Amigos de grupo Anècdotario, êste blog ha sido creado para que se nos facilite la bùsqueda de todas las anècdotas,historias, reflexiones, cuentos cortos, leyendas de Mèxico y el mundo, etc. Es un blog apto para todas las edades y en èl todos hemos puesto nuestro granito de arèna. Aquì està la recopilaciòn de nuestras aportaciones y se los dedico con todo mi cariño.

martes, 10 de noviembre de 2015

EL ORIGEN DE LA OUIJA. Roci H. Murrieta






Todo comenzó en el año 1948, en un tranquilo pueblo llamado Hydesville, condado de Nueva York. 
Dos hermanas, Kate y Margaret Fox, entraron en contacto con el espíritu de un vendedor ambulante muerto en extrañas circunstancias años atrás. 
Pronto la noticia se expandió por toda América y parte de Europa. Era el nacimiento del Espiritismo moderno.
Sesión Espiritismo
Todos deseaban establecer comunicación con los muertos. Las organizaciones espiritistas salían a la luz, y los mediums, puerta viviente de comunicación con el otro lado, eran solicitados para realizar sesiones espiritistas. 
Estos individuos, que actuaban como intermediarios entre los espíritus y los seres humanos, inventaban gran variedad de maneras interesantes para contactar con el mundo de los muertos. 
La mesa que se movía era uno de éstos. El medium y los partícipes de la sesión, posaban sus dedos ligeramente sobre la mesa y esperaban el contacto espiritual. 
De repente la mesa se inclinaba y movía, dando golpes en el suelo tantas veces como letra del alfabeto quisiera comunicar. 
De esta manera la misteriosa fuerza que movía la mesa, iba deletreando las palabras una a una.
La mesa se movía para comunicarse
Otra técnica más silenciosa sería la escritura automática. El medium se concentraba para mantener contacto con el más allá y cuando se producía, este empezaba a escribir en papel de forma descontrolada, mostrando mensajes. 
El lápiz simplemente tenía que estar apoyado sobre la mano del medium y el espíritu tomaba el control de la escritura.
Una variante más ingeniosa pero con el tiempo menos utilizada, constaba de colocar en la base de una pequeña plancha de madera en forma de corazón, dos suaves rotadores en la parte mas ancha, y un lápiz en la punta, que sería la tercera pata, permitiendo rotar la plancheta y escribir el mensaje sobre una hoja de papel. 
Pero la escritura con plancheta, era un desafío, apenas se mantenía el instrumento centrado en el papel el suficiente tiempo como para conseguir un mensaje descifrable. 
Por eso muchos mediums prefirieron transmitir la voz del otro mundo mediante un estado alterado de consciencia, es decir, éstos entraban en trance.
Escritura con tabla
Y así fueron surgiendo diferentes instrumentos, para el contacto espiritista, aunque la mayoría carecían de eficacia, y por el contrario sobraba imaginación. 
A pesar de ello, las empresas del juguete, aprovecharon su oportunidad para lanzarlos al mercado, alcanzando gran popularidad en América y Europa, hasta tal punto, que en 1886 un nuevo tablero con letras del alfabeto y números, dejó a todos los demás en segundo plano, invadiendo todos los kioskos. 
Se hablaba de "el tablero parlante" ouija.

lunes, 9 de noviembre de 2015

EL ORIGEN DE LA TABLA OUIJA. Roci H. Murrieta.










Todo pasó a mediodía un día, un año, en la casa del vidente Bond, Elijah Bond, mientras tomaba su sopa de letras, se percató que en la sopa se escribian las siguientes instrucciones: "NO INVENTES LA OUIJA... ES MALIGNA... 

ADVERTIDO..." El tipo, obsesionado con esta revelación (que aseguraba "Era un mensaje del mas allá") se dispuso a crear un dispositivo para hablar con entes que alguna vez fueron sólidos, luego liquidos y ahora gaseosos (es una desgracia no podemos comunicarnos con el yodo ni la naftalina), la Ouija. 

El prototipo consistía en una cartulina con letras de sopa de letras pegadas con cola donde ponía en círculo A B C D E F G H I J K L M N Ñ O P Q R S T U V W X Y Z 1 2 3 4 5 6 7 8 9 0 @ ? ! = - $ % & / ( ) "YES" "NO" "DOUBLE-NO" "NEVER" "XD" "LOL" "SO-SO" "YEAH" "YESNO" "HELL NO" "BYE-BYE". 

Como puntero usaba unas tijeras (las que usó para cortar la cartulina y su espeso bigote). 

