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martes, 23 de febrero de 2016

EDIFICIO REX Parte 3 Christian Perales.





 EDIFICIO REX, DEPARTAMENTO 23. Capítulo 3.
Pocas cosas recuerdo con exactitud después de que estuve en el departamento de don Germán, volví al departamento, solo a medio tomar una ducha, cambiarme y salir para el trabajo, el resto del día mi cuerpo solo estuvo en piloto automático, por la tarde, con mucho desánimo emprendí el camino a mi aterradora morada, pero al llegar me sentí reconfortado pues en la entrada del edificio, ya me aguardaba un grupo de mis amigos más cercanos que habían ido a visitarme en mi nueva dirección. Después de los abrazos y de los saludos, les invité a pasar, esperando y deseando que aquellas manifestaciones no se hicieran presentes en ese momento.
Sostuvimos la más amena de las conversaciones, me enteré de que mi amigo Abel y mi amiga Lucy, ya eran pareja, Imelda ya estaba trabajando en una empresa dedicada a la fotografía profesional y Carlos, bueno, el seguía siendo Carlos. Sobra decir que las horas se pasaron sin pensarlo, y llegó la hora de que todos se fueran a casa, dejándome a solas con mis fantasmas, literalmente. Pero antes de la partida de mis amigos y como ya se estaba haciendo costumbre, nos tomamos esa foto del recuerdo, Imelda con su profesionalismo y armada con su cámara Nikkon fue la encargada de tomar la foto. Todos sonrientes sentados en el sofá y con la vieja pared de fondo posamos para aquella foto, luego, cada uno volvió a su hogar, a su mundo.
-En cuanto las revele se las paso.... ¿o quieren que las suba al face?-
Por ese momento todos estuvimos de acuerdo en que fueran en papel, después de un último abrazo, los acompañé a la entrada del edificio.

