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miércoles, 20 de enero de 2016

EN UN ESPEJO CAPITULO 1. Christian Perales.


EN UN ESPEJO.
CAPÍTULO 1 LA PIPIS PUÑALES.
Solo es vidrio con un baño de plata y mercurio.... pero como puede hacer daño....
Existen puertas en este mundo, que por ningún motivo debieran ser abiertas, pues conducen a dimensiones que no teníamos contempladas, lugares tan siniestros que el más fuerte de espíritu, se quebranta ante lo que se puede vivir si uno se asoma a un espejo en el momento equivocado.
Soy el único familiar vivo de una de las mayores asesinas de la historia de México: "la pipis puñales", ella cometió una serie de homicidios por toda la república, asesinatos que a final de cuentas terminaron por llevarla a prisión donde decidió finalmente ponerle fin a su vida. 
La noche en la que ella... mejor dicho, su cuerpo regresó a su pueblo natal, aquí no fue algo que digamos un gran acontecimiento y no era para menos, nunca tuvo buenas relaciones con nadie en el pueblo, de tal suerte que quien la trajo en la carroza fúnebre me comentó que ningún cadáver le había acarreado tantos problemas. 
No se que pasaría durante su traslado pero definitivamente fue algo fuerte, pues el chofer de la carroza fúnebre se veía muy alterado.
A final de cuentas en su velorio solo estuvimos siete personas, entre ellas la rezandera del pueblo, que infortunio que de todos ellos yo soy el único que queda vivo, pero definitivamente nadie creerá lo que sucedió aquella noche y las noches siguientes, pues los doctores que me atienden creen, que ya enloquecí, yo francamente preferiría estar muerto, tengo el noventa porciento del cuerpo calcinado, y a pesar de que no estoy muy consciente de mi entorno, creo... creo que me falta la mitad de mi brazo y no me atrevo a mirar pues veo que uno de mis pies es un bulto de vendas y no logro sentirla.
Fue un error a fin de cuentas, estábamos en el velorio de mi tia la pipis, y aunque yo no la conocía, sentí que con tantos crímenes había que intentar salvar su alma, si es que acaso tenía una, por lo que durante la noche y con la cooperación de mis amigos logramos juntar un diezmo, para que el padre Gaspar viniera a hacerle una misa de cuerpo presente, y así fue, a regañadientes y poniendo muchos pretextos pero al fin accedió, llegó colocó el cáliz y le pidió a los presentes que le ayudaran en las oraciones. 
No íbamos ni a la mitad del rosario, cuando empezamos a escuchar como si dentro de la caja, del ataúd, ella estuviera rasguñándolo, como si intentara salirse de él. 
El padre muy consternado nos pidió que abriéramos la tapa...
-Hijo... creo que escuché algo.... ¿seguros que falleció?¿por qué no mejor revisan el féretro?-
-padre... es que... no... así que se quede....-
-hijo ¡por Dios!... ábrela.... no hagas algo de lo que luego te puedas arrepentir-
Terminamos por abrir la caja y aparentemente todo estaba normal, vimos su cuerpo suturado con cierto salvajismo por el forense, sus párpados no estaban bien cerrados por lo que la parte blanca de los ojos se alcanzaba a asomar, tenía unos tapones de algodón en la nariz y las manos atadas con un listón sobre el pecho, y el maquillaje que habían usado para embalsamarla la hacía lucir como si fuera una muñeca, o un maniquí. 
Después de ver eso era más que obvio que si estaba muerta, así que decidimos cerrar nuevamente la caja, más cuando estábamos a punto de hacerlo, pude ver como su rostro cambiaba de una manera grotesca, por un momento pude ver en ese rostro inanimado por la muerte, que sonreía, claro en este caso era la sonrisa más macabra y diabólica que me hubiera tocado ver. 
No dije nada pues pensé que si lo comentaba, todos los presentes incluyendo el padre, me dejarían solo.
No se de donde sacamos fuerza, pero finalmente terminamos por cerrar la caja y acabamos de rezar; como una acto de empatía el cura se quedó con nosotros un rato más, tiempo en el que nadie sabía que hacer, parecía una misión eterna e interminable ver como se iban consumiendo los cirios y las veladoras. Me estaba venciendo el sueño cuando escuché la voz del cura que me llamaba, quería platicar conmigo unos momentos a solas.
