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miércoles, 2 de marzo de 2016

ISLA DE LAS MUÑECAS Ely Ortiz


LA LEYENDA DE LA ISLA DE LAS MUÑECAS
Esta leyenda es muy reciente, pues se remonta al último cuarto del siglo pasado; sin embargo se ha vuelto famosa y ha despertado el interés de muchos.
Xochimilco se encuentra al sur del centro del Distrito Federal, un lugar mágico y uno de los centros urbanos más importantes del México antiguo, tanto por su belleza natural, historia así como por su comercio.
Xochimilco comprende 189 kilómetros de canales navegables donde se puede visualizar entre sus aguas a peces, culebras, y a las orillas a todo tipo de animal saltarín, escenario de las películas más importantes de la filmografía mexicana como María Candelaria y en 1987 la zona de la Chinampas recibió el título de Patrimonio Cultural de la Humanidad por la UNESCO.
Su belleza se contrasta con las historias y leyendas más importantes del centro de la República mexicana, una de ellas es la llamada “Isla de las Muñecas”, pequeña isla donde su único habitante, Don Julián Santana Barrera, llego a vivir ahí desde medianos de los años 70 y permaneció en su chinampa por más de 25 años.
Los lugareños lo reconocían como ermitaño y para otros era un señor que causaba temor. Igual sucedía cuando transitaban frente a su choza, que se caracterizaba por tener en su periferia cientos de muñecas colgadas de árboles y otras más clavadas en troncos que le servían “para espantar al espanto…”.
El señor Julián Santana Barrera, nativo del Barrio de la Asunción falleció a la edad de 80 años y fue un personaje muy pintoresco.
En los cincuentas el pasaba por los barrios de Xochimilco con su carretilla llena de verduras y hortalizas que él cultivaba, las llevaba a vender al tianguis de Xochimilco y siempre iba con su calzón blanco amarrado hacia las rodillas y con un jorongo.
Al término de sus ventas se iba a “Los Cuates”, una pulquería del lugar a tomar su pulque, pero a nadie de los presentes en la pulquería les hablaba, ya que era muy retraído, aunque después le dio por andar en los Barrios pregonando la palabra de Jesús y en cada esquina se ponía a rezar y a hablar de Dios.
En esa época hablar de Dios sin ser sacerdote significaba blasfemar, ya que se aplicaba a toda persona que no tenía autoridad sacerdotal para lo mismo y era mal visto en Xochimilco, por lo que más de tres veces fue agredido por el pueblo.
Después le dio por recoger en todos los barrios las muñecas que estaba tiradas en la basura, más tarde se perdió, pues nadie preguntaba por él, por lo que no se sabía si aún vivía.
La rumorología dice que Julián Santana empezó a poner muñecos para ahuyentar al espíritu de su hija ahogada. su sobrino Anastasio dice que la historia es algo diferente:
Su tío, agricultor, empezó a quejarse hace cincuenta años de las apariciones de una mujer ahogada en esas mismas aguas.
Para calmarla, empezó a coger algunas muñecas que aparecían en los canales.
Pero cuando se realizó el rescate ecológico de Xochimilco en los años noventa y el lago estaba totalmente cubierto de lirio Acuático, llamó la atención que su chinampa estaba rodeada de muñecas y en esa zona nadie vivía.
Tenía una choza hecha de chinami, carrizo, ramas de ahuejote y zacatón, y él vivía como un ermitaño.
Al principio Don Julián no quería hablar sobre las muñecas que tenía en su chinampa, pero después él aceptó dar su versión sobre las mismas.
Fue así que comentó estaban allí para ahuyentar a los malos espíritus, y para que se dieran mejor sus cosechas; platicaba que las muñecas aparecían de repente y que ellas lo acompañaban por las noches .
Tenía una muñeca preferida que era La Moneca y de todas las chozas que tenía, siempre la trasladaba de una a otra.
Una de las chozas estaba llena de mulitas que él hacía con hojas de maíz y las tenía colgando, también tenía cruces que hacía con pedazos de madera de ahuejote, recortes y fotografías de personajes de la política, delegados de Xochimilco, artistas, estudiantes y gente que lo iba a visitar.
Su cocina estaba al aire libre y tenía un tlecuil hecho con lodo, un comal de fierro, tenía en su cocina alrededor, colgados carpas secas que pescaba frente a su chinampa, también tenía recortes de periódicos que los periodistas le regalaban de los reportajes que le hacían.
Las personas que se encargaban de cuidarlo estaba su hermana y su sobrino El Chope, quien era el encargado de llevarle diariamente su comida y su desayuno, también era el que bajaba a Xochimilco a vender sus cultivos de su tío Don Julián.
Platicando con su sobrino, se le preguntó que cómo había sido el accidente y comentó que para él y su tío era un día común y corriente:
Temprano habían sacado agualodo (lodo del fondo del canal para hacer el chapin (composta de lirio acuático en donde encima se coloca el lodo, se deja reposar tres días y con un cuchillo hacen cuadros y en cada uno se depositan la semilla)para hacer sus siembras); después fue a realizar otras cosas a la parte de atrás y se puso a pescar con anzuelo como siempre lo hacía.
Don Julián comentó a su sobrino que un pez se le había escapado dos veces, pero que ya lo había pescado. Era un pez grande de por lo menos 4 ó 5 kilos.
Don Julián le comentó también que la sirena le había estado llamando porque se lo quería llevar, pero que le iba a cantar para que no se lo llevara, a lo que su sobrino respondió que tuviera cuidado.
-Yo voy a ordeñar las vacas y ahorita regreso. Entonces cuando el sobrino regresó con la leche, buscó a su tío, y descubrió que se había ahogado, lo que sucedió muy rápido.
Sus familiares, están muy dolidos de haber perdido a Don Julián, pero dentro de su tristeza ellos están conformes pues su tío murió donde él quería: junto con sus muñecas… aunque la sirena de la que tanto hablaba se lo había llevado.
Hay una advertencia que refieren los lugareños: “hay de aquel que venga a Xochimilco y no visite la chinampa de Don Julián el señor de las muñecas, ya que seguramente el espanto lo espantará”.
La Isla ha crecido y ha desarrollado sus propias leyendas: se dice que un hombre que simuló sexo con una de las muñecas, murió al poco tiempo.
También se dice que, de cuando en cuando, los mecanismos rotos funcionan y los muñecos lloran, ríen, o llaman a sus madres. Incluso una de ellas (que se supone que representa a la mujer ahogada) es adorada como una pequeña deidad.
Los turistas le ofrecen dinero y pequeños regalos para que interceda por ellos en problemas de difícil solución o en pequeños ruegos.

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