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domingo, 28 de febrero de 2016

LA TRAGICA HISTORIA DE LOS CASTRATI

LA TRÀGICA HISTORIA DE LOS CASTRATI.
(castrato en singular, castrati en plural)
La idea de crear castrati surgió durante el siglo .XVI en Roma, cuando el papa prohibió que las mujeres cantaran en las iglesias y en los escenarios.
Eran hombres capaces de cantar con una tonalidad muy aguda cuyas voces acabarían siendo objeto de veneración gracias a la combinación antinatural de tono y potencia, al emitirse las notas altas de un muchacho prepubescente desde los pulmones de un adulto.
El resultado, según comentaban los contemporáneos, era mágico y extrañamente incorpóreo.
Durante la época barroca fueron el equivalente a las grandes estrellas del pop que tenemos actualmente.
Sin embargo, para poder gozar de esta fama, además de ser unos talentosos cantantes, tenían que pagar un tributo muy preciado, sus testículos.
Los sometìan a una operación quirúrgica, llamada orquidectomía.
Esta intervención suponía la amputación de los testículos, a fin de que no pudieran producir hormonas sexuales masculinas, responsables, entre otras cosas, del cambio de voz durante la adolescencia.
Se estima que unos 4.000 niños eran castrados anualmente al “servicio del arte”, durante las décadas de 1720 y 1730.
Para que fuese efectiva, la castración debía realizarse entre los 8 y 12 años de edad.
La súbita popularidad de la ópera italiana en toda la Europa del siglo XVII generó el repentino aumento internacional de la demanda.
Al niño italiano que nacía con una voz prometedora lo llevaban al local de un barbero-cirujano en los barrios bajos, lo drogaban con opio y lo metían en un baño con agua caliente.
El experto cortaba los conductos que desembocaban en los testículos, que se atrofiaban con el tiempo.
Muchas familias humildes sometían a sus niños a esta barbarie para que pudiesen ganarse un buen sustento y, así, poder sacarles de la pobreza.
Sin embargo, otros jóvenes pedían voluntariamente ser castrados a fin de preservar su angelical voz.
El resultado de esta práctica tan alejada de la ética, era una voz espectacular que aunaba la dulzura de un niño y la potencia de un adulto.
Para las mujeres de la alta sociedad europea, los castratis eran un icono sexual.
Anécdotas e historias sobre su contracepción y mayor resistencia decían que estos podían centrarse por completo en el deseo de la mujer -que poco importaba para muchos hombres de la época-.
El famoso catastro Consolino, sacó buen provecho de sus delicados rasgos femeninos en Londres.
Acudía a las citas disfrazado con vestido, y después mantenía una apasionada aventura ante las propias narices del marido.
La iglesia prohibió que los castratis contrajeran matrimonio, lo que avivó las llamas del deseo y lo prohibido.
Entre los castrati más famosos destacaron Nicolini, Senesino, Caffarrelli, Salimbeni, entre otros.
Pero el más famoso de todos fue Carlo Broschi -conocido popularmente como Farinelli-, cuya vida fue recreada en la famosa película de 1994 que lleva su nombre.
Su castración, según versiones oficiales, se debió a que cuando era niño sufrió un accidente con un caballo.
Se convertiría en leyenda gracias a la increíble voz que adquirió durante sus largos años de aprendizaje, bajo la instrucción de Nicola Porpora.
Todo el mundo se agolpaba para verle, no solo en Italia -donde sería conocido como il ragazzo o el muchacho-, sino también en Viena, Londres y España, donde acabó residiendo 25 años bajo el mandato del rey Felipe V, al que cantaba todas las noches para curarle de la fuerte depresión que sufría.
El último castrato sixtino fue Alessandro Moreschi, que permaneció en el coro del Vaticano como solista hasta 1898, hasta que fue nombrado director del mismo, compaginando su faceta de cantante y dirección.
Un trabajo que mantendría hasta su retiro en 1913. Fue el único castrato del que se tienen grabaciones. Moriría en la más absoluta soledad en 1922 a los 64 años de edad.  
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