Tras cambiar la cartulina por una tabla de madera (sacada de un tétrico árbol muerto del cementerio más tétrico de la ciudad más tétrica del país más feliz) a la cual le fueron grabadas las letras y frases anteriormente dichas, las sesiones empezaron a ser fructíferas.

Luego a partir de 1847 fue cuando las sobrinas del tío Gilito, las hermanas fox, pusieron de moda la ouija, ya que decían oir voces en una casa y las encantaba jugar a la ouija para comunicarse con un tío que había muerto allí, y tras años años y años se encontró el cuerpo del tío y se condenó a las niñas de asesinato y murieron en la cárcel.


Ouija intraterrestre by Xonomech inciclopedia


Las Ouijas de los intraterrestres son SUPERIORES a las humanas.


En los apuntes de Elijah Bond, menciona y asegura haber contactado a decenas de fantasmas, entre los cuales se encuentran, El fantasma de Toro Sentado, el de Pie Grande, Beetlejuice, el de la Ópera, el fantasma de Elijah Bond y el de Tio.

Años mas tarde la Tabla fue patentada por la famosa compañía de juegos de mesa que hace Monopoly, Operando, Pulgas Locas, etc. 

En esta nueva versión fueron omitidas muchas de las palabras y letras (la omisión mas controvertida fue la útil y concisa respuesta YES NO). Esta compañía usa los mismos materiales al crear monopolios y ouijas (¿Te habías preguntado porque peleabas con tu familia con el estúpido juego de Monopolio? He aquí la respuesta).

BABY BLUE. Roci H. Murrieta.












Sonia no era lo que se dice la chica más popular del instituto, con unas gafas de fondo de botella y ligeramente gordita no sólo no atraía las miradas de los chicos si no que además era repudiada por muchas de sus compañeras simplemente por su aspecto. 

Por este motivo se sorprendió cuando Ana, una de las chicas más populares e imitadas de su clase la invitó a una fiesta de pijamas en su casa.

Ilusionada y llena de alegría se dirigía al lugar de la reunión sin imaginarse que lo que pretendían era burlarse de ella y hacerla pasar el mayor ridículo de su vida por medio de un susto.


Pocos minutos después de su llegada, los padres de Ana se despidieron de las chicas, habían pedido unas pizzas que estaban deliciosas, pero Sonia no quería parecer una glotona y decidió comer tan sólo un pedazo. 

Mientras lo hacía las demás la miraban como esperando que alguna de sus compañeras hiciera algún comentario gracioso sobre su forma de comer y lo gorda que estaba, pero Ana las vigilaba con mirada inquisidora. 

No quería que su diversión acabara demasiado pronto, al menos tenían que reirse a su costa hasta la media noche.


Finalizada la cena y después de hablar en grupo de varios de los chicos de clase, Sonia se sentía feliz e integrada en el grupo, no quería hablar mucho porque además de que no tenía muchas experiencias que compartir, quería caerles lo mejor posible y sabía que escuchando y preguntando sería más posible ganarse su amistad.


Todo parecía ir de maravilla cuando Julia se levantó y dijo:

-Ya es casi media noche así que vale ya de chiquilladas, es hora de jugar a juegos de adultos – dijo mientras sacaba un tablero de ouija de su mochila.

Todas parecían entusiasmadas con la idea, todas menos Sonia, que era la única que no sabía que lo que pretendían era asustarla y dejarla en evidencia con la trampa que la habían tendido. 

Sabía que no estaba bien jugar con las fuerzas del más allá, pero si quería que las demás la vieran como un miembro mas de su pandilla debería vencer sus miedos.

Las cuatro chicas rodearon el tablero que habían puesto sobre una mesa circular y comenzaron con la sesión. 

Ana tenía la voz cantante y era la encargada de hacer las preguntas, mientras Julia y Diana seguían sus indicaciones con una sonrisa cómplice sabiendo que dentro de poco Sonia saldría corriendo de allí muerta de miedo.

- ¿Hay alguien ahí? – preguntó Ana en voz alta.
Inmediatamente el vaso de cristal que usaban como puntero en su sesión comenzó a moverse hacia el “Sí” movido de forma voluntaria por las tres chicas que pretendían engañar a Sonia.

- ¿Eres amigo o enemigo?
En ese momento el vaso parecía volverse loco y comenzó a moverse rápidamente por el tablero sin indicar nada en concreto, las chicas querían simular que la entidad no quería contestar a esa pregunta. 

Ana dijo que probablemente le había molestado la pregunta y que era mejor seguir sin ser tan directos porque podían molestar al espíritu. 

