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miércoles, 20 de enero de 2016

EN UN ESPEJO 6 Christian Perales









... Si un día te miras al espejo y ves tu propia muerte en él, si te miras muerto, felicidades, encontraste a tu amigo más sincero, el espejo nunca te mentirá...
EN UN ESPEJO
CAPÍTULO 6.
-Si lo que me dicen es cierto... supongo que alguien tiene que ir a la fábrica y destruir la cosa ¿no?....-
-¿irás con nosotros....?-
-¿solo es destruir el espejo?.... suena fácil....-
-bueno, en realidad lo difícil aquí será entrar a la fábrica, pero una vez dentro, solo tenemos que ubicar esa oficina y romper el espejo...-
-Está bien voy con ustedes....-
Eso fue lo que recuerdo que hablamos con Luis durante el funeral de doña Gloria, su muerte había sido la más extraña y mórbida de todas las acontecidas hasta este día, nunca supimos como es que sucedió pues ella vivía sola, y ahora después de ello, los que nos atrevíamos a ver el interior del ataúd, estábamos horrorizados ante su cuerpo. 
Al parecer estaba parada frente a un espejo grande que tenía en su sala y simplemente comenzó a estrellar su rostro contra él, hasta que su tez, se convirtió en una masa amorfa de carne destruida, trozos de espejo y sangre, sin embargo esto no la mató, si no el hecho que después de ello dicen que se roció el cuerpo con petróleo del que usaba para encender la leña y se prendió fuego. 
Ahora quienes veíamos su rostro a través del cristal de su féretro, solo teníamos un cuerpo carbonizado, totalmente negro y sus dientes ojos y trozos de hueso estaban expuestos. Llegó un momento en que sin decir más, todos estuvimos de acuerdo en cerrar la tapa de la caja.
A las dos de la madrugada en medio de los rezos de rosario, yo estaba sentado ante el ataúd de doña Gloria, y pude ver como la tapa de éste comenzó a moverse lentamente, de éste salió una mano carbonizada, al tiempo que la tapa continuaba abriéndose, mientras una densa neblina se iba apoderando del interior de la casa donde la velábamos. 
Poco a poco, su rostro calcinado se empezó a asomar hasta que ella se salió de la caja, nadie se inmutaba ante el hecho, doña Gloria caminó hacia mi sin que yo pudiera moverme, sin que yo pudiera hacer algo por evitarlo, al momento me sujetó por el cuello y comenzó a estrangularme, sus dientes se hundieron en mi cuello y comenzó a brotar mucha sangre.
En un momento todos comenzaron a reír por lo que doña Gloria me estaba haciendo, desde los más viejos hasta los más jóvenes reían frenéticamente, hasta que de repente todos comenzaron a arder, el fuego se apoderó de sus cuerpos y eso les hizo callar por un momento, pero después de ello volvieron a reír a carcajadas. Después de eso sentí como aquella mujer me sacudía mientras repetía mi nombre....
-Manuel.... Manuel.....Manuel..... despierta....-
Abrí los ojos solo para darme cuenta de que había soñado a doña Gloria saliendo de la ultratumba, Mariana me había despertado....
-Manuel... ¿no sabes que no te debes dormir frente al muerto?...-
-¿Dormí mucho tiempo....?-
-No, oye... vamos a afuera hay algo que quiero decirte....-
Salimos de la casa de doña Gloria y nos pusimos a platicar un rato, Mariana era otra de mis amigas de infancia, ella también había padecido la orfandad, su madre se había suicidado en el bosque y su padre no pudo soportar la idea de ver muerta a su esposa así que en la cantina del pueblo se le fue acabando la vida también, como si se tratase de un suicidio lento y doloroso. 
De cualquier manera aunque el padre de Mariana vivía, realmente ella estaba huérfana pues a consecuencia de tanto alcohol su padre ya era un vegetal, al que tenían que dializar constantemente. Mariana encendió un cigarrillo y lo compartió conmigo...
-¿es en serio... van a ir a la fábrica?....-
-¿cómo sabes eso?....-
-Los oí cuando estaban hablando.... y si van a ir hay algo que deben saber....-
-¿qué?-
-Bueno, mi mamá y mi papá trabajaron en ese lugar....-
-¿Sabes una cosa?.... creo que todos los papás de alguien trabajaron en esa fábrica....-
-Si.... pero mi papá dice que ahí está la puerta al infierno....-
-Con todo respeto tu papá....-
-Si, se que perdió la razón hace años, pero me dijo como detener esa cosa....-
-Pues no se que esperas encontrar pero hasta donde se... solo hay que romper el espejo....-
