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miércoles, 2 de marzo de 2016

CIENCIA MALDITA UNO PARTE 1 Christian Perales





CIENCIA MALDITA UNO. PARTE 1.

EL VERDADERO FRANKENSTEIN.
Corría el año 2027 y por primera vez dos científicos mexicanos habíamos ganado el premio nobel de ciencias y de medicina el mismo año, nuestro invento no era nuevo, pero sí mejorado, lo llamábamos "cronos", consistía en un chip, un marcapasos cerebral capaz de curar el Síndrome Alz Heimer y mal de Parkinsón, en el caso del primer padecimiento no solo evitábamos que la memoria del paciente se deteriorara más, lográbamos devolverle sus recuerdos, ya que literalmente creaba neuronas nuevas y teníamos las posibilidades de expandir más sus beneficios, sin duda alguna era un instrumento poderoso, un invento casi milagroso.
Lamentablemente mi compañero, Joaquín Gasca no me acompañó a recibir el premio, nuestro logro se había visto empañado por el deceso lamentable de Adriana, la novia, la prometida de Joaquín, un accidente de tránsito había cegado si vida.. No fue frivolidad, de mi parte ir a recibir el premio en estas condiciones, en cierta forma también resentí esa pérdida, pero el hecho es que Adriana había partido hacía ya cuatro meses, más Joaquín estaba en una profunda depresión y refugiado en el trabajo, que lo tenía en todo momento en el laboratorio. 
Y aunque también era mi amiga y los tres habíamos convivido desde la preparatoria, sentí que era el momento de continuar, así que fui a los Nobel acompañado de mi esposa Naty y me cubrí de gloria.
Regresamos a la siguiente semana, rendidos por el largo viaje, las entrevistas, las propuestas de trabajo, cosas a las que definitivamente no estábamos acostumbrados ni mi esposa ni yo. 
Tomamos una ducha y nos fuimos a la cama. A las dos de la mañana de aquella noche, comenzó la pesadilla: Sonó mi celular, en medio del silencio de la noche, titubeante mi mano fue a su encuentro, guiada por el sonido del timbre del aparato, tanteando por el buró, al fin lo encontré y lo puse en mi oído…
-bueno-
-¿bueno? ¿Carlos?…-
Era la voz de Joaquín, parecía exaltado…
-si, soy yo ¿qué pasa Joaquín?-
-¿puedes venir al laboratorio?, es… Cronos amigo… necesito tu llave… ti… tienes que ver esto-
-Joaquín… no jodas… nos vemos mañana… ¿si?-
-¡te espero aquí cabrón!…-
Fue su última oferta y colgó, yo sabía que en su dolor, podía hacerse daño, sabía que a esa hora no había nadie más que el en ese sitio, así que a regañadientes decidí ir.
-Naty… flaquita… ahorita vengo…era Joaquín-
Naty se incorporó y me dio la bendición, pese a ser científico nunca fui ateo.
Una hora más tarde estaba en el laboratorio, Joaquín, frenético comenzó a explicarme algo que después se volvió escalofriante.
-¡lo hice! reajusté los parámetros de Cronos… tú decías que no era posible pero no tomaste en cuenta los algoritmos de ondas cerebrales, cuando programaste el chip…aquí está todo… esto cura de la muerte cerebral cabrón…va a funcionar-
En ese momento me mostró un pizarrón lleno de fórmulas y ecuaciones, era impecable su trabajo, había brincado de su campo -la neurocirugía- al mío: -la nano biotecnología- y lo había hecho excelente, en ese momento supe que su hallazgo iba a funcionar. 
Titubeé un poco antes de opinar… pues en ese momento recordé qué había originado el deceso de Adriana: muerte cerebral, el accidente había dañado su cerebro y Joaquín había tenido que tomar la decisión de desconectarla del soporte vital . 
Tenía que ganar tiempo para que las emociones exacerbadas de mi amigo, volvieran al cauce de la cordura, él ya tenía enormes ojeras consecuencia de no dormir en varias noches y una sonrisa que rayaba en lo perturbador
-bueno, podemos… podemos presentar la tesis… el estudio… conseguir un cuerpo… tal vez empezar con conejillos…-
Joaquín me interrumpió… -
-
Eso es lo mejor Carlos… ya me brinqué los protocolos, esta noche nos vamos a burlar de esa puta llamada muerte…-
Me tomó del brazo, y me condujo hasta una plancha de acero en la que yacía un cuerpo, cubierto con una sábana, en las pizarras que estaban dispuestas alrededor del cuerpo habían más fórmulas, más números y ecuaciones, de inmediato reconocí los instrumentos que se encontraban conectados a este, además de un lector cardiaco, sueros de solución salina, una bomba cardiaca: 
Los otros tres eran algo que nosotros habíamos llamado interfaces, una posicionaba el chip en la corteza cerebral, la otra ubicaba las neuronas que podían reproducirse y la última enviaba una carga de 0.00005 voltios al cerebro y al chip y lo pondría en funcionamiento, y de ahí solo restaban 6 segundos para que el paciente comenzara a recordar, a tener control de su cuerpo, o en este caso a resucitar.