Por supuesto Sonia había comenzado a temblar, si de por si no le gustaba la idea de molestar a los muertos, mucho menos si estos se enfadaban.

- ¿Cómo te llamas? El vaso nuevamente se movió hasta formar dos palabras “BABY BLUE”. 

Inmediatamente la mesa comenzó a moverse, como si estuviera saltando. 

Lo que no sabía Sonia era que las tres chicas, compinchadas, la movían con sus piernas por debajo. 

Del susto, Sonia levantó las manos del vaso y se cayó al suelo de espaldas. 

Las tres chicas restantes comenzaron a reirse y a burlarse de ella. 

Pero su tortura aún estaba por comenzar, querían que saliera corriendo de la casa para tener algo que contar el lunes en el instituto.

-Así que eres una niñita miedosa – dijo Ana mientras sonreía burlonamente a Sonia- 

Nos has estropeado la diversión y no creo que BABY BLUE quiera volver a comunicarse con nosotras. 

Así que si quieres ser nuestra amiga y que te invitemos de nuevo, tendrás que invocarle tú solita esta vez.

Sonia no sabía muy bien a que se refería con lo de “invocarla ella sola”, pero pronto Diana (que hasta el momento había sido la más callada) se lo comenzó a explicar:

- Cuenta la leyenda que hace muchos años una madre ahogó por descuido a su hijo en la bañera, por atender una llamada de teléfono dejó al bebé sin supervisión y cuando regresó se lo encontró totalmente azul debajo del agua. 

La madre no soportó su pérdida y se cortó las venas con unos trozos del espejo que había destrozado en su desesperación. 

Desde entonces se dice que el alma sin descanso del niño puede ser invocada si se siguen unos determinados pasos. – Diana sacó una hoja de papel y comenzó a escribir- Aquí te los voy a apuntar porque los debes hacer tu sola, ninguna de nosotras te puede ayudar.

Sonia la miraba totalmente asustada, no quería hacerlo pero no tenía otra alternativa, sabía que si se iba, el lunes todo el instituto se enteraría y eso dañaría de por si su ya lamentable popularidad. 

Recogió la hoja y antes de comenzar a leerla, Ana prácticamente la empujó al interior del baño.

La invocación debe realizarse en el interior del baño así que no te queremos ver más hasta que entres en contacto con BABY BLUE. 

Y no te vayas a echar atrás o no te llamaremos nunca más – amenazó Ana que sabía que Sonia no tenía alternativa.

Sonia entró casi a la fuerza y sus “amigas” cerraron la puerta de un portazo. 

No sabía que habían utilizado un poco de hilo, casi invisible, que usaba el padre de Ana para pescar, atando varios objetos como botes de champú y un viejo espejo que ya nadie usaba en casa. 

Pretendían tirar del hilo cuando las luces estuvieran apagadas para que Sonia se llevara el susto de su vida.

La asustada chica una vez sola y dentro del baño abrió de nuevo la hoja y leyó los pasos necesarios para realizar la invocación:

1.- Debes entrar de noche en un baño sin ventanas y en el que no entre nada de luz.

2.- Abrir el grifo del agua caliente hasta que el vapor empañe el espejo y entonces escribir sobre el vaho que se ha formado el texto Baby Blue.

3.-Apaga la luz y junta los brazos como si estuvieras sujetando un bebé, pasados unos minutos comenzarás a sentir el peso de un bebé.

4.-No lo sueltes muy rápido, pero tampoco estés con él demasiado tiempo en brazos o será demasiado tarde.

Ese “demasiado tarde” hizo estremecer a Sonia, miró a su alrededor y se dio cuenta de que el baño no tenía ninguna ventana o forma de entrar la luz, sus compañeras de clase se habían asegurado de ello. 

Armándose de valor abrió el grifo del agua caliente hasta que el vapor comenzó a empañar el espejo. 

Una vez que ya estaba suficientemente borroso, cerró el grifo y escribió Baby Blue en él. 

Un escalofrío la recorrió cuando recordó ese “demasiado tarde”, mientras apagaba la luz. 

Sus “amigas” parecía que habían apagado la luz fuera también, porque la oscuridad era absoluta y no entraba nada de claridad por debajo de la rendija de la puerta. 

Sonia juntó sus brazos como si acunara a un bebé y se mantuvo inmóvil y en silencio durante unos segundos.

Fuera, las tres chicas se aguantaban las ganas de reir mientras Ana se ponía una careta de monstruo que había usado el pasado halloween. 

