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martes, 19 de enero de 2016

PREMONICIONES. Christian Perales








CUENTO CORTO.
PREMONICIONES....
....Y vivirá en la memoria eterna aquella mañana de septiembre en que la muerte no tuvo la delicadeza de tocar la puerta aunque fuera por educación,
La mañana en la que el cielo se puso rojizo y la ciudad lloró.
18 de septiembre de 1985
Doña Elena llegó como cada tarde a las oficinas de la DGOH, a cumplir con su tarea de dejar las instalaciones relucientes, a esa hora los empleados de aquella dependencia gubernamental estaban saliendo de un día de labor, mientras ella, comenzaba su jornada. 
Sobra decir que aquel lugar era algo tétrico una vez que salía el último funcionario, pero Elenita -como le decían los burócratas de esa oficina en cuestión- ya estaba más que acostumbrada. 
Así que como cada día a medida de que los empleado salían, se topaban en el camino con la señora, algunos se despedían alegremente, otros le ´preguntaban si llevaba cigarros sueltos para venderles, y los más asiduos a su amistad, le preguntaban por la salud de su hija, en fin, de cierta forma, ella, Elenita era parte de aquella "familia" conformada por aquellos oficinistas, quienes la veían como una gran amiga, con la que podían contar, casi para todo. 
Después de checar su tarjeta, y colocar su grabadora en uno de los escritorios en la que sintonizó "el Fonógrafo", se puso a sacar la basura, que se había acumulado durante el día.
Concretamente, esa noche algo la inquietaba, y de las pocas veces que lo hacía, se asomó en varios momentos por la ventana, por la cual vio como, poco a poco el tránsito sobre el eje central Lázaro Cárdenas iba disminuyendo a medida que la noche avanzaba. 
Trató una y otra vez de concentrarse en su labor, pero concretamente aquella noche le parecía difícil. Ella ya se conocía a sí misma, y sabía que en pocos minutos un escalofrío recorrería su espalda, y así fue...
-¿muerte?...-
Dijo en voz alta cuando le sobrevino una especie de mareo, con el cual supo invariablemente que estaba a punto de ver unas imágenes terribles de algo que sucedería próximamente, aunque nunca se imaginó la magnitud de lo que su mente le tenía preparado. 
Desde niña Elenita podía ver y apreciar cosas que salían de toda lógica, simplemente después de los escalofríos y el mareo ella veía a alguien morir, de la forma que fuera y esto sucedía en la misma forma que ella lo había captado, lo único que era impredecible para ella era cuando sucedería, pero siempre se cerraba el ciclo cuando algo aún más fuera de lo normal se hacía presente.
Como cuando murió su tío Roque, ella vio esa muerte en su imaginación unos días antes. 
Lo que ella vio fue como un tren pasaba sobre su tío, y supo que moriría pero solo logró saber que sería al día siguiente, cuando una lechuza se posó frente a la ventana de su casa. 
Y con el tiempo supo que hiciera lo que hiciera, no lograría impedir esa muerte, pues quien ya estaba destinado a morir solo postergaba el momento, pero si, era una realidad contundente: sucedía, ya fuera pasando unos días, unas semanas o incluso un par de meses después.
Trató de sentarse frente a uno de los escritorios, el del ingeniero García, y ahí fue donde la primera imagen de muerte vino a su mente, ahí, comenzaba todo: el piso debajo de ese escritorio se derrumbaba, llevándose consigo al ingeniero, el caía y con el solo golpe que se daba al caer al piso de abajo su cuello se rompía y su hombro se dislocaba, pero la muerte solo le llegaba en medio de aquel dolor cuando el resto del piso colapsaba y una viga le golpeaba la cabeza.... haciendo que su cuerpo convulsionara en una agonía de solo unos segundos.
-¿el inge.... ? ¡no Dios mío!...-
Ahora Elenita sabía que el ingeniero estaba en la lista de la muerte, así que muy desconsolada se levantó de ese escritorio para pasarse a limpiar el de Estelita, quien quizás era la secretaria más joven de aquella sede gubernamental, con sus 21 y la barriguita de cinco meses de embarazo, Estela Gómez, en la visión de Elenita, se levantaba de su escritorio y acudía al baño, más a medio camino el techo del piso siguiente se colapsaba sobre ella, y de ahí la imagen en la mente de la señora se volvía algo opaca, solo veía a Estela en medio de una oscuridad total, con los labios amoratados, y ambas pierna destrozadas por algo que las oprimía....
-Es.... ¡¿Estela?!-
