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jueves, 29 de octubre de 2015

La Llorona 5. Christian Perales


QUEBRANTANDO LA LEY.
En cuanto desperté de aquel coma, o sueño surrealista Fargas y mis amigos ´me veían con un aire de desconcierto. 
No podían creer que hacía solo un par de minutos me debatía entre el reino de los vivos y el de los muertos.
De hecho ellos ni siquiera imaginaban el trance por el cual había pasado, pero eso era lo de menos así que tuve que explicarles con gran detalle lo que tendríamos que hacer:
-Oigan, estuve en un lugar muy extraño y necesitamos hacer....-
Afortunadamente las mentes de mi amigos estaban muy abiertas, después de todo habíamos enfrentado situaciones que iban más allá de todo entendimiento humano o racionalidad. 
Después de escuchar cada detalle y sobre todo la cuestión de medallón ahora podíamos edificar un plan, Fargas no se sentía muy convencido pero era entendible que quisiera colaborar.
En ese punto, volver a nuestra época dependía ya no tanto de conseguir alguna pieza de oro, si no que de no ayudar a la llorona a encontrar el eterno descanso, ella no nos permitiría volver a nuestro hogar.
Pude ver en el rostro de Fargas, que como de costumbre las ideas ya estaban fluyendo por su mente. Su plan no se hizo esperar.
-Bueno, nosotros hicimos nuestra búsqueda de información mientras dormías, hemos averiguado un poco sobre los habitantes más importantes de este lugar en este siglo.
Ese tal Vicente del que me hablas, saltó a nuestra vista, pues en teoría tiene más de doscientos años.
Por eso es que lo investigamos más a fondo según la enciclopedia de la computadora vieja, él es un acaudalado mercader, tiene los monopolios del comercio, claro la historia no habla muy bien de este tipo, pero sabemos que organiza fiestas para los políticos más influyentes de este lugar.... si solo nos pudiéramos colar a una de esas fiestas....-
-Podríamos averiguar donde está el medallón.....- Interrumpió Trejo....
-Si... pero vestidos así... ahora ya sabemos que los disfraces de monjes no engañan a nadie....- observó Fargas, Trejo continuó con su idea
-Bueno, yo estuve un tiempo en la CIA tomando el curso de infiltración policiaca.... ¿y si les ponemos una trampa de miel?....-
-¿y qué es eso...?-
-Bueno, nadie se resiste a los encantos de una mujer...-
En ese momento todos dirigimos la mirada hacia Susana, ella se puso un poco a la defensiva....
-Ah... no,,, ni crean Fargas... están bien pinches locos .-
-Si Susi... solo queremos que recojas información detallada, nosotros te seguiremos...-

-Está bien... está bien... pero el problema seguiría siendo la ropa...-
-Eso ya no será un contratiempo.... Cuenca, busca en tu computadora vieja, necesito que averigües quien era el sastre que confeccionaba la ropa de las mujeres de sociedad aquí.... 
Trejo busca en el edificio radios banda civil, celulares viejos, cámaras de vigilancia, y las traigas.... y Susanita... por favor busca algo de maquillaje....-
Cada uno de nosotros se puso a hacer la tarea encomendada, mientras tanto Fargas fue a la armería de nuestro edificio, después supe que plan loco traía entre manos.
Luego de averiguar la dirección aproximada de aquel sastre, Fargas me tendió nuevamente el disfraz de monje, pero con la salvedad que ahora me dio también una arma de mano de fisión nuclear, era salvaje lo que pretendía...
-Bien Cuenca iremos a visitar al sastre....-
-Oye, oye, eso está bien pero... ¿ya olvidaste que no tenemos dinero de esta época?... y no creo que el sastre acepte tarjeta....-
-para eso son las armas, vamos a convencerlo....-
-oye pero....-
- no tenemos otra salida....-
La noche parecía más larga de lo usual, salimos a la calle ataviados como emisarios de la religión, mientras caminábamos hacia nuestro destino, podíamos observar a aquella mujer fantasmal, vestida siempre de blanco seguirnos, ahora no lloraba, no emitía su lastimero grito, solo nos observaba mientras caminábamos.