Su plan estaba a punto de hacerse realidad, cuando tiraran del hilo e hicieran caer los objetos que habían atado dentro del baño, Sonia se asustaría tanto que saldría corriendo y al abrir la puerta se encontraría frente a frente con la careta de Ana convenientemente iluminada desde abajo con una pequeña linterna. 

Lo que no sabían es que algo sobrecogedor existía detrás de esa leyenda que habían copiado en internet.

Dentro, Sonia luchaba contra su miedo mientras permanecía de pie frente al espejo, llevaba casi dos minutos cuando sintió algo en sus brazos, al principio pensó que se le habían quedado dormidos debido al entumecimiento de no moverlos durante tanto tiempo. 

Pero poco a poco el peso se hizo más notorio, claramente podía sentir como el pequeño cuerpo de BABY BLUE se apoyaba sobre sus brazos, el peso cada vez era mayor y fue entonces cuando sintió que las pequeñas manitas del bebé comenzaron a tocarla, al principio la tocaban el brazo como una caricia, pero poco a poco trataban de trepar y tocar la cara, pecho y cuello de Sonia. 

Era como si el bebé reviviera el momento en el que moría ahogado y trataba de agarrarse a algo o alguien para salir del agua, arañaba los brazos, cuello y cara de Sonia mientras esta paralizada por el miedo no era capaz de gritar ni moverse ni un centímetro.

Casi coincidiendo con ese momento, las chicas desde fuera accionaron el hilo e hicieron caer varios objetos que había sobre el lavamanos. 

Lo que no podían esperar, es que dentro no se escuchara más que la respiración ahogada de Sonia, que había quedado petrificada e ignoró completamente la trampa que la habían tendido. 

Algo mucho más real y peligroso estaba tratando de arañarle la cara.

Las chicas sorprendidas porque Sonia no saliera corriendo tal y como habían planeado dieron la luz de la habitación, lo que permitió que entrara una leve claridad por debajo de la rendija de la puerta.

Entonces Sonia pudo verlo, sobre sus brazos estaba el cuerpo de un bebé de color azulado que luchaba por alcanzar su rostro. 

Pero lo verdaderamente aterrador era que en el espejo aún empañado podía verse la silueta de una mujer con el rostro deformado que mirando a Sonia gritó:

-¡DEVUÉLVEME A MI BEBÉ!

El grito destrozó el espejo en mil pedazos y Sonia gritó a su vez con toda la fuerza que sus pulmones le permitieron antes de caer al suelo.

Las chicas desde el exterior y totalmente aterrorizadas, trataban de abrir la puerta, pero era como si una fuerza misteriosa se lo impidiera. 

Segundos después cuando ya casi habían desistido la puerta se abrió prácticamente sola.

En el suelo yacía el cuerpo de Sonia con una mueca de terror en su rostro. 

Uno de los brazos, el cuello y rostro de la chica se encontraban llenos de pequeños arañazos. 

Sus dos muñecas estaban cortadas, como si hubiera tratado de suicidarse y un trozo grande de espejo permanecía clavado en el cuello, del cuello aún salían borbotones de sangre mientras su cuerpo aún se sacudía en sus últimos movimientos mientras moría desangrada.

NOTA: Esta invocación es una de las más peligrosas que se puede realizar, incluso las personas que han tenido la suerte de soltar al bebé antes de que sea demasiado tarde, abierto la puerta del baño y encendido la luz para que se desvanezca el espíritu han acabado por graves trastornos mentales y arañazos en sus brazos que quedaron como huella de que BABY BLUE es real.

LA BANDEJA. Ricardo G. Galindo.










Mi hermano vive en una casa de interés social cerca de un panteón.

Èl cuenta que, estando en la zotehuela, una mujer de edad avanzada del lado de la calle le pidió le regalara una bandeja (cazo, jícara, batidor) con agua limpia para beber.

Èl le dijo  -espéreme y le llevaré una jarra-,  -no, quiero una bandeja-contestò ella.
-Esta bien, le llevarè una bandeja con agua limpia para beber-.

Para llegar a donde estaba la mujer él tuvo que dar vuelta a dos privadas; cuando mi hermano le daba alcance a la mujer, ella le dio la espalda y se fue con rumbo al panteón y se desvaneció en el aire.

Èl se quedó sorprendido con su bandeja en la mano. 

Le dije a mi hermano que a los ángeles rebeldes les gusta jugarnos bromas de ese tipo y a veces bromas màs feas.

