CIENCIA MALDITA UNO PARTE 4.
Por un momento creí que moriría, era en verdad aterrador ver a Adriana empuñar aquella figura de bronce; pero tenía que hacer algo.
Para fortuna mía y de Joaquín, el chip había hecho una función que nosotros ni siquiera habíamos contemplado, tal vez y solo tal vez, la descarga de adrenalina en el organismo de Adriana había causado que éste entrara en una especie de desconexión motora, llevándola al estado catatónico en el que se encontraba…pero ¿cuánto tiempo duraría esto? podían ser horas o solo minutos, incluso podía no se estado catatónico sino un shock post-traumático.
Aunque no podía saberlo, hice lo que tenía que hacer, con un angustiante sigilo, me acuclillé para revisar a Joaquín, aún respiraba, pero perdía sangre de una manera acelerada, toqué su cuello y noté que tenía pulso, muy débil pero aún había posibilidad de salvarle la vida.
Mi instinto fue intentar cargarlo, era imposible llamar al ERUM, tardarían mucho en llegar y harían demasiadas preguntas para las que en definitiva, no tendríamos respuestas.
. Cuando intentaba levantar a mi amigo, un ruido estrepitoso me hizo estremecer: la estatuilla de bronce había caído de la mano de Adriana… ¡estaba saliendo de su estado de inmovilidad! de un brinco me hice hacia atrás, imaginando por un momento que el siguiente herido -o muerto- sería yo, pero al mirar el rostro de Adriana supe que no me atacaría, tuvo unos segundos de confusión, sus pupilas volvieron a la normalidad, su mente regresó a su cuerpo y al ver a Joaquín debatiéndose entre la vida y la muerte, tirado en el suelo y apenas respirando, entró en la cuenta de que ella había causado sus lesiones, de inmediato cayó de rodillas ante él, y estalló en llanto… yo apenas me recuperaba de la impresión, ella se recriminaba por lo sucedido.
-¡¿por queee?! ¡no te mueras amor!-
Un alarido salió de su boca, el peor lamento que he escuchado, solamente ahogado por el llanto -
-Adriana…-
-¿qué?-
-él… está vivo… hay que llevarlo al hospital…¡ayúdame!-
-Adriana…-
-¿qué?-
-él… está vivo… hay que llevarlo al hospital…¡ayúdame!-
Ella accedió se veía nuevamente a un ser humano dentro de ese cuerpo revivido.
Como pudimos, lo llevamos al coche, nadie en el edificio notó cuando lo llevamos escaleras abajo, en el inmueble se respiraba una tensa calma, pero el hecho de que la víspera hubiesen tenido semejante fiesta, hacía que todos los habitantes del conjunto de departamentos, se encontraran durmiendo.
Quince minutos después estábamos ingresando a Joaquín en el hospital Xoco, era el más cercano… pensé que el doctor de urgencias haría más preguntas… pero en ese momento, de algo me sirvió el premio Nobel.
-¿qué le sucedió al paciente?-
-andaba tomado… cayó por las escaleras…-
-andaba tomado… cayó por las escaleras…-
Respondió Adriana en forma tan automática que incluso pareció ser verdad.
-¿qué parentesco tiene con ustedes?-
-es mi esposo-
-es mi esposo-
No se si el doctor estaba creyendo la historia, parecía estar teniendo sus dudas, pero al mirarme a mi con mas detenimiento una idea lo asaltó y sus emociones cambiaron en un instante…
-¡oiga…usted es el doctor Cuenca… Carlos Cuenca…! ¡leí su estudio clínico sobre el Alzheimer! colega, déjeme presentarle mis respetos…! ¡usted ganó el Nobel! no puedo creer que esté hablando con usted!-
Me extendió su mano y me dio el típico saludo con palmada en el hombro que usan los médicos, la pleitesía me había salvado de contestar un interrogatorio, de inmediato ingresaron Joaquín incluso ya tenían un quirófano para atenderlo y el doctor me dijo que todo estaría bien.
Adriana y yo nos quedamos en la sala de espera de urgencias. por espacio de casi dos horas no hablábamos mucho y lo poco que decíamos era incoherente, ninguno de los dos quería tocar un tema que era obvio.
Tomé un momento para llamar a Naty, no le dije lo sucedido, solo que tardaría un poco más, ella se limitó a comentarme que la aseguradora había ido a valorar el coche, lo que prepararía para comer y un "te amo" puso fin a la llamada.
Volví a sentarme al lado de Adriana tratando de decirle algo útil o al menos racional, pero parecía muy apesadumbrada. En un instante la escuché sollozar…
-él me desconectó...-
-¿disculpa?…-
- después de accidente… me desconectó…¿tan fácil se rindió-
-pasaron tres meses…él… no quería…fue una decisión muy dura… todos lo apoyamos…-
-¿por qué?-
-por que es nuestro amigo…-
-¿por qué me desconectaron…?¿con qué derecho? a ustedes no les correspondía decidirlo…-
-él no podía hacerlo solo…-
-¿qué me está pasando?…¿por qué tengo tanto rencor…? debería estar feliz de estar viva ¿no?…
- Déjame ayudarte…, son tus ondas cerebrales… podemos… podemos…-
- no digas… no…yo quiero mi vida como estaba-
-¿disculpa?…-
- después de accidente… me desconectó…¿tan fácil se rindió-
-pasaron tres meses…él… no quería…fue una decisión muy dura… todos lo apoyamos…-
-¿por qué?-
-por que es nuestro amigo…-
-¿por qué me desconectaron…?¿con qué derecho? a ustedes no les correspondía decidirlo…-
-él no podía hacerlo solo…-
-¿qué me está pasando?…¿por qué tengo tanto rencor…? debería estar feliz de estar viva ¿no?…
- Déjame ayudarte…, son tus ondas cerebrales… podemos… podemos…-
- no digas… no…yo quiero mi vida como estaba-
En ese momento una enfermera interrumpió nuestra plática, salía de quirófano afortunadamente con buenas noticias
-su amigo se va a reponer… tiene fracturas… pero está respondiendo…¿Qué les parece si van a descansar y comen algo? Estará un tiempo en terapia intensiva, mejor tómenlo con calma…-
Adriana y yo respiramos aliviados, entonces le propuse ir nuevamente al laboratorio, ajustaríamos los protocolos del chip y nos aseguraríamos de que no volviera a tener un episodio así, ella, sabiendo que era lo mejor que podíamos hacer, accedió y una hora más tarde estábamos en la explanada del laboratorio, delimitada por los frondosos jardines, por un momento creí que la suerte nos iba a favorecer pero me equivoqué nuevamente.
Al pasar el umbral del estacionamiento, nos topamos con múltiples e inconfundibles luces rojas y azules, de patrullas que restringían el acceso al laboratorio, un enorme cordón de escena de crimen negaba la entrada en la puerta principal… algo estaba terriblemente mal, y estaba a punto de empeorar.
-quédate aquí-
Le dije a Adriana mientras estacionaba el coche en el lugar que tenía asignado como empleado del laboratorio. Bajé y caminé con el afán de saber que sucedía, en ese momento me detuvo un policía, dejándome atónito con lo que me dijo.
-¿doctor Cuenca?… necesitamos que nos acompañe a la comandancia… necesitamos preguntarle algo sobre la doctora Salas- -¿ella está bien?- pregunté imaginando lo peor. -ella está muerta… y sospechamos que fue asesinada…- CONTINUARÁ.
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