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domingo, 21 de febrero de 2016

EL MONASTERIO Ely Ortiz

EL MONASTERIO.
Corrìa el año 1620 cuando se fundò un monasterio de monjes franciscanos dominicos, en la localidad sevillana de Carmona, a unos 40 kilometros de Sevilla.
El monasterio fue construido como un gran convento sobre un extenso pàramo dàndosele el nombre de "Huerta de San Josè" y siempre ha estado rodeado de un aura siniestra y misteriosa.
Sin embargo, pocos o casi ningun documento existen en al Archivo històrico del Ayuntamiento sobre la historia y existencia de este monasterio.
Unicamente son dos los manuscritos que lo acreditan y que han sido descubiertos recientemente.
Hoy en dìa el Monasterio esta casi completamente derruido. A duras penas sus paredes logran mantenerse en pie, pero conservan parte de la simetria y la altivez que luciò antaño.
En su interior y bajo las bovedas, las paredes se encuentran profanadas con pintadas satanìstas, especialmente en lo que fue la cocina, en donde todavìa se conservan los anclajes de los ganchos que marcaron al monasterio desde el principio de los tiempos.





Casi es imposible caminar por su interior sobre un suelo lleno de hoyos, huesos de animales sacrificados y restos de cristales.
Su tètrico aspecto se recorta en la distancia bajo un cielo vespertino, y nos habla de una historia estremecedora que se produce en la dècada de 1940.
Se cuenta la historia de que en aquellos años, los monjes que habitaban el monasterio vivìan inmersos en sus actividades de caràcter espiritual a la vez que tenìan que conseguirse el sustento cultivando un huerto, criando animales y mendigando limosna y comida por las calles de la localidad y por las fincas y huertas privadas que se encontraban en las cercanìas.
Pero la tierra se negaba a dar el fruto necesario y la situaciòn de posguerra que vivìa el paìs no era la màs adecuada para dar caridades a los frailes, lo cual los llevò a una terrible situaciòn de hambruna.
Obnubilados por el hambre, atentaron contra el sèptimo mandamiento saliendo durante las noches a robar en las huertas cercanas para sobrevivir.
Se cuenta que al alba regresaban al convento con los harapientos hàbitos desgarrados por las dentelladas de los perros de las huertas colindantes, y la carne llena de mordeduras.
Estos hechos fueron reiteradamente denunciados por los hortelanos ante el tribunal eclesiàstico, y se ignora si èste ordenò el cierre del mismo, pero lo cierto es que sobre los años 50s el convento fue abandonado sin previo aviso y vendido en 1957 a gente con posibilidades de Madrid.
Los traspasos que se hicieron con caràcter privado del mismo a distintos compradores fueron sucesivos, siempre con objeto de no dejar constancia de la titularidad de la edificaciòn o de sus terrenos en ningùn registro pùblico.
Se dice que dicha venta fue el resultado vengativo de un prior que habìa sido trasladado al noviciado en contra de su voluntad, y en venganza jurò que si algùn dìa ascendìa y llegaba a ocupar un alto cargo en la capital de España, venderìa el monasterio.
Parece ser que llegò a cumplir su amenaza vendièndolo todo salvo la edificaciòn, que quedò en propiedad de tres monjes, fray Rafael, fray Luis y fray Manuel, quienes con gran esfuerzo lograron recomponer la edificaciòn pero se negaron a su venta.
Sin embargo existe otra leyenda que da otra explicaciòn al abandono del mismo, contada por una parte policial,  el  hijo de alguien que trabajaba en el monasterio en dicha època.
Segùn esta declaraciòn una mañana aparecieron los cuerpos de varios frailes degollados y colgados en los ganchos existentes en el techo del sòtano.
Cuando se conocieron los hechos, la policìa se apersonò en el lugar encontrando a un fraile asustado y escondido en un rincòn, declarando que èl habìa sido el causante de la matanza, la cual habìa sido ordenada por el diablo.
Por supuesto a èsta declaraciòn no se dio ninguna credibilidad, pues el citado fraile carecìa de la constituciòn fìsica suficiente para llevar a cabo tan macabra acciòn, por lo que se barajò la posibilidad de que se tratara de asesinatos motivados por rencillas entre ellos mismos debidas a pràcticas homosexuales, una comidilla extendida entre los habitantes de Carmona.
Pocos en aquellas fechas hablaban que en la Huerta de San Josè habitasen fantasmas o de que se produjesen fenòmenos extraños, aunque se hacìa hincapiè de lo espeluznante que resultaban los ganchos para colgar comida que existìan en la cocina subterranea del convento.
La existencia de aquellos tètricos ganchos en el sòtano del monasterio corriò por todo el pueblo, siempre con la incertidumbre de la veracidad, hasta que salieron a la luz unos documentos que se encontraban en uno de los archivos històricos.
Se trataba de dos manuscritos escritos en castellano antiguo y que fueron traducidos por un investigador.
El contenido de los mismos se detalla en el informe que sobre dicho convento hicieron los investigadores Luis Mariano Fernandez, Jose Manuel Garcia Bautista y Jordi Fernàndez para su reportaje "El Monasterio del Diablo".
En uno de ellos se habla de una donaciòn de alimentos, por parte del ayuntamiento, para que los monjes no murieran de hambre.
En el otro se narran unos hechos escritos por el Escribano Josè Dîaz Alarcòn y contados por el fraile dominico Juan Rodrigo Perea, que en presencia de alguaciles y fuerzas pùblicas y religiosas contaba lo que le habìa ocurrido el dìa 25 de noviembre de 1680.