TE AMO EN DIFERENTES DIALECTOS. Patty Maia

5 formas de decir Te Amo en lenguas indígenas







HOY DESAYUNÉ CON MIS HERMANOS, CELEBRANDO MI CUMPLEAÑOS n° 11. Frank LaMora






¿Once años? Dirán que al vejestorio del tal LaMora ya se le brinca la cadena y no le sube agua al tinaco.
¿Y por qué la imagen del auto accidentado?
Verán, yo nací en 1943, pero el 5 de junio del 2004 volví a nacer.
Ese día, por motivos de trabajo me dirigía a Celaya y unos ocho o nueve kilómetros después de Querétaro, un trailer que venía en sentido contrario comenzó a hacer "eses" invadiendo mi carril. Instintivamente bajé la velocidad y mientras se acercaba, me di cuenta que no lo podría esquivar. Entonces decidí salirme de la carretera para evitar el choque. Lo que no calculé fue que al bajarme a la cuneta mi camioneta se clavó en la tierra y empecé a dar maromas. Es todo lo que recuerdo.
Cuando desperté estaba en la Cruz Roja de Querétaro. Me atendía gente desconocida que vestía de blanco, me dolía todo mi hermoso cuerpo, sólo veía con el ojo izquierdo porque el derecho lo tenía completamente cerrado. Quería hablar pero no podía. Lo peor es que me vi marcas de plumón en mi brazo derecho porque me lo iban a amputar arriba del codo. Tuve que decirles: ¡guan momen! y pedí llamar al D. F. con mi hermano que es médico. 
Para no alargarme, mi hermano me trajo al Centro Médico La Raza, y hoy, aunque con el brazo derecho averiado, pero en su lugar, no es el mismo de antes, pero puedo comer, vestirme y escribir. Con una pierna desbalanceada, igual que la cadera, puedo caminar. Mi boca sin la mayoría de los dientes pero con prótesis, puedo hablar y gracias al buen Dios, sigo vivo para contar todo aquello y seguir celebrando, como hoy, un cumpleaños más de nueva existencia.

LA CASA DE LOS TITERES. Josè Octavio Andrade.