Al quedarme solo comencé a sentir miedo de nuevo, pero traté de controlarlo lo más que pude y así que de nuevo estaba ante el mismo cuadro, tenía que ir a la cama. A diferencia de las otras noches ahora no había sido vencido por el sueño, pareciera que solo esperaba el momento de que el más allá tocara a mi puerta, podía escuchar los autos pasando en el eje central, el tic-tac de mi reloj, con un pensamiento único en mi mente:
-¿qué llevaría a Lolita al suicidio? ¿Qué la llevaría a extinguir la vida de su hija?-
La una treinta y tres... esperaba ya que todo volviera a comenzar.... Sonó mi celular y yo, con el mayor miedo que he sentido en toda mi vida, dirigí la vista a la pantalla, y por un instante me sentí aliviado de ver que la llamada era de Imelda, contesté de inmediato.
-¿Chris?...
-Si, soy yo Ime,-
-Perdón por despertarte... es que tengo que decirte algo...-
-¿qué pasa?
-es... es tu departamento.... estoy revelando las fotos, y en el fondo... en la pared, se alcanzan a observar...
-¿qué?
-unas caras... a lo mejor solo es el ángulo de la foto...-
-¿puedes enviármelas?-
-Mejor... te las llevo mañana... quiero que las veas con detenimiento.
-muy bien-
-descansa amigo, hasta mañana-
-hasta mañana-
De cierta forma yo ya me imaginaba que clase de caras se veían en esas fotos, como no esperaba ninguna sorpresa, intenté conciliar el sueño por esa noche, pero de nuevo, la temperatura comenzó a bajar, hacía más frío que en las tres noches anteriores y nuevamente comencé a escuchar ese llanto de mujer... ahora estaba aterrado así que me cubrí la cara con las cobijas y esperé a que de alguna manera, todo pasara, y así estuve toda la noche, escuchando llanto y pasos en el corredor, un constante crujir de la madera, hasta que por fin amaneció.
El día siguiente, en el trabajo, también mi cuerpo estuvo en piloto automático, cometí algunos errores, pero nada grave, y así llegó la hora de ir a aquella sucursal del infierno llamada departamento 23. Imelda llegó a las nueve de la noche, con una carpeta llena de las fotografías que nos tomamos la noche anterior, pasamos al departamento, y una vez ahí, puso todas aquellas imágenes ante mi, en la mesa de centro, definitivamente superaban por mucho lo que había imaginado en principio, y pensé que vería el rostro de Lolita o de su hija en aquellas imágenes, pero lo que vi, fue mucho, mucho peor, en la pared detrás de nosotros, en todas las fotografías se habían plasmado rostros de demonios, con miradas grotescas y perturbadoras de una ira que solo podía ser equiparable con sus contrapartes burlonas, de inmediato miré fijamente a la pared, y solo había manchas de humedad en el papel tapiz, eran cientos de rostros demoniacos, que pareciera, estaban atrapados en ese sitio, de inmediato me levanté y arranqué ese papel.
-Chris....aquí pasa algo muy malo, tienes que salirte de este lugar-
-¿y qué hago Ime, ? si me salgo me pueden quitar la chamba-
-¿y si lo vienen a bendecir?-
-tal vez-
No concretamos ninguna idea en particular, pero comencé a cabecear, así que Imelda se dio cuenta de la deuda de sueño que estaba acarreando mi cuerpo,
-Duérmete un rato, yo me quedo aquí...-
-¿y Luis?
-Luis regresa hasta el domingo.
Fue todo lo que recuerdo, el sueño me venció, y fue un buen sueño, pues esta vez, dormí un poco más de lo que había dormido las últimas tres noches. Pero a las tres de la madrugada me despertó un potente y desgarrador grito, solo que en esta ocasión fue Imelda la que gritó, de inmediato e imaginando lo peor me levanté, mi amiga estaba en el baño, la tina nuevamente se había llenado de sangre, pero eso no era el problema, el problema era que Imelda estaba desorbitada, parada frente al espejo. Uno de forma oval casi escondido entre la simetría de los muros del baño, abracé a mi amiga y la conduje a la sala, ella estaba en shock, pero lentamente pasado un par de minutos, pudo entablar una frase...
-¿la viste?....-
En ese momento, contraviniendo a todos mis instintos de supervivencia, fui nuevamente al baño y con toda intención miré el espejo, no tardó mucho en aparecer su imagen en el espejo, era ella. la misma mujer que vi colgar del la vigueta en mi alcoba, pero esta vez puse más atención, ella se postró frente a mi y con su mano me señaló hacia el otro extremo de la habitación, seguí su seña con la mirada, de pronto, las luces del departamento comenzaron a palidecer, así que casi a tientas llegué a donde la mano de la figura en el espejo me indicaba, había algo ahí, la pared sonaba hueca, solo cubierta por el papel tapiz, lo rompí y dentro encontré una caja, como de habanos, la abrí de inmediato y en su interior encontré una llave, unas fotografías y papeles, pero antes de sustraer todo volví la mirada al espejo, y ya no estaba esa figura fantasmal. Ahora ya tenía un indicio de donde empezar a buscar, ¿qué abría esa llave? las fotos no me revelaban mucho eran de Lolita y su hija, los papeles eran la boleta de la niña, cosas en general, lo que era importante aquí, solo era la llave.
Después de tranquilizar a Imelda, ella se fue a casa, yo simplemente decidí pasar la noche en el lugar, sabiendo que estaría otra noche con todo ese ir i venir de almas en pena, pero, una cosa era segura, quizá si averiguaba lo que les había sucedido, esto terminaría para siempre.
Una fecha muy triste para recordar es el 19 de septiembre, y más en el centro histórico, y al día siguiente de haber encontrado la llave, esa fecha llegó al calendario, después de numerosos eventos y ceremonias, nos quedamos solos, relativamente... el centro es así en los días cercanos a las celebraciones o conmemoraciones, muchas personas acuden a hacer sus compras, pero, a cierta hora vuelven a sus casas y nosotros, los que habitamos ahí, nos quedamos solo con nuestros vecinos. pero ese silencio puede llegar a aterrarte, más cuando todos tus vecinos deciden que al menos por ese día no quieren estar allí, y eso me pasó, doña Carmen se fue a Xochimilco a visitar a su única hermana, el matrimonio joven del piso dos llevaron al chiquitín a Kidzania y el matrimonio maduro, no lo se al parecer se habían ido de vacaciones dese el 15 de septiembre.. Yo, me quedé casi a solas se que únicamente, estaba don Germán, pero eso era tantito peor que estar solo, así que tomé la llave que estaba en la caja que recién había encontrado, y la estuve metiendo en todas las cerraduras a la que tenía acceso, finalmente en la puerta que conducía al sótano de servicio del elevador, la llave encontró su coincidir, al girarla, la puerta se abrió.... Estaba a punto de cruzar, la última frontera...

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