Juan Rodrigo Perea narrò que se hizo fraile dominico en el convento de San Josè en el año 1677, y que el 20 de noviembre de ese año 1680, entrò al convento un aspirante al noviciado llamado Jaime Malvidas, siendo aceptado por la orden con con agrado y satisfacciòn.

Era este aspirante a novicio un hombre alto, de nariz aguileña, de cejas pobladas, de cara fina que gustaba de la soledad, pues nunca fue visto en compañia de otros novicios ni siquiera en la capilla.
El 25 de noviembre de 1680, cuando el dominico que narraba los hechos despertò, no encontrò abierta la puerta de su celda como era habitual, pues era la costumbre cerrarla con cerrojo desde fuera despueès de las vìsperas, cuando los dominicos se retiraban al descanso, para ser abiertas desde fuera al dìa siguiente a la hora del alba.
Pensando que tal vez era màs temprano de lo que habìa creìdo, nuestro hermano se dedico a sus oraciones y meditaciones hasta que unos pasos lo sacaron de su misticismo.
Eran unos pasos dèbiles que provenìan del pasillo y que se detuvieron justo en la puerta de su celda abriendola de golpe... pero misteriosamente allì no habìa nadie.
Pensando el hermano que realmente fuera tarde y que la misa ya hubiera empezado, (tal vez se hubiese quedado dormido), saliò corriendo hacia la capilla, no sin comprobar antes con sorpresa que todas las puertas de las celdas de sus compañeros, estaban abiertas de par en par.
Cuando llegò a la capilla no encontrò a nadie, pero si escuchò unos lamentos que parecìan provenir de la cocina.
Tal era la intensidad de estos lamentos que el franciscano llegò a pensar que provenìan de su propio interior.
Atento quedò unos instantes escuchando para orientarse mejor sobre la procedencia de los mismos y la situò en el sòtano, hacia donde se dirigiò precipitadamente.
Una vez penetrò en èl, la visiòn que se expuso ante sus ojos fue horripilante.
Allì se encontraban, ademàs del Padre Prior, todos los demàs frailes colgados de los ganchos donde se solìan colgar los jamones y chorizos que los mismos hermanos franciscanos curaban.
Habìa sangre por doquier y nuestro espectador llegò a jurar la presencia de unos seres pequeños, que apiñados alrededor de los cuerpos ya muertos se alimentaban de sus carnes.
De repente todos esos horripilantes seres se reunieron en uno solo y dirigiendose al fraile le dijo: "Te dejo vivir para que proclames mi venida al mundo".
Inmediatamente un fuego se propagò por todo el sòtano y en el momento en el que el aterrado fraile saliò corriendo la voz le espetò de nuevo: "ve y di que Satàn està aqui".
Nadie creyò al monje, que fue arrestado, despuès de dar parte a las autoridades y relatar todo lo sucedido.
Se procediò entonces al enterramiento de los monjes asesinados en el sòtano, hecho que relata el entonces alguacil Alonso Sanz Heredia, y que se vio inmerso en una serie de sucesos inexplicables delante de muchos paisanos de Carmona que acudieron para acompañar a los monjes a su ùltima morada.
Parece ser, y siempre bajo el relato del alguacil, que durante el enterramiento se produjeron fenòmenos sobrenaturales: el cielo se oscureciò y aparecieron en el cielo dos columnas de fuego, entre medio de las cuales apareciò la visiòn de un rostro horripilante en forma de alimaña.
Poco despuès una luz blanca descendio en un fulminante rayo y de la luz saliò otra figura, en esta ocasiòn mas humana, que los hizo salir a todos despavoridos del lugar. 
Muchos hombres, armados con cruces y biblias se acercaron al dìa siguiente al convento derribando las puertas y entraron en la edificacion.
El diablo estaba sobre la torre observando y hacìa allì se dirigiò la multitud.
Muchos desaparecieron pero la mayorìa eran arrojados desde lo alto como si fueran muñecos por un viento y un temblor de tierra que destruyò el convento y a la gran mayoria de los que allì estaban.
Una voz tronò aterradora: "perezca todo y todos".
Tambien se cuenta que posteriormente en el mismo pueblo de Carmona se produjeron màs vìctimas a manos del diablo, por lo que se decidiò practicar un exorcismo en el lugar, y sembrarlo de sal para alejar al demonio y limpiar de todo el mal el lugar sagrado.
