Pero faltaban unos minutos para el inicio del programa y no llegaba Manolo. Para colmo, a último momento llamó Humberto diciendo que estaba en cama con un gripón y que me encargara de todo. ¡Moles! Me temblaba el esqueleto de nervios. Sin embargo, vi mi gran oportunidad de dejar la máquina de escribir para convertirme en director. Pero... una cosa era estar en cabina de ayudante y otra muy, pero muy distinta hacerte cargo de todo.
Y menos si me faltaba Manolo Muñoz!
¿Qué hacer?
Ya con el tiempo encima, mandé a uno de los achichincles que me asistirían a que recorriera los pasillos para que se trajera al primer cantante que se encontrara para suplir a Manolo Muñoz.
Pues empieza la transmisión y cantó Fabricio, luego Maria Eugenia y antes de que terminara su canción, llega aquel zoquete con EL CHARRO AVITIA.
¡¡POR LOS SACRATÍSIMOS CLAVOS DE CRISTO!!
¿QUÉ DIANTRES TENÍA QUE HACER EL CHARRO AVITIA en un programa de rocanrol?
Como no había tiempo de nada más, ¡Órale pues, que cante Don Pancho!
Vestido de charro, con su porte campirano, sus bigototes aguamieleros, panzón y su acostumbrado paliacate enredado en la mano izquierda, se plantó desafiante y bravucón frente a la cámara y suelta su...
Humberto Navarro no quiso volver a saber de mí y finalmente, volví a mi oficio de escribidor para don Fernando Soler y su Teatro. Ni modo.
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