-¿qué era de ti la señora?-
-Era mi tía... pero yo no tuve mucho contacto con ella...-
-Ah entiendo... hijo, esta mujer tenía muchos pecados....si necesitas platicar... sabes que en la iglesia...-
No pudo terminar de decir esa frase, pude notar que con mucho terror centró su atención en un espejo muy antiguo que estaba en la sala de la casa, a pocos pasos del féretro donde yacía la pipis puñales. 
En ese momento el vaso de unicel que tenía el sacerdote en sus manos, temblaba al ritmo que su cuerpo lo hacía, finalmente me dijo algo que en ese momento no tenía mucho sentido....
-¿por qué no cubriste el espejo?-
-¿el espejo?-
-Si... cuando se vela a alguien se tiene que cubrir todos los espejos de la casa... bueno, ya, no me hagas caso.... pero después de que la sepulten debes llamarme para venir a bendecir tu casa....¿de acuerdo?....-
-Si padre...-
Después de su advertencia cubrí ese espejo y el que estaba en el baño, ambos con una sábana, y después de ello, ya no se habló del tema. 
A eso de las tres de la madrugada, doña Rosa y su hija Paty se levantaron y se despidieron de mi, había llegado el momento de que ellas se fueran a su casa, me ofrecí a encaminarlas pero no quisieron, después de todo su casa quedaba solo a algunos metros de la mía. .
La mañana llegó y a eso de las once las ultimas paladas cubrían el ataúd de aquella mujer que en vida había hecho las peores atrocidades, pero ahora, como le sucede a todo ser humano -bueno o malo- estaba ya en las manos de la muerte, a merced de la tierra y el olvido, y sin que nadie le ofrendara una lágrima, nadie lo haría, así que al poco rato todos volvieron a sus casas y yo me fui a dormir. 
Desperté con la obscuridad de la noche, y haciéndome un reproche a mi mismo por haberme dormido tanto tiempo, tenía hambre y pensé que lo mejor era bajar al pueblo para buscar algo que cenar. 
Como un instinto necesitaba saber si estaba aunque fuera un poco presentable por lo que descubrí el espejo, y al mirarme en él, noté como unas enormes ojeras se habían formado en mi rostro, después de eso me peiné y decidí que era hora de salir. 
Apagué la luz, pero.... no se si fue un reflejo, pues solo duró un segundo, pero pude ver muy claramente la cara de mi tía, a quien habíamos sepultado solo hacía algunas horas, su mirada era de profundo enojo y sus ojos no estaban donde debían, solo se veían las cuencas en su cara. 
Del susto, me dejé caer y por más que intentaba rezar, ninguna plegaria se me venía a la mente.
Después de un rato me calmé y traté de atribuirle lo que había visto a el cansancio, y ahora ya lo que me importaba más era salirme de la casa, buscar alguien que me acompañara. 
Ya en la calle comencé a caminar para llegar al centro del pueblo, pero cuando apenas iba pasando por la casa de doña Rosa, vi que los caporales, el doctor y las amigas de Paty, venían corriendo y muy angustiadas, yo no sabía lo que pasaba, pero me di cuenta de que algo andaba muy mal cuando entraron corriendo a la casa de doña Rosa... de repente escuché la voz de Chayo, unas de las mujeres que habían estado conmigo en el velorio.
-¡Manuel... oye... saca tu camioneta... Paty está muy mala... hay que llevarla al municipio!-
-¡¿qué le pasó?!-
-¡no se!....dice doña Rosita que se estaba arreglando para ir al pueblo, y que de repente así nomás rompió el espejo, agarró un vidrio y primero se cortó la cara, luego las muñecas y después se lo encajó en el cuello.... ¡ándale que se muere!....
El tiempo se me escurrió en la conciencia, y poco recuerdo de aquel momento, en mi mente quedó la imagen de Paty, en la caja de mi camioneta, con su vestido beige, totalmente bañada en sangre, y como sus ojos estaban mirando hacia la nada, en el momento en el que por fin, quince minutos después llegamos al municipio... era demasiado tarde para ella, había muerto desangrada... pero desafortunadamente ese, apenas era el inicio, de lo que estaba por venir.

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