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martes, 23 de febrero de 2016

EDIFICIO REX. Parte 1. Christian Perales











EDIFICIO REX, DEPARTAMENTO 23. CAPITULO 1.
Cuando me ofrecieron ese departamento ubicado en la calle de López en el centro histórico, ni siquiera lo pensé dos veces, digo, siempre me pregunté como sería vivir en el centro histórico de la ciudad.
Solo sería por un año, quizá menos y viviría solo, quizá eso fue lo que más me motivó a saciar mi curiosidad. 
Así que un sábado de septiembre hice maletas y me dispuse a trasladarme al departamento 23 del edificio Rex.
Todo edificio, o debo decir, toda comunidad, tienen personajes estereotipados fáciles de reconocer, y este lugar no era la excepción, en pocas horas de haber llegado fui conociendo a mis vecinos. 
Estaban la señora que limpia su departamento y áreas comunes desde las seis de la mañana, el matrimonio joven con carriola, el señor de quien no conoces su rostro pues solo entreabre la puerta para medio asomarse y después la cierra con el único fin de no tener que lidiar con conocer gente.
Y así con cada piso que subía, me iba topando con vecinos que buscaban respuestas a mi presencia: pero en definitiva lo que llamó mi atención fue un matrimonio de edad madura que estaba ubicado a un piso de distancia del departamento que yo iba a morar.
Ellos fueron muy amables, me saludaron y me dieron la bienvenida al lugar
-buenos días vecino...-
-buenos días...-
Tras una pequeña charla de pasillo, y tras decirme que si necesitaba algo, podía contar con ellos, decidí que era momento de instalarme.
-bueno vecinos, gusto en conocerlos...-
-el gusto es nuestro, va a ver que le va gustar el departamento 34...tiene una vista...-
-no, yo voy al 23...-
-¿23?....-
Como si yo hubiera dicho algo muy malo, el semblante de mis vecinos cambó, se miraron entre ellos, con sorpresa y sobre todo con un dejo de incredulidad y miedo al mismo tiempo.
No quise preguntar más, simplemente, con la ligera impresión de haber dicho algo incómodo tomé mi maleta y seguí escaleras arriba.
Por fin llegué al departamento, todo el piso para mi, el departamento de enfrente estaba deshabitado o quizá fungía como bodega de algún comercio, eso nunca los supe, sin embargo por un momento mientras mis pasos resonaban en la madera que recubría el pasillo, por un instante escuché otros pasos detrás de los míos, volteé de inmediato, pero no había nada, nadie.
-vaya, edificios viejos.... -
Abrí la puerta y entré al departamento, todo estaba como yo lo había imaginado, mucho polvo, revistas y periódicos viejos.
Si bien el lugar estaba amueblado, requería algo de trabajo para pasar una noche más o menos decente en ese departamento.
Total: tras pasar gran parte de ese día limpiando, barriendo y reparando la estufa y el lavabo y comer un sándwich con refresco, estaba agotado, por lo que me dispuse a dormir. 
Pero mi encuentro con Morfeo no duró ni tres horas, exactamente a la una con treinta y tres de la madrugada, mi sueño se vio interrumpido, al escuchar un llanto, cuyo origen no podía precisar, era de una mujer, lo escuchaba a ratos apagado y a ratos muy vivo.
-pinche orangután- Fue mi primer pensamiento al creer que alguna de mis vecinas estaba siendo golpeada por su pareja, y si algo me hace enojar es que alguien golpee a una mujer, así que ya andando en aquello de los estereotipos, yo sería el rudo del edificio, ese que no permite que una injusticia se celebre.
Me levanté de la cama y salí del departamento, en busca de ese patán golpeador de mujeres, más al llegar al pasillo, ese llanto, dejó de escucharse. 
En ese momento agucé los sentidos tratando de escuchar, de poner atención, pero nada, solamente el rechinido de la madera y mi propia respiración, era curioso, de momento comencé a sentir mucho frío, y el vaho se hizo presente en mi aliento, las luces del pasillo comenzaron a palidecer al tiempo que aquel corredor se iba llenando de una especie de neblina, que no parecía provenir de ningún lado.
Estaba yo, un poco desconcertado, pero no le tomé mucha importancia y entré para volver a la cama, después de un rato volví a dormir pues después de ese momento, ya no se escuchó nada más, solo alguno que otro claxonazo proveniente de la cercanía con el eje central.
A la mañana siguiente me levanté, y decidí que mejor iría a algún lugar de por ahí a buscar algo más nutritivo que un sándwich como desayuno.
Al salir del lobby del edificio me topé con doña Carmen, tras trapear, barrer y limpiar su casa ella ya venía de la misa de las seis con una bolsa de pan.
-Buenos días doña Carmen-
-Buenos días Rufián... no es cierto buenos días vecino....¿ya te vas de vago?-
-Algo así doñita, oiga, ¿no sabe quien estaba llorando anoche?
-¿anoche?....no ¿por qué?
-es que creo que le estaban pegando a una mujer...-
-ah, no... yo... no oí na... nada..-
En ese momento me di cuenta de que mi vecina me ocultaba algo, pero no sentí tanta confianza como para seguirle preguntando más, así que decidì dejar por el momento esa conversación y me fui a desayunar, de hecho olvidé ese tema durante todo el día.
Como al medio día regresé para seguir con las reparaciones del departamento, me había puesto a reparar la vieja tina del baño, tuberías grifos y esas cosas tenían que ser cambiadas, a eso de las tres de la tarde, ya había terminado, por lo que me dispuse a abrir el grifo para probar la efectividad de mi trabajo. 
El agua comenzó a fluir, y yo dejé que lo hiciera, mientras tanto fui al refrigerador por un refresco, cuando volví para constatar que el agua siguiera fluyendo, más con algo de asco me di cuenta de que esta se había tornado roja, como si estuviera mezclada con sangre.
De inmediato quité el tapón, y dejé que toda esa agua se fuera por el drenaje, estaba algo desconcertado, y algo asqueado, volví a abrir el agua y todo normal, agua cristalina.
Apenas estaba meditando en lo sucedido cuando alguien tocó a mi puerta... por la forma de hacerlo quien quiera que hubiera sido, tenía o mucha prisa o mucho enojo, pues tocaba la puerta de forma violenta... corrí para abrir, y llegué a la puerta justo en el último toquido, al abrir, no encontré nada, no había nadie. 
Corrí buscando a quien hubiese tocado, pero al llegar a la escalera, tampoco había algo o alguien.
Eso era imposible, sobra decir que el elevador no servía, y de ser un bromista era materialmente imposible que llegara a las escaleras antes de que yo abriera la puerta.
De nuevo ese extraño frío comenzò a sentirse y esa especie de neblina , regresé a mi departamento corriendo, y justo al entrar las luces comenzaron a parpadear de nuevo.
Yo estoy muy seguro de lo que vi, de pronto entre el ir y venir de la energía eléctrica, en una de las recámaras alcancé a ver una figura, de una mujer, que pendía del techo, se había colgado, suicidado, y ahora estaba frente a mi, en ese momento se fue la luz, yo me quedé petrificado, iba a salir corriendo cuando sonó mi celular, no se si fue el miedo o el solo instinto, pero contesté, solo escuchaba interferencia...
-bueno.... ¡bueno!
- Te vas a morir....-
Fue lo único que alcancé a escuchar, una voz de mujer que me dijo estas palabras.
Cuando estaba a punto de salir de allí, la luz regresó y la figura de aquella mujer colgando del techo desapareció....

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