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domingo, 8 de noviembre de 2015

LIMPIEZA. Frank LaMora






Había sido una semana muy pesada y cuando llegué a casa sólo tenía ganas de dormir, pero mi padre, hombre incansable y honesto, me llamó e insistió en que lo ayudara a limpiar y tirar todo lo que no servía.
De mala gana, jalé una caja de cartón donde él guardaba lo que yo consideré que era basura. 
Pero en el fondo de la caja vi que había un libro y al tomarlo, algunas hojas se desprendieron dejando el piso como las tardes de otoño. 
Las hojas eran amarillas por el paso del tiempo y desprendían ese olor peculiar a biblioteca antigua; unas estaban más dañadas que otras, carcomidas por los años y curiosamente escritas a mano.
Sin embargo, una me llamó poderosamente la atención porque no estaba escrita sino que tenía una pintura... no, era el dibujo de un hombre sentado a la vera de un camino, con la mirada perdida en el horizonte, donde el sol, al parecer iba muriéndose poco a poco. 
Para mi sorpresa, el hombre no mostraba ninguna expresión, aunque reflejaba claramente que sus pupilas estaban fijas en el agonizante Astro Rey.
Traté de acomodar las hojas lo más rápido posible para poder entender el dibujo; era difícil ya que algunas se desvanecían entre mis dedos y me costaba trabajo seguir la secuencia, pero haciéndolo cuidadosamente, al fin logré logré ordenarlas.
Supuse que el libro guardaba la historia de aquel hombre que parecía subyugado por el moribundo atardecer.
Me acicateaba un gran enigma: ¿Qué hacía aquel libro con tan singular dibujo entre los recuerdos de mi padre? Porque si él me hablaba mucho sobre el contenido de aquella caja de cartón, nunca mencionó la existencia del libro.
Lo tomé entre mis manos y sin saber por qué, lo acaricié con delicadeza, busqué entonces el rincón más recóndito de la casa para poder leerlo, para adentrarme en la historia que encerraba entre sus viejas páginas, al que por extraño que parezca, me sentía profunda y raramente vinculado.
La primera hoja tenía una dedicatoria...
"A mi hijo, 1899 - 1914 - 1923 - 1930 - 1947 - 1952 - 1987 - 2004 - 2... ?"
La segunda hoja tenía el símbolo de infinito y empezaba así:
"Al igual que tú, me encontré este libro cuando tenía aproximadamente tu edad, casi se deshace también en mis manos, y por la misma curiosidad y asombro que tu sientes ahora, lo leí, igual que lo harás tú...
Con cariño, tu padre."
Mañana, justamente mañana, y sin saber por qué debe ser mañana, llamaré a mi hijo menor para que venga y me ayude a hacer limpieza y tirar todo lo que no sirva...

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