......Cuando tu mundo se convierte en un montón de ruinas aprisionando tu pecho, cuando padeces el hambre y la sed, cuando el miedo hace tiempo dejó de doler y el silencio es más pesado que la obscuridad que te rodea, cuando no sabes si estás ciego, pues hace días que no ves la luz.... deseas vivir y al mismo tiempo esperas que tu muerte sea rápida para no sentir más el dolor... esto es estar bajo toneladas de escombros.
TLATELOLCO.
Existen lugares en la faz de la tierra que están destinados a ser escenarios y espectadores de muertes injustas y crueles, lugares que no fueron cargados con el peso de una maldición, sin embargo, cargan con el grave peso de que muchas personas pierdan la vida en ellos, y pareciera que Tlatelolco, fuera uno de estos lugares.
La primera matanza grande sucedió en este rincón cuando un español enloqueció y asesinó a toda su familia y sirvientes, veinte personas en total, nadie supo por que lo hizo, pero aquel señor solo sobrevivió para después colgarse por el cuello, en uno de los árboles de pirúl a las afueras de lo que alguna vez fue su hacienda.
Después de todo ¿Qué podíamos esperar? quizás a final de cuentas el lugar si está maldito, después de todo cuando una cultura extermina a otra, algún afán de justicia se queda impregnado en la tierra.
Después fue la matanza estudiantil de 1968, y la plaza de las tres culturas así como los edificios que eran una joya de modernidad de aquella época, se vieron manchados con la sangre de inocentes y en aquella ocasión no fue algo misterioso, todos sabemos que fue el ejército el responsable de aquel crimen, pero sea como sea fue sangre, una vez más el suelo fue teñido de rojo.
Después en 1979 tuvimos que lidiar con el asesino de Tlatelolco, un asesino en serie que no robaba, ni violaba, simplemente le gustaba seguir a jovencitas para después someterlas y cortarles las venas con un tranchete de zapatero y mórbidamente ver como la sangre se distribuía entre las grietas de los adoquines, de la plaza que hacía las veces de estacionamiento en los edificios de Tlatelolco: como si se tratase de una especie de rompecabezas macabro.
Fueron incontables sus víctimas, y así como llegó, simplemente desapareció sin que la autoridad tuviera idea de quien o quienes realizaron tantos homicidios..
19 de septiembre de 1985. 4:00 de la madrugada.
Me despierto en medio de una confusión total, no se si acabo de soñar con una multitud de mujeres llorando o de verdad escucho el llanto de una mujer, soy muy consciente de que aquí sucede muy seguido eso, a tal grado que ya no debería impresionarme, ya que incluso tenemos nuestra leyenda local.
Verán:...en la matanza de 1968, una madre de familia, Doña Lourdes, tuvo el arrojo de venir a buscar a su único hijo, que es más que obvio que había sido víctima de las autoridades que organizaron la masacre.
Ella, buscó a su hijo entre las pilas de cadáveres, lo buscó entre los detenidos, pero nada, simplemente su hijo, estaba en la peor de las listas: la de los desaparecidos y la señora jamás se rindió, casi a diario venía aquí a los alrededores a buscarlo, en ocasiones pegando carteles, otras simplemente gritando su nombre, hay quienes argumentan que esta acongojada madre de familia terminó perdiendo la cordura, buscando a su única razón de vivir, bajó cerca de quince kilos, contrajo diabetes y su aspecto con el paso de los meses se volvió algo aterrador, pero como haya sido ella asistió puntualmente hasta el día en que finalmente falleció.
Quienes llevan más tiempo viviendo aquí, en los edificios de Tlatelolco, afirman que muchos de estos jóvenes desparecidos, fueron enterrados clandestinamente bajo las entrañas del edificio Nuevo León, pero siento que esa es mera leyenda urbana-
Sin embargo y desde entonces, cada noche aquí, entre los edificios, los andadores y el estacionamiento, no dejan de escucharse pasos, y a eso de las tres de la madrugada, se escucha el llanto de la pobre mujer.
También en muchas ocasiones, cuando mi esposa tiene que quedarse en el edificio de una fábrica de ropa, a acomodar cifras de la retorcida contabilidad de la empresa, como esta noche, me asomo al estacionamiento y veo pasar sombras, que de pronto se pierden en la nada, pasan así, simplemente corriendo, y se vuelven parte de las sombras del estacionamiento.
Es así, se escuchan lamentos y gemidos.
Me recargo en el barandal del piso doce, en el cual vivo, la noche está inquietantemente serena, a lo lejos, a unas cuantas calles veo el reloj de la torre latinoamericana: 4:19.
