales de Xochimilco, que el agua se los coma.-
En ese momento noté que Fargas no tenía ni el menor rastro de preocupación en el rostro, así que serenamente les dijo lo que estaba a punto de suceder:
-´Mi querido Vicente.... que idiota estás, ahora te voy a decir lo que va a suceder... nosotros venimos de un lugar donde una ballesta sería el menor de nuestros problemas, así que por última vez te voy a pedir que nos entregues el medallón de Miquixtli y a lo mejor te perdonamos la vida.-
-Tiene usted un sentido del humor más grande que su boca Fargas... pero ¿Qué no se da cuenta de que ya perdieron esta guerra?-
-No.... usted ya perdió....-
CONTINUARÁ....

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