¿Conoces qué Leyenda de Celaya está relacionada con ésta casa y figuras?
En el andador Nicolás Bravo, en pleno Centro de la ciudad, se observa una casa abandonada.
La pared es blanca; las puertas están cerradas sólo con una cadena y un candado que las sujeta para que no se abran de par en par; y una ventana con barandales negros que dejan ver el interior abandonado y lleno de hierbas; las paredes también blancas y los dinteles en forma de arco sostenidos por unos pilares.
Es la Casa de los Títeres; el lugar que guarda una de las historias más aterradoras de la ciudad; historia que se ha convertido en una leyenda contada por los celayenses de generación en generación.
La leyenda de la Casa de los Títeres nació a finales del Siglo XX, y a su alrededor se han creado una serie de mitos gracias a sus singulares personajes cuyo destino ha sido incierto: los títeres del Capi Oviedo.
Esta leyenda fue contada por primera ocasión por la ex cronista de Celaya, Abigail Carreño de Maldonado (q.e.p.d.), quien conoció de cerca al dueño de la casa y los títeres, el profesor José D. Oviedo, que falleciera a los 96 años, en 1984.
En su libro ‘Imagen de Celaya, segunda edición’, la señora Abigail aborda este relato que se convirtió en leyenda.
Dice que el profesor Oviedo, mejor conocido como el Capi Oviedo, tenía su casa desde la calle de Hidalgo, hasta el andador Bravo (Nicolás Bravo).
Fue maestro de cultura física de varias generaciones y le agradaba todo lo relacionado con la cultura y las artes, por ello, una de sus entretenciones era dar funciones de títeres para los amigos o alumnos que asistieran a su casa.
El mismo Capi Oviedo preparaba el teatro y los telones para el escenario. Sus títeres eran de tamaño regular y se los daba a una viejecita muy experimentada que les confeccionaba su vestuario adecuado para el papel que desempeñaban.
El Capi Oviedo le contó a la señora Abigail que una noche tuvo una experiencia inolvidable:
“No estaba dormido todavía, cuando oí que en el tendedero donde tenía colgados los muñecos, se empezaron a mover; y lo peor, que escuché los pasos y bailes en la tarima del teatro. 
Al día siguiente encontré a la pareja que se supone en la noche anterior había ejecutado el bailable. No quise impresionarme y seguí dando mis funciones como si nada hubiera pasado. 
Yo sólo me engañé, pues lo que platico sucedió una y otra vez y a nadie quise comentar lo que ocurría, sino que opté por terminar con mis funciones de títeres, pues sería imaginación o no sé como atribuirlo, pero una vez que mis títeres daban una representación de un tribunal equis, uno de los monitos, -el que la hacía de juez- como que me clavó sus ojos en los míos y como coincidencia, yo perdí en un juicio abogaderil mi casa de Hidalgo y de títeres no quise saber nada y siendo una auténtica obra de arte todo aquel conjunto de muñequitos, realmente no supe ni dónde quedaron”, contó el Capi.
Se cuenta también que aquel monito no sólo clavó su mirada en la del Capi, sino que además se le volteó la cabeza y, poseído por algo, le soltó una carcajada en la cara; razón por la que el Capi Oviedo tomó todos aquellos títeres y los enterró en el patio de su casa.
La señora Abigail Carreño acudió a esa casa, desenterró a todos los títeres y los resguardó. Once de ellos hoy están en custodia del Museo de Celaya, Historia Regional, incluido aquel que fue supuestamente poseído; los otros están con el nieto de la ex Cronista, Antonio Lavín Maldonado.
La Casa de los Títeres está abandonada, sin ninguna placa o seña de lo que ahí ocurrió y de lo que se cuenta, a pesar que se ha convertido en uno de los puntos turísticos a visitar en recorridos de leyenda.
Estremece rostro de juez
Como si el tiempo no hubiera pasado, la cara de ese títere guarda la misma expresión del día en el que fue enterrado.
Su rostro muestra la mueca de un grito furioso o de una cínica carcajada; de cualquier manera la escena inspira pavor.
Es el títere juez; aquel que, según la leyenda de la Casa de los Títeres, fijó su mirada en la del Capi Oviedo y, después de voltear su cabeza, le soltó una carcajada como poseído.
El muñeco es el único que tiene sus rasgos y facciones bien definidos. Se diferencia de los demás por tener marcadas las arrugas del rededor de su boca, de sus ojos y del ceño fruncido que le hacen resaltar la mueca del grito.
Claudia Gress, restauradora del Museo de Celaya, Historia Regional, afirmó lo anterior y aseguró que, sin duda, este títere es diferente a los demás.
“Ninguno tiene la cara tan detallada; todos tienen cara de muñequito normal, con sus ojos, su boca, sus cejas. Éste no; es diferente porque tiene muy marcados sus rasgos”.
El títere juez permanece con la cara volteada; en vez de ver hacia el frente, la cabeza sigue volteada hacia atrás; se nota en el cuello de su camisa, cuyo frente queda enmarcando su nuca.
Nadie lo ha volteado porque, además, pareciera que no se puede. Su cabeza está demasiado ajustada a la camisa que lleva; está como oprimida.
Su ropa se ve antigua y dañada; es un pantalón como de seda en color verde oliva y una camisa morada de la misma tela; en la cadera lleva una cinta roja y ancha y su cuello es blanco. Los zapatos son negros, de barro, igual que la cabeza, cuyo cabello se simula corto y negro.
El títere juez es enigmático; no se sabe si así fue detallado en su rostro, o si la mueca permanece después de lo ocurrido con el Capi Oviedo.

EL CASTILLO DE LA PUREZA. HISTORIA REAL. Ely Ortiz.

































