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miércoles, 2 de marzo de 2016

CIENCIA MALDITA UNO PARTE 3. Christian Perales





CIENCIA MALDITA  UNO PARTE 3.
Desperté por la mañana esperando que mis problemas solo hubieran sido una pesadilla, pero no, seguían ahí, acechándome como fantasmas. 
Era domingo asi que Naty no había ido a trabajar, por lo que preparó el desayuno, y de verdad que fue muy ameno, pese a nuestra tensión incluso pudimos relajarnos y reirnos un poco.
-Mi amor… tengo que ir a ver a Joaquín…-
-Si, lo se… solo… solo…-
No la dejé terminar la frase, besé su boca y me alisté para salir.
-en la tarde iremos al cine bebé-
-si, oye… de regreso puedes traerme unas donas… tu bebé tiene antojos…-
- por un momento llegué a creer que las cosas iban a mejorar, que todo estaría bien… más no fue así… Los autos  en el fraccionamiento donde vivíamos se quedaban en una área común, asi que teníamos que dar unos pasos para llegar ahí. 
Cuando estuve frente a mi coche, la escena me dejó paralizado, durante la noche había sido destruído, tres de sus llantas estaban ponchadas, la pintura había sido rayada, los cristales habían sido rotos, las vestiduras habían sido rasgadas, y por un indicio en el cofre, me dí cuenta de que también habían intentado quemarlo, solo era el mío el que estaba dañado, así que un escalofrío recorrió mi espalda, al darme una pequeña idea de quien había hecho algo así.
Coraje mezclado con miedo, pero necesitaba responsabilizar a alguien así que de inmediato me dirigí a la caseta de vigilancia, buscando al velador. En vano toqué la puerta de la caseta, en vano toqué como un loco la ventanilla, pero pude jurar que tras el espeso vidrio polarizado de la caseta, pude alcanzar a ver al velador, ahí estaba, durmiendo, recargado sobre su escritorio… tambien en mis observaciones pude notar que una de las cámaras de vigilancia había sido arrancada de la pared. 
Por un momento sentí alivio, si quien había destrozado mi coche no quería ser visto, seguramente había sido un vándalo o un fanático que repudiaba la ciencia, o eso quise pensar para sentirme aliviado. En ese momento escuché la voz de Naty, que venía al estacionamiento en búsqueda mía…
-mi amor… te llamó Joa… ¿que le pasó a tu coche?…¡no!-
-pues no se mi amor… pinche velador se hace pato…-
En ese momento me di cuenta de que por prestar atención al auto, nos estabamos olvidando de un asunto muy delicado, así que volví a la realidad casi al instante.
-¿llamó Joaquín?…-
-Si, se oía muy preocupado…¿estará bien Adriana?-
-Creo que… ¿me prestas tu coche?…-
No se cual habrá sido mi semblante, pero se que llenó de preocupación a mi esposa, las cosas se habían salido de control hace mucho, pero era el momento en el que se estaban poniendo peligrosas. Naty me dio las llaves de su coche…
-amor, necesito que te encierres en la casa y no salgas… creo que andan unos delincuentes… ¿puedes llamar al seguro?… los papeles están dentro de la guantera… yo… no me tardo…-
-¿pasa algo malo amor?…-
¿que si pasaba algo malo… todo estaba adquiriendo tintes diabólicos, le decía a Naty que tuviera cuidado con los delincuentes y yo era un criminal… además de saber que Adriana podía empeorar.
-no mi amor, no pasa nada… solo es rutina, pero tengo que ir a casa de Joaquín… regreso al ratito…-
-te amo-
-te amo-
Salí del fraccionamiento y me dirigí al departamento de Joaquín, al ser domingo el tránsito estaba despejado, así que no tardé mucho en llegar, no fue difícil entrar al edificio, el portero estaba muy crudo y no me puso mayor objeción para entrar, al ir subiendo, noté que en el piso de abajo, uno antes de llegar al departamento de Joaquín, habían tenido una fiesta, una muy ruidosa fiesta…. 
Llegué al departamento y noté que la puerta estaba abierta, sin embargo toqué el timbre, sin obtener respuesta, en ese momento otro escalofrío recorrió mi espada, tomé aire y ánimos, y entré al departamento…Lo siguiente fue perturbador y confuso, pero lo recuerdo con mucha claridad, Joaquín estaba tirado en el piso de la sala, boca abajo, con el torso desnudo y la cabeza ensangrentada, junto a él, de pie, estaba Adriana, inmóvil, catatónica, sus pupilas estaban tan dilatadas que parecían fulgorar como las llamas del infierno, su sonrisa era igualmete diabólica y parecía estár felíz de contemplar el cuerpo de Joaquín en el suelo… en su mano… aún sostenía una estatuilla de obsidiana y bronce, con la que había golpeado a su esposo… Continuará

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