Como medida de precaución dictada por el laboratorio, solo yo tenía la llave de la última interface. En ese momento mi curiosidad crecía a la par de mi miedo, ese uso del chip cruzaba la línea entre lo benéfico y lo macabro ¿Qué pasaría si el paciente volvía de la muerte cerebral con dolores físicos terribles? ¿perdería su esencia?¿volvería realmente a vivir o solo tendríamos un "cuerpo reanimado"? 
Todo lo imaginado por mí, se quedó corto al lado de lo que sucedió después. Joaquín descubrió el cuerpo y con cierto terror descubrí que era el de Adriana… de inmediato me negué a ser partícipe de aquella abominación.
-¡no Joaquín!, ¿entiendes que podemos causarle mucho dolor? ¿y si no funciona?-
-la he conservado estos cuatro meses…ya revisé las radiografías, sus huesos están intactos, hice tomografías y al momento de irse ningún otro órgano estaba comprometido, la inflamación cerebral cedió al morir… ¡ayúdame Carlos!-
En efecto el cuerpo estaba increíblemente conservado, la criogenización había hecho un verdadero milagro y Joaquín había cuidado hasta el último detalle… incluso la incisión del chip era mucho menor de lo normal, también se había tomado el tiempo para pintarle las uñas de pies y manos con el esmalte que ella usaba en vida; parecía que Adriana solo dormía.
El argumento final de Joaquín fue aplastante para mi conciencia, sostuvo la mano de su novia, mientras acariciaba su frente.
-¿y si fuera Naty?… yo no dudaría en ayudarte… ¿no valdría la pena intentarlo? ¿no querrías estar con ella, aunque fuera un día más?…-
No se si fue amistad o el impulso morboso de llegar a donde ningún científico había llegado, tal vez en le fondo yo tenía la curiosidad enferma de ver que pasaba, en ese momento aposté mi alma y la perdí. 
Introduje la llave en la interface y la giré, los indicadores se fueron encendiendo uno a uno hasta que al final el monitor informó del resultado "complete" fue la palabra que hasta hoy sigue taladrando mi mente. 
Estaba hecho y en 7 minutos sabríamos el resultado. Por un momento creímos que no había funcionado, pero nos equivocamos, el monitor cardiaco comenzó a funcionar, los "bips" marcaban un ritmo cardiaco estabilizándose, en el monitor de la interface 3 vi, como el chip de Cronos comenzaba a reestructurar redes neuronales, incluso más rápido de lo que habíamos visto hasta entonces, y Adriana abrió los ojos…
Joaquín y yo quedamos paralizados unos instantes, como era de esperarse Adriana se mostraba muy confundida, nos miraba con cierta mezcla de miedo y extrañez, como parte del proceso sabíamos, que no podría hablar hasta pasadas unas horas, pero lo habíamos logrado.
-Adriana… ¿puedes escucharme? parpadea para decir si…-le dije como queriendo romper el silencio incómodo que se había cernido sobre nosotros, ella parpadeó.
-Sufriste un accidente estás hospitalizada-
Se que fue una mentira lo de "hospitalizada", pero no podía decirle la verdad, tenía que evaluar su respuestas cognoscitivas…
-tengo mucho frío Joaquín-
clamó ella… era alarmante la velocidad con la que recuperaba funciones.
-te voy a llevar a casa-, le dijo Joaquín. Ese fue nuestro segundo y terrible error, pero cuando cruzas una línea generalmente acabas cruzando todas, no podíamos dejarla ahí, no era un experimento, era la prometida de mi amigo, era un ser humano, uno que había vencido las barreras de la vida y la muerte, y por supuesto nadie debía enterarse hasta hacer pruebas concluyentes. 
Salimos los tres del laboratorio, luego de la universidad, todo sin novedad, en pocos minutos llegamos a mi coche y los llevé a ambos al departamento de Joaquín. Habíamos llegado ahí sin ser detectados, después yo me fui a casa con Naty, ella me comprendía en todo y en todo momento, pero fue muy difícil explicarle lo que habíamos hecho, el resto de la noche lloró un poco, estaba muy desconcertada y me miraba con cierta repugnancia, ella sabía que yo me había corrompido en pos de la ciencia o de mi instinto morboso.
Las semanas siguientes fueron normales, acudía al laboratorio pues Joaquín pidió vacaciones para cuidar a Adriana, por la tarde yo iba a verlos, y a hacer pruebas neuronales en ella, aparentemente todo estaba bien, ella era como siempre, atenta, risueña, cariñosa… ¿Quién iba a imaginar?… CONTINUARÁ

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