Y según lo calculado estábamos en lo que ahora forman las calles de Tacuba y Brasil, claro que no se llamaban así entonces, pero por un letrero supimos que aquella era la morada del corta telas, tocamos fuertemente hasta que la puerta se abrió, de ella salió un hombre de edad avanzada, sumamente molesto por haberle quitado el sueño.
-¡¿Se puede saber que quieren a esta hora de la noche?!-
Fargas contestó rápidamente a su pregunta con la intención de apelar a su lado amable, si es que tenía alguno...
-Nos han dicho que usted es el mejor sastre de la ciudad, necesitamos caridad de usted....-
-¡aquí no hay caridad...! ¡ni siquiera soy católico!¡ahora váyanse de aquí antes de que pasen los soldados!-
-Bueno... que quede muy claro que quisimos hacer esto por las buenas....-
En ese momento Fargas sujetó al hombre por las ropa y de un solo empujón lo metió a su propia casa a la cual entramos con él y cerramos el pesado portón esperando no ser vistos.
Es más que obvio que aquel hombre protestó enérgicamente y nos hizo ver que tenía las influencias correctas para mandarnos a presencia del santo oficio.
-¡esto es un ultraje....!¡yo soy el sastre de la virreina!-
Para aquel momento Fargas estaba gozando -quizás malsanamente- el hecho de por primera vez, tener el control, así que sacando su arma la puso en el rostro de aquel hombre.
-¿ultraje?... esto es el verdadero ultraje... mira viejito quizás no conoces esta cosa, pero es un arma de fisión molecular, es superior a cualquier arma que hayas visto en tu vida....te haría un agujero en la cabeza sin siquiera hacer ruido...-
Para confirmar que aquello no era una broma, Fargas hizo un disparo a una de las columnas de la casa, la cual fue perforada por el rayo del arma, dejando -como era de esperarse un hueco redondo, perfecto, de un lado a otro del grueso pilar.
El anciano estaba sumamente asustado, y ahora, dejando de lado eso de tener influencias, estaba un poco más resuelto a cooperar.
- Ahora, te voy a explicar lo que vamos a hacer, vas a tomar todos los vestidos que tengas para doncellas casaderas y los vas a llevar contigo, iremos a nuestra casa, no intentes nada estúpido, no quieras gritar ni pedir auxilio, ¿Está claro?....-
-Si.... si señor.-
-Bueno, entonces apúrate.-
El sastre entró a la habitación donde tenía por lo menos tres vestidos, los tomó con gran cuidado, y nos pidió algo de tiempo para ponerse algo decente de ropa... mientras Fargas y yo teníamos algo de que hablar:
-¿eso era muy necesario Fargas?-
-no se, pero ahorita todo se volvió extremo...¿viste que tu amiga nos seguía?...tenemos mucho que contar cuando volvamos a nuestro tiempo...-
Pese al entusiasmo de mi amigo, en el fondo yo sabía que jamás volvería a mi época, ahora pertenecía a la llorona, pero el solo hecho de saber que mis amigos si retornarían a casa, y que estarían a salvo era lo necesario para hacer cualquier sacrificio.
Salimos de la casa acompañados por el sastre, nos cubrimos de nuevo la cabeza con el hábito, mientras que en medio de ambos el sastre caminaba con los pies temblorosos, no se si debido al frío o por el miedo que le causaba que tras las vestiduras de monje, Fargas le apuntaba con la pistola.
Ya teníamos una parte fundamental para completar nuestro plan y de cierta manera nos sentíamos serenos pues con las calles tan desiertas nadie se percataría de nuestra presencia en ese sitio.
Sin embargo, uno no es dueño de las variables y hubo algo con lo que no contábamos y esa fue la presencia de un borracho escandaloso que al vernos, comenzó a proferirnos toda clase de insultos...
