A medida que pasan los años, mi querido amigo, compruebas que no siempre a quien madruga Dios le ayuda si ha pasado una noche en vela.
Entiendes que el trabajo dignifica cuando te permiten demostrar lo que vales.
Sabes que una retirada a tiempo es una victoria cuando no te sabe a derrota y que no siempre el fin justifica los medios.
Que para presumir no hay que sufrir si la belleza está en tu cabeza.
Que no hay mal que dure cien años, pero sí hay amores que matan.
Que en boca cerrada no entran moscas ni siempre quien calla, otorga.
Que sólo te dará alegría quien bien te quiere y que no siempre el tiempo todo lo cura si dejas cicatrices abiertas.
Que ríes al último para reír mejor, que te sorprendes al saber que no siempre quien la sigue la consigue, ni el que busca siempre encuentra, pero que sí se hace camino al andar.
De repente ves que la primera impresión a veces no es la que cuenta y que a la tercera es la vencida si te dejan tener segundas oportunidades.
También aprendes que se dice más hablando en silencio que gritando a voces.
Que creces mucho cuando caminas descalzo, que ayudas a los demás apartando piedras en el camino y hasta el final, mueres con las botas puestas.
¿Gustan un delicioso chocolatito con churritos?
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