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miércoles, 2 de marzo de 2016

CIENCIA MALDITA UNO PARTE 6 Christian Perales





CIENCIA MALDITA UNO PARTE 6.
Definitivamente no puedo describir el miedo que sentí al saber que Adriana estaba en mi casa con mi esposa, no creo que tuviera buenas intenciones, Naty corría un verdadero peligro, colgué de inmediato no sin antes hacerle saber que iría a casa lo antes posible. 
Al salir de la comandancia tomé un taxi y me dirigí al fraccionamiento, casi no recuerdo el viaje, mi mente divagaba imaginando el cuadro más aterrador, lo peor era que intentaba comunicarme con mi esposa y no contestaba, quise comunicarme también a la caseta de vigilancia y ni siquiera entraba la llamada. 
Llegué… y no tengo mucha noción de por qué quería reclamarle al vigilante de la entrada su negligencia antes que dirigirme a casa: pues después de un automóvil destrozado, cualquiera tendría más cuidado al dejar o no, pasar a alguien.
Toqué la puerta de la caseta, hasta el punto de casi tirarla, pero no salió, aun cuando yo escuchaba música en el interior de este cubículo, y una tenue luz me decía que el vigilante estaba dentro, entonces fue cuando me di cuenta, de que algo estaba muy mal, finalmente rompí el cristal de la puertita, metí la mano y quité el seguro, la puerta finalmente cedió… mi asombro, mi temor aumentaron ante lo que hallé tras la puerta, el vigilante estaba muerto.
Su cuerpo yacía recargado en su escritorio, como si solo durmiera, su uniforme bañado en sangre, sangre que emanaba de su cuello, sus ojos seguían abiertos y reflejaban un gran dolor y mucho miedo, no se si fue un impulso o era mi deber, pero decidí ver si aún tenía algún asomo de vida y lo toqué, el cuerpo estaba frío y tenía rigor mortis, entonces entendí que desde esa mañana cuando quise reclamarle lo de mi coche, él ya estaba muerto y ahora ya casi podía tener una certeza de quien lo había matado.
Salí despavorido para terminar de llegar a mi hogar, 80 metros que me parecieron eternos los corrí como un loco… lo peor había sucedido… al entrar, todo en la casa estaba desordenado, los muebles estaban volteados, esos fueron segundos de mucha angustia, corrí a la cocina, Naty estaba allí, tirada en el suelo, boca abajo,
-¡la mató!-
Ese fue mi grito de desesperación y todavía recuerdo como me taladró en la conciencia, de inmediato me acuclillé y tomé a Naty entre mis brazos, al girar su cuerpo me di cuenta de que solo estaba inconsciente, su nariz y boca estaban ensangrentados, pero respiraba casi normal, no estaba tan mal y en el momento en que la abracé abrió los ojos y me miró aliviada,
-mi amor… ella…-
Cuando apenas sentí cierta tranquilidad, la mirada de Naty se dirigió a un punto tras de mí, y su tez se llenó de horror
-¡cuidado!-
Fue todo lo que alcanzó a decir… en ese momento y casi de reojo me di cuenta de que Adriana estaba tras de mi, de pie, y empuñando un florero, fue todo lo que alcancé a ver, pues de inmediato, con una gran furia desatada, ella me golpeó en la cara en dos ocasiones, la primera fue suficiente para causarme una herida instantánea en la ceja del lado derecho y la sangre que brotó de ella me hizo perder momentáneamente parte de la visión; mientras que con el segundo golpe el florero se rompió.

Yo solo trataba de proteger a Naty con mi cuerpo, ella estaba tan asustada que se encogía con cada golpe, Adriana seguía golpeándome, ahora me estaba pateando en las costillas pues yo no podía levantarme, estaba aturdido por los dos primeros embates, me cubría tanto como podía, de pronto: un ruido a lo lejos hizo que me llenara de esperanza por un instante.
A la distancia escuché la sirena de una patrulla acercándose, luego fueron más de una, ahora solo tenía que sobrevivir lo suficiente para que llegaran, aún cuando yo no podía saber si venían en mi ayuda, -cuando estás en la peor obscuridad y ves una luz, tratas de alcanzarla… no te pones a pensar si la luz es una hoguera-
Traté de levantarme una vez más, pero no pude, Adriana se sentó a horcajadas en mis piernas, ahora tenía un trinche para carne en la mano, que había en la barra de la cocina y su rostro se estacionó ante el mío, y pude ver sus ojos, ya carecían de alma, de bondad, sus pupilas nuevamente estaban dilatadas, y su sonrisa era como una brasa del infierno…
-¿sabes lo que es estár muerto por dentro Carlos?-
Pensé que en verdad me mataría, pues colocó el trinche muy cerca de mi yugular...
-hoy no… pero mañana… vas a querer que te mate-
-Adriana… yo…-
-¡Shhhh!, te voy a quitar todo… todos a tu alrededor van a morirse-
-¿por qué…? ¿por qué Adriana?…-
-quiero que sientas la muerte de cerca-
Ya no dijo nada más, en ese momento sentí una punzada y mucho calor en el hombro…me había encajado el trinche…,sentí como ese filo había entrado en mi hombro haciéndome perder la fuerza de la mano acto seguido, entonando una risa macabra, Adriana se levantó y salió de nuestra casa… 
Las patrullas si venían en mi auxilio, eso la ahuyentó aún más… todo en la casa quedó en relativa y tensa calma, Naty se incorporó, estaba muy asustada ante mis lesiones… se levantó y corrió al baño
-no te muevas amor, voy por el botiquín-
Pensé que esto ya había terminado estábamos confusos aún, más cuando una patrulla paró, vimos entrar a nuestro domicilio, por fin una cara confiable: El detective Fargas…
CONTINUARÁ

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