-¡fray cacotas!. ¡ustedes son el demonio hijos de la tiznada!-
Y las cosas se pusieron tensas a partir de ese momento, el ebrio en cuestión no solo nos insultaba verbalmente, si no que comenzó a seguirnos los pasos para poder dar rienda suelta a los insultos. 
Fargas, con la mirada y un movimiento de la cabeza me hizo entender que debíamos apresurar el paso, pero el beodo continuaba tras de nosotros escandalizando, llegó un momento en el que nos dio alcance y tomó por el hábito a Fargas.
-oye tú frailecito ¿por qué usas vestido?-
Antes de que nos diéramos cuenta, el escándalos jaló la túnica del detective lo que hizo que su ropa del siglo 21 quedara al descubierto.
Definitivamente el hombre que le había arrebatado el disfraz, era ebrio, pero no tonto y de dio cuenta de que ahí había algo totalmente raro, pues era muy notorio que no correspondíamos a ese lugar, por lo que se alarmó y de inmediato comenzó a gritar:
-¡ayúdenme! ¡Herejes! ¡aquí hay unos herejes!-
El escándalo atrajo la atención de los soldados por lo que de inmediato alcanzamos a escuchar en la otra calle, sus pisadas que corrían en dirección a la nuestra....
-Fargas ¡¿qué hacemos?!....-
-No dejes escapar al sastrecillo y saca tu pistola-
Bien, ya no había espacio para la duda, cuando vi a mi amigo empuñar su arma supe que dispararía sin dudarlo, y como ese tipo de armas no hacen ruido, seguramente despacharía al ebrio y a los soldados sin que nadie lo notara, claro: no era un plan perfecto pero había una posibilidad diminuta de salir bien librados.
No obstante en el momento en el que nuestro delator vio las armas intentó escapar de ahí, pero al dar la media vuelta, se topó con una mujer vestida totalmente de blanco, pero si creen que era la llorona, pues en ese momento yo mismo podría decir que no.
Era una mujer de una belleza exagerada, con una serenidad que hacía que cualquiera se intimidara, ella le cortó el paso al ebrio y lo abordó de inmediato.
-Oiga señor... ¿podría guardar algo de silencio? por favor respete a los muertos....-
-¿Muertos?¿cual muerto?-
-usted....-
En ese momento todo el rostro de aquella mujer cambió, pasó de ser una dama hermosa a ser una mujer vieja y arrugada, y de ahí, por increíble que parezca, en lugar de su rostro apareció la cara de un caballo.
Más bien los huesos, de la cara de un caballo, pero en sus ojos de veían dos brazas incandescentes, ella emitió algo que no puedo describir con claridad, no se si fue el rugir de su coraje o un grito combinado con rugido.
Lo cierto es que fue aterrador y por supuesto, fue mucho para el ebrio, cayó de rodillas y después quedó tendido en el suelo.
Fargas se acuclilló para auxiliarlo, aparentemente pero fue su muletilla para alcanzar su disfraz, y ponérselo, cuando llegó la escuadra de soldados, tanto Fargas como yo ya éramos monjes de nuevo.
El sastre, temeroso a lo que había visto y a nosotros no dijo nada cuando los soldados preguntaron:
-¿que pasó aquí?...-
Fargas se limitó a contestar:
-Nada hijo... simplemente hemos acudido a reconfortar al moribundo-
-Ah... está bien padre... nosotros nos encargamos...-
-Está bien hijo "in nomini di pater"-
Eso fue todo, los soldados se lo creyeron y nos dejaron seguir avanzando....Fargas estaba un poco confundido...
-Cuenca...¿esa era la....?-
-Si.... creo que nos está ayudando....-
-Si... eso parece...-
Así seguimos caminando hasta que por fin, con nuestro rehén a cuestas, llegamos a nuestro edificio.
Antes de entrar volvimos a escuchar de nuevo ese grito que ahora nos era, ligeramente menos aterrador...
-¡aaaayyyyy miiiiis hiiijooooos!-
CONTINUARÁ

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