Rafael Pérez Hernández nació en Encarnación de Díaz, Jalisco.
Allí transcurrió su infancia y juventud.
Se casó muy joven y se divorció a los treinta y tres años.
En un accidente ferroviario, perdió el brazo izquierdo: cayó de un tren en marcha cuando viajaba como polizón.
Esa mutilación le causó un profundo rencor y un trauma del que jamás se repuso.
Poco después, conoció a una joven que lo deslumbró; se llamaba Sonia María Rosa Noé y tenía diecisiete años de edad.
Ella era descendiente de vascos. Al poco tiempo se casaron y decidieron trasladarse a la Ciudad de México.
Se instalaron en la llamada "casa de los macetones" ubicada en la esquina de las calles Insurgentes Norte y Godard.
Una vieja casona de estilo europeo que estaba prácticamente en el abandono.
Imbuido en la lectura de obras filosóficas de distintos periodos y diferentes corrientes, Rafael se asumió como “librepensador”, aunque eso no lo privaba de ser devorado por unos celos terribles ante la belleza de su joven esposa, rubia y de ojos azules.
Rafael abjuraba de cualquier tipo de religión. Cuando su primera hija nació, no quiso ponerle “el nombre de alguna santa” y la llamó Indómita Pérez Noé.
Proveniente de una familia eminentemente católica, decidió romper con sus familiares.
Tenía un hermano y un tío al que veía con cierta frecuencia.
Eran padrinos de bautismo de sus hijos. Pero ante su nueva visión del mundo, el mundo estaba contaminado por la corrupción, la mentira, el crimen.
Cuando lo comentó con ellos, no lo comprendieron;
Rafael decidió que también se habían corrompido y no volvió a verlos.
Además, para alejar a sus hijos de cualquier tentación, Rafael decidió que jamás irían a la escuela.
Tampoco serían tratados por médico alguno. Tenían que vivir en estado natural, alejados del supuesto progreso del siglo XX.
La Casa de los Macetones tenía un peculiar olor al que los vecinos jamás pudieron acostumbrarse.
Contaban que apestaba a muerte, lo que de algún modo era cierto.
Rafael Pérez Hernández había montado una pequeña industria casera, consistente en una fábrica de venenos para ratas e insecticidas.
Tenía una enorme habitación donde experimentaba.
Gozaba al atrapar roedores y atormentarlos, administrándoles diferentes cantidades de venenos.
Pasaba allí largas horas viéndolos agonizar, disfrutando su sufrimiento.
Después de Indómita, tuvieron dos hijos más. Pero el manejo descuidado del laboratorio provocó que uno de ellos muriera envenenado; como Rafael se negó a que recibiera atención médica, el bebé murió.
Lo enterraron en el jardín de la enorme y deteriorada casa.
Pérez Hernández cubrió con cal el cadáver para que no oliera, aunque no dio resultado.
Un año después, nació otra niña. Una versión diría que el mismo Rafael había experimentado con ella un nuevo tóxico.
Presa de convulsiones y dolores espantosos, la bebé comenzó a vomitar sangre y espuma.
La esposa de Rafael lo amenazó por primera y única vez en su vida, y él tuvo que llevar a la niña con un médico.
No sirvió de nada. El doctor Rafael Medellín declaró que cuando le llevaron a la niña, de escasos seis meses de nacida, estaba agonizando.
El padre se llevó el cuerpo y lo enterró también en su domicilio.
Las muertes cesaron, pero no los maltratos. Durante quince años, Rafael Pérez Hernández se comportó como un tirano.
Procreó cinco hijos más con su esposa, a quien bautizó como Libre, Soberano, Triunfador, Bienvivir y Librepensamiento.
Cuando tuvieron la edad suficiente, sus hijos elaboraban los insecticidas y el veneno para rata que el padre vendía en las tiendas del centro de la Ciudad de México.
El padre exigía respeto y devoción, se consideraba dueño de sus hijos.
Era estricto y los obligaba a trabajar largas jornadas.
Los alimentaba todos los días con agua, avena y frijoles, una alimentación modesta que favorecería a la espiritualidad.
Los horarios para la comida eran rigurosos y, cuando la familia estaba reunida, el padre hablaba de sus ideas ante un grupo de niños que comían silenciosos sin entender lo que les decía.
También los obligaba a escuchar música clásica y aprenderse todo lo concerniente a cada una de las piezas, bajo amenaza de castigarlos si cometían errores.
Después de trabajar, reunía a su familia en un cuarto y les leía obras de filosofía.
También les hablaba del mundo exterior, de todo lo que transcurría afuera de la casa donde vivían permanentemente encerrados.
Lo describía como un sitio lleno de horrores, de maldad e inmundicia.
Por ello, toda visita estaba prohibida. En la casa no había calendarios, ni relojes, y solamente existía un espejo en la recámara principal.
Pese a todo, Rafael Pérez Hernández no respetaba sus propios preceptos; cuando salía a vender sus productos, comía opíparamente en algún restaurante y frecuentaba prostitutas.
Un día, Libre Pérez Noé, el hijo de quince años, se atrevió a subir al árbol más grande del patio.
Era una mañana soleada y su padre se había ido a vender el raticida.
Estaba cansado de trabajar, sabía que del otro lado de las paredes había algo distinto a las ruinas de la casa en que vivían.
