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miércoles, 20 de enero de 2016

EN UN ESPEJO 4 Christian Perales


EN UN ESPEJO.
.... Aquí estoy esperando la hora en que vendrás, no lo sabes aún, pero cada vez que nos reunimos robo algo de tu escencia, no me bastan ya las migajas, esta noche robaré lo que falta y nadie podrá juzgarme, pues soy tú, soy lo que miras, cuando te ves en el espejo....
CAPÍTULO 4
Lo que nos dijo aquella señora con toda su demencia a cuestas nos hizo estremecer, ella, en su loco mundo de sombras, figuras y fantasmas creados por su mente sabía algo que nosotros no, y quizás en el fondo ella sabía como evitarlo, quise alcanzarla pero pese a estar adentrada en edad, la distancia era de varios metros, así que cuando comencé a seguirla ella cruzó la carretera, yo no me fijé, quizás movido por esa inquietud de saber lo que ella tenía en mente así que al cruzar la carretera no me di cuenta de que un enorme trailer vénía hacia mi, se que actué por impulso y solo me percaté de ello cuando escuche las enormes corneas de aquel tractocamión acercándose a toda velocidad, de ahí todo sucedió muy rápido, cuando pensé que aquella mole de metal me golpearía, sentí un empujón que me sacó de la trayectoria del tráiler.
-¡¿te volviste loco o que?!-
-¡ella sabe algo!...-
-Si, ahora vamos por ella, pero fíjate....-
La loca, como le decían en el pueblo, no nos llevaba más que unos pasos de distancia, pero parecía una misión complicada seguirla, se internó en la zona boscosa que rodea al pueblo y así fue como la perdimos de vista, pero ese se había convertido en el menor de nuestros problemas, ahora, a pocos minutos de habernos internado en ese bosque, ya nos habíamos perdido, y es que ese lugar era algo tétrico, no solo por el aspecto que te hacía alucinar, que te confundía a cualquier hora. 
La zona boscosa, tenía árboles muy altos, que hacían que aún en pleno día la luz del sol fuera muy poca, aunque lo realmente aterrador de el sitio eran esas leyendas que habíamos escuchado en el pueblo desde niños, dichas leyendas hablaban de fantasmas, de espíritus que estaban atrapados en ese lugar, y lo que si era más que una leyenda, era el hecho de que a finales de la década de 1970, muchos de los habitantes del pueblo, que en ese tiempo eran jóvenes, acudieron al bosque a suicidarse, aprovechando la soledad y la penumbra que les brindaba la presencia de tantos árboles. Unos de ellos se cortaron las venas, otros se colgaron por el cuello de las ramas de los enormes pinos y abetos; todo aquello estuvo sucediendo durante un periodo de cinco años.
-¿ya nos perdimos?....-
-mhhh, no, no, mira creo que el pueblo está para allá....-
-¿Si?-
-Si... vamos, pero hay que buscarla, te juro que esa señora... sabe algo de lo que pasa....-
-¿crees que todavía veremos más muertes?....-
-Yo... no se... pero me gustaría saber que le pasó a Paty y al padre Gaspar, la señora sabe algo... si quieres regresar al pueblo, simplemente camina por esa dirección, en quince o veinte minutos te toparás con la carretera que va hacia el municipio, y con ella encontrarás el pueblo...-
-¿tú que vas a hacer Manuel?...-
-Yo no me voy de aquí hasta que no encuentre a la señora....-
-pero eso puede llevarte varios días-
-ni tanto, creo que se donde puede esconderse esa señora....¿has oído hablar de los que se suicidaron en esta zona a finales de los setentas?....-
-Si, casi todo mundo en el pueblo sabe esa leyenda.-
-No, no fue una leyenda es cierto de que mucha gente se suicidó aquí...-
-¿y qué con eso?....-
-Ellos no fueron sepultados en el panteón del pueblo, en aquel entonces el consejo de ancianos no se los permitió, digo, de cierta manera quienes se suicidan están condenados, y por aquellos tiempos la gente era más espantada, no querían a esos difuntos en el panteón.... así que construyeron uno aquí, en medio del bosque, para sepultar a todos los que venían a morir aquí....esa señora seguramente vive ahí o por lo menos muy cerca....-
-¿y sabes llegar a ese panteón?-
-Creo... creo que si.....-
Jorge y yo, nos estábamos haciendo buenos amigos, habíamos pasado de ser conocidos, cohabitantes del mismo pueblo a estar unidos en un equipo que buscaba poner un poco de luz en torno a la muerte de los dos miembros de nuestro pueblo, de nuestra familia; pero aún así no podía confiar tanto en él como para narrarle un secreto de mi familia. 
