EL HOMBRE QUE CONOCIÓ EL MAL
Cuentan que una vez, un músico iba por un estrecho callejón.
Andaba triste porque tenía deudas y no encontraba trabajo.
Llevaba consigo su guitarra para ver si hallaba algún sitio en donde tocar.
Iba pensando en su mala suerte, cuando de pronto lo alcanzó un lujoso automóvil negro y al volverse, vio que un hombre muy elegante le hablaba por la ventanilla.
- Oye, tú, -dijo el desconocido- ¿para dónde vas?
- Pos a ver si me sale alguna "tocada" por á'i.
- ¿Y en dónde te gustaría tocar?
- Conque me paguen, -respondió el guitarrista- si me llevan al infierno, al infierno voy, señor.
Abriendo la portezuela del auto, el caballero aquel lo invitó:
- Pues entonces ya te salió "tocada", súbete.
El músico abordo muy contento el auto.
- Nada más te pido que cierres los ojos, porque no quiero que veas a donde vamos.
Así lo hizo.
- Usté manda, patrón.
El coche arrancó, y cuando el hombre aquel le ordenó que los abriera, se dio cuenta que estaban en un enorme salón bastante iluminado, donde podía verse la opulencia y el lujo en todos los detalles.
- Mira, -le dijo el caballero- ya me di cuenta que andas falto de centavos, te voy a adelantar tu paga.
Y le dio una bolsa con bastantes monedas de oro.
- Ahora sí, empieza a tocar. -le ordenó-
El músico, feliz por sentir que con aquello saldría de sus deudas, se puso a pulsar alegremente su guitarra.
El salón aquel se empezó a llenar de hombres elegantemente vestidos y damas muy encopetadas, hasta que ya casi nadie cabía allí.
Pero entre aquel grupo de gente, el músico vio que se encontraba un amigo suyo suyo.
- ¿Pos qué haces aquí, Juanelo? -le preguntó a su amigo- Me dijeron que te habías muerto.
- Sí, compa. Me mataron en una cantina por querer robarme la caja donde guardaban el dinero, pero mejor te vas antes de que regrese el Diablo, porque te vas a quedar aquí penando como todos los que ves.
- Sí, ándale. -respondió el incrédulo músico- A mí me trajo un señor muy elegante, y...
- ¡Pos ese mero es Satanás, vale! ¡Mejor vete!
- ¿Pos ón'tamos, tú?
- ¡En el infierno! ¡Búyele ya!
El músico le hizo caso a su amigo y logró escapar de aquel lugar. Con el dinero que le dio el maligno pagó sus deudas y vivió feliz a pesar del mal recuerdo de haber estado un rato en el infierno.
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