Estuvo subido en la copa del árbol un buen rato. Vio a otras mujeres diferentes a su madre y a sus hermanas caminando por las calles.
Al bajar, les contó a sus hermanos cómo era la calle, cómo vivían en el mundo exterior.
Esa misma noche, al pequeño Triunfador le remordió la conciencia y le contó a su padre lo que había pasado.
El castigo para Libre fue ejemplar: lo golpeó salvajemente y después lo encerró en un cuarto oscuro y estrecho, reservado para los castigos, condenándolo a no comer durante tres días.
Taladró agujeros en las puertas y paredes y se acostumbró a espiar a su familia.
Cuando estaba de mal humor, gustaba de disparar al aire con su flamante pistola. Después de eso, Rafael Pérez Hernández decidió llevar a sus hijos a la calle para enseñarles la podredumbre de la que se encontraban a salvo dentro de su casa.
Los llevó al rumbo de La Merced, al famoso cuadrante de la Soledad, donde prostitutas y malvivientes se asoleaban sentados en la banqueta. Indómita, Libre y Soberano Pérez Noé fueron los primeros en efectuar la travesía.
Cada uno fue solo con su padre en lo que él llamó “un viaje de iniciación al Mal”.
Regresaron confundidos y temerosos a refugiarse de la mala experiencia en la elaboración de los raticidas.
Pero Indómita Pérez hacía honor a su nombre. Tenía ganas de vivir y de marcharse de aquel lugar; además, odiaba a su padre al mismo tiempo que le profesaba un extraño amor.
El despertar de su sexualidad y la relación incestuosa que cometió con su hermano Libre, motivaron nuevos castigos por parte de Rafael Pérez Hernández.
Su padre le decía que vivían en el Paraíso, un Paraíso terrenal que se mantenía con las ganancias de la venta de insecticidas y veneno, por ello tenían que trabajar tanto y sufrir mucho.
Su padre comenzó a llevarse a Indómita con él para vender los venenos y mantenerla vigilada; pero ella se sintió atraída por el dependiente de una de las tlapalerías donde su padre vendía sus productos.
El chico la miró con deseo. Para ella fue una revelación.
Meses después se atrevió a pedir ayuda.
Escribió en un papel con letra grande que eran prisioneros de su padre, “un loco que se sentía Dios”.
Indómita subió al árbol, el mismo enorme árbol desde el que su hermano Libre había visto el mundo y arrojó el papel a la calle.
Tuvo que hacerlo en tres ocasiones diferentes antes de que alguien la viera, recogiera el papel y llamara a la policía.
Los agentes recibieron la alerta y comenzaron a vigilar la casa.
El 25 de julio de 1959, un comando irrumpió en la derruida casona y detuvieron a Rafael Pérez Hernández, quien antes de entregarse trató de provocar un incendio para quemar todo el lugar.
La apariencia de los seis hijos era la de enfermos mentales.
Cuando fueron rescatados de su prisión por la policía, se mostraron azorados, ninguno hablaba bien, estaban desnutridos y enfermos.
Su ropa estaba vieja y sucia, sus cortes de cabello se los hacían ellos mismos y olían mal.
Las notas periodísticas recogieron sus declaraciones:
"Rafael Pérez Hernández negó los cargos de privación ilegal de la libertad, diciendo que sus hijos sólo tratan de apoderarse del capital que ha logrado formar con muchos sacrificios.
Sin embargo, todo ello es falso, pues sus hijos son todos menores de edad, no les proporciona ninguna comodidad y los obliga a trabajar en su provecho en el pequeño taller de fabricación de insecticidas que tiene en su domicilio.
La investigación, llevada a cabo por el Servicio Secreto, merece todos los elogios, ya que para que los agentes pudieran llegar a detener a este individuo y liberar a su mujer y a sus hijos, fue necesario establecer servicios de vigilancia en los lugares cercanos a la casa.
Sobre los nombres puestos a sus hijos, declaró: ‘Los he bautizado con el nombre que tienen porque significa algo.
Por ejemplo, el nombre que ustedes llevan, estoy seguro que no saben lo que quiere decir.
No me agrada la maldad del mundo y quiero proteger a mi familia.
Mis hijos no serán unos vagos, mi esposa y yo nos encargamos de enseñarles a leer y a escribir’”.
Rafael Pérez Hernández fue enviado a la temible prisión del Palacio Negro de Lecumberri.
Su familia terminó arrepentida de haberlo denunciado; descubrieron que no sabían hacer gran cosa y que sin el padre, apenas y podían sostenerse.
Visitaban frecuentemente a su padre en la prisión y declararon que lo habían perdonado y que lo extrañaban.
Su esposa, Sonia María Rosa Noé, declaró ante los medios que seguía enamorada de su marido.
Pero Rafael Pérez Hernández no aguantó la vida en la cárcel y el escarnio público.
El 13 de noviembre de 1972, se robó una cuerda y se colgó en su celda.
Su familia guardó luto por meses.
El célebre caso sería llevado años después al cine en la película El Castillo de la Pureza, de Arturo Ripstein.
También inspiraría una película griega: Caninos (Kynódontas), dirigida por Giorgos Lanthimos.
Durante mucho tiempo, su historia sirvió para que las madres asustaran a sus hijos, amenazándolos con mandarlos a La Casa de los Macetones si se portaban mal.