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viernes, 30 de octubre de 2015

La Llorona 6. Christian Perales.

UN GRAN ALIADO.
Llegamos a nuestro edificio y entramos, ahora sí, teníamos una idea de como iba a ser el plan de Trejo y como ejecutarlo, infiltraríamos a Susana en la fiesta que el tal Don Vicente daría para los más acaudalados y las autoridades de la ciudad. 
Poco nos importó el cansancio pues nosotros teníamos una gran ventaja a favor: la tecnología de nuestra época. 
Fargas me pidió que colocara una diminuta cámara en una gargantilla que usaría junto con el vestido nuestra amiga, y no tuve reparo en colocar también un micrófono en uno de los aretes, eso era cínico, pues estábamos trabajando en una era de la historia en la que todo mundo estaba lejos de conocer semejantes artilugios, por lo que ocultarlos no representaba mayor problema. 
Susana por su parte, se había ido a probar los vestidos que habíamos sustraído de la casa del sastre, al que por cierto habíamos atado a una silla, y nos miraba con cierto asombro desde ahí, ahora solo faltaba un pequeño gran detalle: ¿Cómo se presentaría Susana a aquella fiesta y la dejarían entrar? 
Eso... nos tenía a todos un poco preocupados, así que todos nos bombardeábamos con ideas de una forma u otra para infiltrarnos. 
De pronto una voz interrumpió nuestro diálogo de sordos.
-Oigan.... disculpen....-
Era la voz del sastre que de momento se había dejado escuchar, todos le pusimos atención
-¿están hablando de entrar a la casa de Don Vicente?-
-Si-
-¿qué quieren hacer ahí?-
Las corazonadas de Fargas, siempre certeras le estaban diciendo en su interior que quizás aquel cortador de telas deseaba aportar algo, así que le confió parte del secreto que estábamos guardando hasta ese momento.
-Mira viejito, nosotros combatimos a la gente mala, y este tipo se sale de todo aquello que es demasiado malo... así que planeamos detener sus atropellos, nos somos personas con las que aquel señor quiera jugar-
-Me lo hubieran dicho antes... ese Vicente acabó con mi familia... quiero que pague sus culpas....y yo... si me lo permiten quiero ayudarles, yo se como hacer que entren a su casa en la fiesta de mañana....-
-¿cómo se que podemos confiar en usted?-
-No lo hagan, pero si van a vengarse, yo también quiero hacerlo-.
En ese momento, un sentimiento reprimido, nubló la razón de aquel sastre, comenzó a sollozar para después dejar escapar su llanto, nosotros simplemente esperamos en silencio hasta que pudo controlar sus emociones, y continuar hablando.
-Mi hija.... él me la mancilló y después de eso me la mató... fue hace ya algunos años... pero lo recuerdo muy bien, como tiene demasiadas influencias nunca pagó por su culpa, pero ha hecho lo mismo a muchas jovencitas... muchas doncellas, pero de alguna manera nadie puede hacerle nada... como si una fuerza inexplicable lo cuidara....-
-Se sorprendería.... si supiera lo que es....-
-Miren, solo quiero que antes de irme de este mundo pueda ver a este hombre pagando sus culpas-
Era un poco arriesgado pero Fargas podía leer las intenciones de una persona plasmadas en su rostro, de tal suerte que desató a aquel hombre solo con una advertencia.
-Mira... estas tres personas que ve aquí, son mi familia, no los traicione y cuando esto termine lo dejaremos ir, y se habrá hecho justicia, yo se lo prometo, pero a cambio solo le voy a pedir que no nos juegue una traición.-
Aquel hombre accedió y después de un rato acudió con Susana a hacer los últimos ajustes del vestido, unos minutos después, nuestra amiga lucía como una de las damas de alta sociedad de aquella época. 
Después de eso el sastre enriqueció nuestro plan:
-Ahora si señor Fargas, usted que es el más viejo, se hará pasar por el padre de esta doncella....iremos a mi casa y le prepararé unas vestiduras adecuadas.-
-oiga, gracias lamento haberlo tratado así... solo que no sabemos en quien confiar... permítame presentarme, soy Víctor Fargas, ellos son Carlos Cuenca, Daniel Trejo, y Susana Ríos....-
-Mucho gusto mi nombre es Rufino de Ventigimilia...-
Ahora, de cierta forma nos habíamos hecho amigos y después de ello no imaginábamos que sería una pieza valiosa en nuestra operación.
Una vez más usamos los atavíos de monjes y salimos a la calle acompañados del sastre, habíamos perdido toda noción del tiempo así que a las cuatro de la madrugada nos enfilábamos por la calleja vacía.
No habíamos caminado mucho cuando volvimos a escuchar a la llorona, con su grito penetrante y perturbador, solo que está vez no se escuchaba lejano, si no como si estuviera atrás de nosotros, sin embargo al mirar hacia atrás no había nada ni nadie, y nuestro nuevo amigo no parecía inmutarse, cosa que Fargas le hizo notar.
-¿a usted no le da miedo la llorona?-
-No señor... es una madre que perdió un hijo, como muchos de nosotros... solo quiere justicia para descansar en paz. 
Además cuando se oye cerca es que está muy lejos... y viceversa... pero...-
En ese momento los ojos de Don Rufino se llenaron de terror, y de inmediato la reacción no se hizo esperar:
-¡es la procesión... escóndanse!...-
