Es sabido que a las personas les da por coleccionar objetos durante toda su vida.
Así hay quienes coleccionan cruces, libros, timbres postales.
Y de lo peor que puede haber: ___"muñecas de porcelana"___.
He arreglado algunas pero hubo una en especial, la que consiguió quebrarme los nervios.
Con “Cuca” he comprendido que restaurar e intervenir objetos en general, pero sobre todo los antiguos, son merecedoras de respeto.
Con esta muñequita terminé pidiéndole permiso.
Cada arreglo que le hacía al día siguiente era como si no hubiera hecho nada.
Las placas radiográficas no arrojaron información sobre lo que sucedía, sin embargo, cuando revisaba las fotografías del antes y el durante, juro que en una de ellas vi que lloraba.
Al día siguiente la tomé como si fuera mía, jugué con ella y le pedí permiso de intervenirla.
Fue como hablar con un niño para ponerle una vacuna.
Al final, quedó muy linda pero en lo personal, no tomaré otra muñeca para intervenir por un buen tiempo.
Mi abuela solía decir que todos los objetos que llegamos a poseer se apegan a nosotros y que es fácil transferirles energía según el aprecio y el tipo de sentir que nos cause.
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