De pronto en medio del silencio suena el teléfono, la única persona que puede llamar a esta hora de la madrugada es mi esposa, corro a contestar, al fin un poco de paz y tranquilidad.
-Bueno....-
-Bueno... hola amor...¿no te has dormido?...-
-no... quería saber como estabas...-
-Mira llegué bien... pero Don Fermín me pidió que ordenáramos la contabilidad, dice que estamos atrasados, ya ves como se pone...-
-¿estás sola...?-
-con las costureras...trata de dormir amor...llego en la mañana...-
-Si... solo cuídate.... oye, por cierto... doña Elena no vino hoy a hacer el aseo, dice que iba a estar en la DGOH, pero que mañana viene-
-Bueno... si, de eso ni te apures... mañana lo vemos, ahí viene Don Fermín, te llamo mañana... te quiero....-
-Yo también, hasta al ratito-
Después de colgar el teléfono siento como un escalofrío recorre mi espalda y mus ojos no pueden creer lo que veo en la calle: a pocos pasos, sobre el eje central, veo la silueta de una mujer vestida totalmente de blanco, está caminando muy aletargada, y solo caigo en la cuenta de quien es, cuando escucho su grito desgarrador que es de un dolor puro:
-¡aaaayyyy mis hiiiijos!
De inmediato cierro la ventana y trato de atribuirle lo que vi al cansancio, me meto a la cama tratando de olvidar lo que acabo de ver, pero el silencio sepulcral hace que pueda escuchar mi corazón agitado.... Trato de serenarme, pero las cosas solo empeoran, pues ahora en lo que casi es el corazón del distrito Federal, escucho el trote de un caballo, y al mismo tiempo el ruido de una especie de carreta, recuerdo que en mi infancia, mi abuelita solía decir, que cuando en plena madrugada, escuchas esa carroza, estás realmente escuchando el carruaje de la muerte.
Yo simplemente me refugio entre mis sábanas y espero que pronto amanezca, no se como ni en que momento, el sueño me vence.
19 de septiembre de 1985 7:19 de la mañana.
De nueva cuenta abro los ojos, esta vez mi confusión es mayor, pues siento como todo lo que hay a mi alrededor se mece, se agita en un vaivén incontrolable, veo, como los cuadros dentro de nuestra alcoba caen de las paredes y se empieza a formar una cuarteadura en las paredes, al principio es delgada, muy fina, apenas visible, para después convertirse en una enorme grieta, que me permite observar la pared del cuarto contiguo, yo no se si estoy en medio de una pesadilla surrealista, pero siento que aquello es muy real, cuando intento levantarme y correr, es demasiado tarde, el techo se desprende y cae sobre mi cama, dejándome paralizado de dolor.
Ahora se que todo es real y pese a tener una pesada losa sobre mi cuerpo, intento salvarme, pero después, así, vulnerable como me encuentro, el piso bajo de mi también se derrumba, solo se que es una caída terrible, once pisos de concreto con todos sus moradores se desploman, luego de eso, todo se vuelve dolor y obscuridad.
Abro los ojos y no estoy consiente de lo que sucedió, simplemente trato de orientarme en la obscuridad y no lo logro, solo quisiera no tener cuerpo, pues el que habito me causa mucho dolor, a tientas puedo percibir que me falta la mitad del brazo y también a tientas se que mi pierna está fracturada y el hueso rompió la piel.
He perdido la noción del tiempo entre la primera y la segunda sacudida, la cual me hundió más en el infierno de concreto, para este momento todo huele a humedad y a polvo... pero mi verdadero miedo viene cuando empieza a sentirse en el ambiente un olor a muerte, a cuerpos en descomposición, ahí es cuando el terror me invade, por que se que llevo el tiempo suficiente para que otros desafortunados igual que yo, sean solo la sombra infrahumana de lo que fueron alguna vez... al menos tengo fe de que en algún lugar, esto no sucedió, y tengo fe en que mi esposa se encuentre a salvo.... se que ella estará bien.....
Por fin después de un tiempo... vuelvo a ver la fulgurante luz del sol, ahora los rescatistas han encontrado mi cuerpo destrozado, ya no sentiré más dolor, yo parado junto a ellos, los observo, no pueden verme, pero siento tranquilidad de ya no estar entre los escombros, dicen que fallecí hace por lo menos una semana, y yo soy consciente de ello, ya no me preocupa, ahora solo queda unirme al ejército de sombras nocturnas... del complejo Tlatelolco....
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