Igualmente se ordenaron, mediante una Bula Papal, que durante dos años fueran dadas misas y procesiones por toda la ciudad de Carmona para purgar por sus pecados.
Todo esto se recoge en un documento firmado por el Arzobispo de Jerez de aquel tiempo, lo cual da cierta credibilidad a los sucesos.
La apariciòn de èste manuscrito abre una nueva lìnea de interrogantes que seguramente nunca podràn ser aclaradas, pues queda en duda si realmente el convento contaba con un campanario que no volviò a levantarse en la nueva construcciòn, ni tampoco llegarà a saberse nunca si la mala producciòn de la tierra era debido a que el suelo fue sembrado con sal.
A partir de entonces comenzò a correr el rumor de que tanto en el interior del monasterio derruido, como en los alrededores se escuchaban voces y cantos gregorianos, se visualizaban extrañas luces y algunos que se habìan acercado ahì durante la noche decìan haber observado siluetas fantasmales y siniestras.
El lugar tambièn es usado desde hace tiempo por grupos que bien a traves de la ouija o de ciertos ritos invocan durante las noches a las fuerzas del mal, tomando aùn màs si cabe el ruinoso convento reputaciòn de maldito.
Muchos de los investigadors, equipados con el instrumental necesario que se han acercado al lugar para realizar sus investigaciones sobre el terreno, y la mayorìa de ellos se han encontrado con resultados sorprendentes y situaciones atìpicas e incluso peligrosas, a las que no les han encontrado explicaciòn.
Asì por ejemplo, sus grabadoras registran extraños sonidos, y las càmaras recogen luces inexplicables.
En una ocasiòn, encontràndose varios investigadores comprobando todas las estancias del lugar, contaban como al entrar en la habitaciòn del ùltimo ala del edificio sintieron al unìsono una desagradable sensaciòn, como si se sintiesen vigilados.
En determinado momento bajan a la cripta, y cuando deciden salir de ella, comienzan a suceder una serie de hechos inquietantes.
Observan un resplandor en la habitaciòn final de ala y se dirigen hacia allì, pero cuando llegan el resplandor ha desaparecido.
Se comenzaron a escuchar sonidos extraños, como un arrastrar de pies que se movìan lentamente de un lado a otro insistentemente.
La temperatura que recogen los aparatos de mediciòn es, en el altar es de menos 15grados centrigrados, y observan una silueta luminosa que deambula entre las galerìas.
Uno de los investigadores, corre ràpido tras la silueta pero antes de llegar a ella, sale despedido hacia atràs por una fuerza invisible que lo deja arrodillado en el suelo.
El equipo, aùn a pesar de que estaba grabando la esperiencia para el programa dirigido en Màlaga por Luis Mariano Fernàndez "Mis Enigmas Favoritos", decidiò abandonal el lugar intuyendo que algo malo podrìa suceder.
Otros investigadores o aficionados que se han acercado al lugar ha sufrido similares experiencias, como el testimonio que nos hace Josè Fèlix Duràn, de lo que ocurriò cuando acudiò al monasterio a realizar sus investigaciones: 
"A mi me retirò del mundo de la investigaciòn aquel suceso, acudimos a investigar llamados por la curiosidad y alentados por la fama del sitio y los programas de misterios. 
Estando allì comenzamos a sentir ruidos extraños, como golpes, los detectores comenzaron a sonar, no estàbamos solos, y de repente comenzamos a sentir pasos que se nos acercaban, asì como un lejano murmullo que se fue convirtiendo en una especie de salmo cantado poco a poco...
Cuando aquello nos tenìa casi cercados, salimos como pudimos por uno de los huecos de las ventanas... dejamos allì todo el equipo y nuestras ganas de seguir investigando. 
Fue algo terrorìfico. A Justo mi compañero, y pese a que han pasado ya cuatro años de aquello, no se le puede mencionar siquiera la experiencia.... Fue un shock para todos".
Al dìa de hoy las ruinas del Monasterio del Diablo siguen coronando el pàramo, recortando su tètrica silueta sobre un cielo del atardecer, tal vez esperando que todo
se suma en las penumbras de la noche para comenzar su demonìaca actividad.


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