Ahora Elenita estaba mucho más que asustada, pues también veía a aquella muchacha envuelta en el mayor sufrimiento imaginable, así que apenas pudiendo contener el llanto, se levantó de ese escritorio y salió al pasillo a respirar un poco de aire libre para calmarse.
En ese momento el escalofrío volvió a recorrerla, así que necesitaba distraer su mente con algo. 
Al fondo de aquel corredor, las luces de una máquina expendedora automática la atrajo con sus tenues luces, Elenita buscó en su bata de trabajo una moneda para que la máquina le diera un vaso de café, y ahí fue cuando otra imagen de muerte vino a su mente. 
Esta vez era Gregorio Hernández... -"Goyito", como le decían las muchachas del archivo.
Él siempre llegaba a las oficinas barriéndose como beisbolista, por lo cual casi nunca tenía tiempo de desayunar en casa así que Elenita lo vio parado frente a la máquina de café, y mientras esperaba el producto, la máquina salía proyectada hacia el cuando el piso se inclinaba bajo sus pies, no era cualquier cosa, dentro de aquella "cafetería" el agua hirviendo era un componente básico, al caer la máquina al suelo y sobre Goyito, la cápsula de agua reventaba, bañando al desafortunado con aproximadamente treinta litros de agua en pleno hervor. 
Pero eso no era todo, después la ventana frente a él terminaba por romperse con un trozo de la barda, lo que ocasionaba que ambos, máquina y humano, cayeran de una altura de cinco pisos, al estacionamiento, ocasionando que Goyito quedar empalmado en unas varillas desprendidas... y con un enorme peso encima... pudo ver su rostro, la mirada viendo hacia la nada, la boca entreabierta y la expresión clásica de miedo y de no entender lo que sucedía.
Elenita estaba en shock, sin poder dar crédito a sus premoniciones, entró corriendo al área del conmutador, ahí el escalofrío, el mareo y otra imagen se hicieron presentes en su mente. 
Ahora eran Natalia, Olga, Beatriz, Malena y Paula... el conmutador les hacía una mala pasada... por alguna razón las cinco chicas trataban de salir corriendo de ahí, algunas en su intento olvidaban quitarse sus audífonos con los que hacían su trabajo, y el cable las jaló e hizo caer a dos de ellas. 
Las que llegaron a la puerta murieron aplastadas al intentar abrirla, pero la que se llevó la peor parte fue sin duda Malena, pues en el momento en que Elenita tuvo la visión una de las paredes cayó al vacío y un cable de alta tensión entró por el hueco que quedaba, literalmente inyectando una enorme corriente eléctrica en el cuerpo de Malena, ella cayó al suelo ahogándose con su sangre, y con los ojos derretidos por la descarga de voltaje que había recibido y cuando Olga intentaba ayudarle era el fin para ambas, ya que un instante después una pesada loza les caería encima, rompiéndoles cada uno de los huesos del cuerpo.
Y así fue toda la noche para Elenita, en cada rincón del grupo de oficinas veía morir a alguien, algún amigo, algún conocido alguien cercano, moría de forma cruel en las visiones mortales de Elenita. Esteban, Karla, Mary.
Nadie se salvaba, el llanto en los ojos de Elenita comenzó a salir cuando su premonición se vio cerrada con broche de oro.... A las cuatro de la madrugada la escuchó en la calle... a unos cuantos pasos....
-¡Aaaaaaaayyyy miiiis hiiiiiijoooos!-
-Dios... ¡Jesús Bendito!....-
Ya no pudo más.... ahora como en otras ocasiones supo que después de escuchar el grito aterrador de la llorona, todo sucedería dentro de unas horas. y ella no podía si no sentarse a ver el espectáculo macabro que la tragedia y la muerte habían preparado. 
Trató en vano de terminar su trabajo, y se fue llenando de angustia a medida que vio salir el sol a través de la ventana. Ya no tenía ánimos de nada, el silencio reinaba en ese sitio por el momento, y solo su grabadora irrumpía en el escenario....
-Amigas y amigos buenos días les deseamos sus amigos del fonógrafo, cuando son las seis horas con cincuenta y cinco minutos de este día 19 de septiembre de 1985... y ahora vamos con las complacencias, en este día que promete ser maravilloso...."-
Eso fue todo...Elenita desconectó su grabadora, checó su tarjeta al salir y fue abandonando el lugar... en su camino a la calle... los vio por última vez, y un enorme dolor invadió su alma cuando supo que nada podía hacer ya por ellos, todos estaban ahí: el ingeniero García, Goyito, Olga, Malena, Natalia, Estela con su bebé en el vientre, Esteban.... Karla.... Todos llegando puntuales a su trabajo... y su cita... con la muerte....
FIN

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