-Mi papá me decía cosas antes de perder la cordura y no va a ser fácil....-
-Pues entonces sería muy bueno que me dijeras que hacer, por que iremos en la noche, después de sepultar a doña Gloria....-
-No, yo voy con ustedes....-
-No....-
-Déjame ayudarles.... yo sabré que hacer y mientras más vayamos, podemos cuidarnos entre nosotros.... lo que acabó con mi familia está en esas paredes, quiero que termine... antes de que acaba con nuestro pueblo....-
-¿qué te hace pensar que quiere acabar con el pueblo....?-
-Manuel, no me chupo el dedo, ¿tres muertes rarísimas desde que llagó tu tía la pipis?...algo revivió en este pueblo, y ustedes saben que eso fue en esa fábrica...-
Si bien era incierto lo que estábamos a punto de hacer, Mariana tenía razón, teníamos que reunir todas las visiones de lo que estaba sucediendo e ir con una idea más clara a aquel inmueble abandonado. Acordamos que si, que ella nos acompañaría.
Después de sepultar a doña Gloria, el pueblo se fue quedando solo y en silencio, no había nadie en las calles, no se si esto se debía al cansancio que estábamos sintiendo todos y temíamos que de salir a la calle veríamos otra muerte horrenda, lo cierto es que apenas si estábamos trabajando, nuestra vidas estaban detenidas por alguna fuerza desconocida, y muchos ya empezaban a ver con cierto recelo, con cierto temor los espejos que tenían en sus casas, en el fondo sabían que algo pasaba con ellos, y aunque yo sabía lo que era, no podía decir nada, tenía que resolverlo en silencio.
A las siete treinta de la noche, me despertó el ruido que hizo un enorme tráiler al cruzar el pueblo usando el tramo de carretera que lo dividía exactamente a la mitad, pude escuchar el grito de mi vecino don Aurelio que con cierto sentimiento de impotencia le gritaba al operador del pesado camión....
-¡despacio hijo de la chingada!....-
Cuando los tráileres comienzan a pasar a esa velocidad entre el pueblo, es la señal inequívoca de que ya se hizo de noche, había llegado la hora de reunirme con Jorge, Mariana y Luis, en la plaza del pueblo, el sueño apenas se había disipado.
En un pueblo pequeño, cuando alguien muere es luto para todos, cada quien lo siente a su manera ya que no es una población pequeña, es una familia grande, y perder a un miembro se siente sobremanera. 
Nosotros habíamos perdido a tres ya, y eso nos tenía sin poder conciliar el sueño, aletargados y cansados.
Cuando llegué a la plaza ellos ya estaban ahí, comprando dulce de tamarindo en el puesto de doña Juana, habían traído lo que habían podido de sus casas, y que posiblemente nos sería útil en nuestra travesía, como un machete y un par de linternas; parte del plan era que no atravesaríamos el bosque nuevamente así que yo llevé mi camioneta para rodear y entrar a la fábrica por el camino viejo, a siete kilómetros del pueblo. 
Aún así, el camino no era fácil, aquella vereda, que en otro momento era paso de pesados camiones de carga, ahora se encontraba abandonado a su suerte, con enormes matorrales espinosos creciendo a los lados, y árboles de gran tamaño muriendo de pie, lo cual hacía que la visibilidad fuera muy pobre. pero nuestra voluntad nos hizo que al cabo de cuarenta minutos, estuviéramos frente a la puerta principal de aquel complejo fabril. 
Ahora teníamos otro ángulo de aquel inmueble, como era de esperarse todo se veía gris, con materiales y deshechos amontonados en el patio, y también con vehículos abandonados en él, como si todos en algún momento hubieran tenido demasiada prisa por salir, dejando congelados ahí su útiles de trabajo cotidiano, y el tiempo se hubiera encargado de congelar todo en una fotografía viviente. 
Las puertas y las viguetas herrumbradas le daban un aire que acentuaba el abandono al que estaba sometido, los cristales rotos en algunas partes te hacían sentir que estabas siendo observado por alguien desde el interior, y el viento que cruzaba aquel sitio abandonado causaba algunos ruidos que no se podían explicar rápidamente, pues no sabías si se trataba de una puerta moviéndose al viento, o alguien llorando en el interior de la planta.
-¿y ahora qué?....-
-pues.... hay... hay que entrar....-
CONTINUARÁ.....

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