Solo los más viejos en el pueblo sabían el porque de que yo hubiera crecido en la orfandad, y no era fácil para mi asimilarlo, mi padre, unos pocos días de haberme engendrado, había acudido al lugar que penosamente recorríamos mi amigo y yo, y se había disparado en la cabeza, como muchos de los que hicieron algo parecido, muchos de los que se suicidaron en este bosque, su cuerpo no fue encontrado si no hasta meses después. 
Pasaron dos años y mi madre hizo lo mismo, vino aquí a acabar con su vida, a diferencia de mi padre, ella se cortó las venas de las muñecas. 
Luego de eso, me quedé bajo el cuidado de mi tía, es más que obvio que no se llamaba pipis, no... su nombre de pila era Sara, y lo que quizás muchos ignoren es que no siempre fue una asesina, ella me crio los primeros años de mi vida, fue como mi madre...y era tierna y cariñosa conmigo, las personas del pueblo la querían, y ella sabía corresponder a ese cariño, haciendo cosas útiles para el pueblo.
Pero una noche salió de la casa en medio de la madrugada, y volvió pasadas unas horas, su ropa estaba cubierta de tierra y de sangre, no se si de ella o de quien fuese su primera víctima, se acercó a mi cama mientras yo trataba de despertar en medio del miedo que me producía al verla y me dijo algo que nunca entenderé del todo....
...."-Tienes que ser muy fuerte.... yo debo pagar... ellos deben pagar, y hay pecados que no se lavan ni con la muerte...-"
Después de eso desapareció; afortunadamente para mi, las personas del pueblo me acogieron y se encargaron de que yo creciera para convertirme en un adulto útil a mi comunidad, recibí el amparo y la educación de toda mi comunidad, no faltó quien me cuidara cuando estuve enfermo, quien me enseñara a leer y escribir, quien me apoyara hasta que pude valerme por mi mismo, y pese a la muerte de mis padres, pese a mi orfandad, tuve una buena vida, eso hasta que me enteré de que mi tía, esa cándida mujer que me cuidó desde bebé, era la culpable de los más brutales homicidios en serie acontecidos en el Distrito Federal, muy lejos de mi pueblo... nunca pensé que esa estela de destrucción me alcanzaría aquí.
Entonces el dilema radicaba en el hecho de que Jorge no debía saber cual era el motivo, por el cual yo conocía muy bien ese bosque, y la realidad es que yo iba muchas veces a ese sitio, a desahogarme, a llorar y quizás a buscar una respuesta de porque mis padres se habían suicidado, a medida de que fui creciendo, de que me convertí en adulto dejé de hacerlo, dejé de ir, olvidé y abandoné aquel sitio, pese a que mis padres se encontraban sepultados allí. 
Caminamos por espacio de media hora, en un punto alcanzábamos a escuchar el agua del riachuelo que abastecía del liquido al pueblo, de repente, como si se tratase de un encantamiento, en medio de la penumbra pudimos notar como ante nuestros ojos se erigían las primeras cruces del camposanto aquel, donde los cuerpos de los pecadores suicidas es hallaban buscando el reposo eterno. 
Esa noche, aquel cementerio se veía más grande que otras veces en las que yo había acudido, era difícil caminar entre una serie de tumbas abandonadas, con cruces improvisadas, unas hechas de madera, cuyo barniz se había desgastado hacía ya muchos años, dejando el camino libre a la podredumbre, otras de estas no eran más que dos trozos de leños atados con liana, y finalmente habían tumbas que solo eran un montículo de tierra.
Como yo lo había pensado, al final de aquel terreno sembrado de cadáveres de suicidas, se erguía una especie de jacal, construido con trozos de láminas viejas y oxidadas, con retazos de madera y plásticos, eso si, aquella tétrica construcción en medio de la nada estaba custodiada, por una serie de frascos que pendían de los improvisados postes que la sostenían, en ellos se notaba que estaban llenos de hierbas, de vísceras de algún animal, y de otras cosas igualmente extrañas. 
Dimos algunos pasos para adentrarnos en esa casa, y notamos que sobre la puerta, se hallaban colgados unos aterradores racimos, pero no eran de alguna fruta, eran patas de gallinas, estaban ahí como parte de un amuleto, se habían resecado con el tiempo y el clima, sentimos todos los deseos del mundo de salir corriendo de ese sitio, pero escuchamos unos pasos tras de nosotros, en ese momento el miedo se apoderó de mi, y mi corazón latía con mucha fuerza, tanta que podía escucharlo... volteamos y vimos que la loca... estaba tras de nosotros,... con esas facciones de enojo que le caracterizaban, con su falta de piezas dentales y su cabello enmarañado... alguien tenía que decir algo y fue ella quien se adelantó....
-Manuel Quintero..... te estaba esperando....-
CONTINUARÁ....

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