De inmediato corrimos a buscar la relativa seguridad que nos proveía una carreta estacionada en la calle, nos escondimos tan pronto como nos fue posible, pero sin dejar de observar hacia la calleja, después de eso se hizo el silencio.... hasta que fue interrumpido por pasos y sonidos de arrastrar de cadenas.
 Ante nuestra mirada iban apareciendo personas, personas que caminaban en una larga fila, una procesión, como nos lo había dicho nuestro amigo, caminaban con profundo pesar caían al tropezarse con las piedras de la calle, algunos lloraban y otros simplemente se lamentaban.
Sus ropas estaban desgarradas, sus pies ensangrentados pero lo más perturbador era el hecho de que ninguno de ellos tenía rostro, algunos simplemente eran esqueletos, calaveras, otros fantasmas que solo tenían en sus caras, las cuencas vacías de lo que alguna ves fueron sus ojos, y sus manos estaban atadas, con pesadas cadenas o con cuerdas.
Detrás de ellos venían unas siluetas que en principio parecían humanas, pero al detallarlas más de cerca pudimos notar que solo eran sombras, con unos ojos chispeantes. Fargas y yo sabíamos de sobra quienes eran estos entes: la gente sombra, ya habíamos tenido que lidiar con ellos alguna vezm Fargas me habló en un murmullo.
-Carlos.... es la gente sombra....-
-Si....-
Íbamos a salir de nuestro escondite, pues después de todo ya sabíamos como lidiar con aquellos seres obscuros.... pero el sastre nos detuvo.
-No... no salgan... las sombras no les harán nada mientras ustedes estén vivos... pero la procesión... ellos buscan cuerpos, para habitarlos... eran la gente más mala de la ciudad, y una vez cada diez años vienen a penar a la tierra, para volver a vivir, pero aquello... no dura, el cuerpo que se roban muere a los pocos momentos....-
Y en ese momento como un claro ejemplo de lo que podía pasar, el ebrio que hacía unas horas nos había causado problemas, seguía en la calle, al ver aquel desfile de almas, se envalentonó a un grado tal que decidió retarlos y se colocó ante la procesión desenvainando un florete oxidado:
-¡hijos de la chingada....!... ¡vengan a probar mi Hidalgo acero!.... -
Después de eso, las almas en pena se abalanzaron sobre él, algunas entraron a su cuerpo y salieron de inmediato, cada que uno de estos entes entraba y salía, aquel beodo se retorcía de dolor, se asfixiaba y con las manos en el cuello, denotaba el enorme dolor que le causaba este padecer, después de eso cayó muerto... pero no duró mucho tiempo así.
Después de eso, vimos como otro ente lograba por fin posesionarse de su cuerpo, caminó unos pasos y después volvió a caer, pero nuevamente solo el cuerpo pues claramente pudimos ver como su alma se desprendía y la gente sombra se la llevaba a un reino de obscuridad... Luego de ver aquello a lo que apenas dábamos crédito, la procesión de almas desapareció....ahora si estábamos muy asustados...
-¿que... diantres fue eso?....-
-Aquí suceden cosas raras.... después de todo esto ya casi es Tlatelolco...hay que seguir amigos-
Llegamos a su casa y ahí hizo la misma magia con Fargas, transformándolo de un policía rudo de tiempos muy violentos a un señor de sociedad de finales de los 700. Después, ya sin contratiempos, volvimos a nuestro edificio, para terminar de afinar los últimos detalles de la operación.
A la mañana siguiente Fargas pasearía por la ciudadela con Susana, simulando ser su padre, el contexto sería que ellos habrían llegado de Maracaibo a la Ciudad de México y buscaban comerciantes para hacer negocios, eso seguramente llamaría la atención de Don Vicente, quien terminaría por invitarles a su festejo, para ver de que podía despojar al padre de Susana, ese era el complemento invaluable que nos fue aportado por el sastre, era la culminación de un plan impecable, que a final de cuentas terminó rindiendo frutos.
Con la mañana, había llegado el momento, Fargas y Susana salieron de edificio y comenzaron a recorrer los espacios comunes acostumbrados por la alta sociedad, comenzando por el paseo de los Donceles.
Yo aproveché para probar la capacidad de la cámara ubicada en la gargantilla de Susana. 
Todo iba de maravilla. Me recliné en la silla, tratando de descansar un poco la vista, después de todo había sido una noche demasiado larga. 
El sastre, nuestro amigo observaba todo muy embelesado, después de eso simplemente comenzó a preguntar todo lo que le inquietaba.
-Ya en serio señor Cuenca... ¿de dónde vienen ustedes?-
-Bueno amigo... no de dónde, si no de cuando, somos mexicanos también, solo que todo lo que usted ve en este lugar es del futuro... del año 2029 para ser precisos.... por accidente estamos en este lugar....-
-De verdad es maravilloso todo su mundo... ¿puede decirme más de él?-
-No hay mucho que contar y a la vez lo hay... en unos años, comenzará la guerra por la independencia ante España, después, cien años adelante habrá otra guerra... algún día la cuidad se hará añicos por un sismo, luego otro... habremos remediado la sífilis, pero no la pobreza... y los muertos volverán a la vida....en si ¿Qué le gustaría saber?-
-Todo....-
En ese momento nuestra charla se vio interrumpida, un ruido en el sótano me hizo acudir a ese lugar, solo para toparme que entre las sombras estaba aguardándome la llorona... quise hablar, pero ella no me lo permitió....
-Carlos... se les acaba el tiempo....-
CONTINUARÁ

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